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domingo, 27 de junio de 2021

TERAPIA Y PERONISMO, por Daniel Mojica

 


 Por Daniel Mojica


Hablando con mi analista, descubrí que no voy a poder cambiar el mundo, como soñé desde mi joven militancia peronista. Además, no contento con hacerme ver esa dura realidad, me anotició que el mundo ya cambió varias veces desde entonces.

Claro, no fueron los cambios que yo soñaba. 

Mucho peor. Fueron en el sentido inverso que quisimos construir allá por la década de los ‘70.


Ahora que lo pienso -más allá de algunas buenas medidas aisladas e inconexas de proyecto alguno- lo que también se modificó al ritmo que el sistema impuso, fue la misma militancia. 

Mi generación, que incluye .entrañables desaparecidos y desaparecidas, muchos también desconocidos...me corrijo; saco el concepto ‘mi generación’ y lo reemplazo  por: muchas y muchos de mi generación tenemos aquellos mismos anhelos, sintetizados en tres propuestas simples, concretas y tan actuales, que duele.

Soberanía política, independencia económica y justicia social


Dije más arriba, que la militancia no es la misma...me corrijo nuevamente; muchos militantes con los que tuve contacto desde mediados de los ‘80, en los lugares que solía frecuentar había cumpas que simpatizaban con la “renovación” manteniendo intactos ideales y convicciones, sin haber accedido a ningún ‘puesto político’, lo escribo así, para diferenciar de: puesto de lucha en la estructura del Estado.

Lamentablemente en esta última categoría, diría que no muchos, encajan es esta descripción.

 

Estas derivas históricas han hecho y hacen, que muchos y muchas jóvenes y no tanto, se vayan distanciando del compromiso político. Porque las actitudes y resultados que aprecian en los medios, y en las cercanías vecinales, son las de aquellas y aquellos que sólo se ocuparon de su propio bienestar, olvidando la esencia de servicio que significó, para muchas generaciones la militancia. 


Para completar el cuadro, los militantes que no perdieron aquella mística, o enseñanza de que “donde hay una necesidad nace un derecho” siguen firmes en sus convicciones. Pero alejados de los lugares desde donde pueden cambiar la situación de los vulnerados de siempre.  


Es así, como el tiempo sigue transcurriendo, luego del 16 de junio de 1955, se sucedieron los golpes de estado ante la mínima posibilidad de medidas populares.

Luego de la traición de Malvinas, consumada por la última dictadura, y con el broche de oro de los Tratados firmados durante el menemismo entre Argentina, Gran Bretaña y Estados Unidos, parece que la dirigencia política se conformó, con ser marioneta de los poderes concentrados. Que ahora manejan las cosas desde la denominada ‘guerra judicial’ con ‘noticias falsas’ que siembran el terreno propicio.


Terminamos siendo, sin que nadie lo reconozca oficialmente, una colonia. Desde 1806/1807 cuando los soldados ingleses se ‘fueron derrotados’ en sus barcos atacantes llenos de nuestras riquezas. Pero nos dejaron la Aduana, en manos de un Martínez de Hoz, la banca Rothschild, y se quedaron también con el puerto de Buenos Aires y la navegabilidad marítima. Por supuesto, las regalías de las ventas (contrabando) por las vías navegables (hoy hidrovía) también.


Me viene a la memoria una sátira de “Les Luthiers” sobre los espejitos de colores, pero no quiero deprimirme más.

Espero la próxima sesión de terapia. Mientras tanto tengo que ver que hago con todos estos recuerdos imborrables de los años 70, la militancia, los ideales, las y los cumpas que tanto soñamos con la Soberanía Política, la Independencia Económica y la Justicia Social. No me resigno a que sean sólo recuerdos.


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