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martes, 29 de diciembre de 2020

JUSTICIA SIN SALIDA, por Adrián Corbella



La justicia argentina es así: un velero que avanza en la oscuridad, arrastrado por el viento…


 “Se robaron todo”, “Se robaron un PBI”… “Ladrona de la Argentina”, pusieron en google. No se sabe muy bien que es ese todo, no tienen ni la más remota idea de lo que es un PBI ni de cuánto representa. No saben que un PBI, el monto total de lo que el país produce en un año, es una auténtica montaña de dinero, imposible de robar, y si se robara imposible de ocultar, pues el ladrón se transformaría en la persona más rica del mundo. Lo que si tienen claro es que los funcionarios de los gobiernos de la etapa 2003-2015 son todos corruptos y deben ser condenados, con o sin pruebas, respetando los procedimientos judiciales o violándolos. En este caso, el fin parece justificar los medios. La justicia no debe investigar para averiguar la verdad, sino convalidar una verdad decidida de antemano.

Piensan que los que defienden a estos ex funcionarios son o ignorantes, o corruptos que dependen de alguna forma de clientelismo, y encima son seguidores de una ideología política, el peronismo, que no logran entender y a la que responsabilizan de todos los males de la Argentina en el último siglo.

Los medios que leen, escuchan y ven les repiten todo el tiempo este mensaje. Y ellos lo creen. Por lo tanto cualquier fallo judicial que se enfrente a ese a priori, a esa convicción, es descalificado. Los jueces que cuestionen ese prejuzgamiento de los ex funcionarios acusados deben estar comprados, deben  ser corruptos. Por eso están dispuestos a presionarlos de la manera que sea, a escracharlos incluso, para lograr que los fallos sean tal como ellos creen que debe ser.

Esta es la perspectiva de un porcentaje importante de la población argentina, que se autodefine por esta oposición visceral a esta fuerza política a la que califican de corrupta, “populista”, “clientelista” y autoritaria. La líder de esta fuerza política, Cristina Fernández, aparece para estos argentinos como una suerte de némesis permanente, responsable de todos los males desde Buenos Aires a Tokio, de la Tierra a Ganimedes. Es una figura demonizada y merecedora de todos los males y que resulta objeto del odio eterno de estos ciudadanos decentes, republicanos, trabajadores y plagados de valores –así se conciben ellos, al menos-.

Por supuesto que hay otros argentinos. Los que creen que la etapa 2003-2015 fue una de las mejores de la historia argentina. Que piensan que pudo haber algún funcionario corrupto,  pero que serían minorías de conductas reprobables, desvíos de la norma, casos que habría que analizar uno a uno y con pruebas sólidas en la mano; de ninguna manera con una presunción de culpabilidad colectiva. La Santa Inquisición no puede ser el modelo de una justicia democrática.

Estos otros argentinos sienten que los dirigentes a los que quieren y respetan son víctimas de una persecución judicial y mediática implacable que no respeta leyes, principios constitucionales ni normas jurídicas. Una persecución donde se unen políticos de derecha, una justicia colonizada o débil frente a las presiones del poder real, y sectores económicos muy poderosos, encabezados por las empresas mediáticas más fuertes.

Estos otros argentinos ven a los del primer sector como fanáticos irracionales, ignorantes dominados por prejuicios que son validados por los medios concentrados y por dirigentes políticos de derecha. No entienden cómo es que se indignan por supuestos casos de corrupción (que no pueden probar) los seguidores de una fuerza política que gobernó entre 2015 y 2019 con niveles de corrupción altísimos y de una transparencia inusitada, mucho más fáciles de demostrar que las retorcidas denuncias que se hacen contra los funcionarios de la etapa anterior. No entienden cómo dicen defender la “República” quienes gobernaron con una desprolijidad institucional pocas veces vista, y con prácticas francamente mafiosas.

Estos dos sectores conviven en la sociedad, y tienen perspectivas diametralmente opuestas. Es la famosa “grieta”. Todo lo que sucede lo interpretan al revés: unos piensan que la pandemia es real, los otros la discuten. Unos apoyan a cuarentena, los otros la ven como un atentado a sus libertades. Unos quieren vacunarse, los otros se oponen a la vacunación. Unos piensan que la reforma judicial que impulsa el gobierno es para garantizar la impunidad de los funcionarios de la etapa 2003-2015. Los otros piensan que la oposición no quiere esa reforma judicial para evitar los juicios a los funcionarios del período 2015-2019.

Como si esta discrepancia tan fuerte no fuera suficiente, sumamos el problema de que la justicia argentina es, de los tres poderes, el que peor imagen tiene. Mala imagen muy bien ganada con fallos insólitos, y violentos cambios de frente cuando las presiones arrecian.

En estos días hemos visto a la Corte considerar de "gravedad institucional" la anulación del traslado, ilegal según la propia Corte, de "tres ignotos magistrados" (Alberto dixit).Para luego, pocos días después, lavarse las manos frente a una condena muy cuestionada a un ex vicepresidente.

Hemos visto a un juez de Entre Ríos fallar contra una familia muy poderosa, recibir presiones y, EN EL MISMO DIA, hacer un segundo fallo anulando el primero (1).

Vemos a un fiscal con un procesamiento confirmado en segunda instancia seguir ejerciendo su cargo como si nada, y a su jefe, interino pero encariñado con el cargo, mirar para otro lado.

Se han metido en un laberinto que no parece tener salida. Hagan lo que hagan hay un sector muy importante de la sociedad que los ve como veleros arrastrados por el viento más fuerte.

Este problema ya fue señalado el año pasado en una nota escrita para el “New York Times” por Jordana Timerman, hija del ex canciller argentino Héctor Timerman, quien personalizaba el problema en torno a la figura de la entonces candidata y hoy vicepresidente:

La justicia argentina se ha politizado y ahora está en un callejón sin salida. Si Fernández de Kirchner es declarada inocente, la percepción de muchos ciudadanos será que sucedió así porque los jueces se rindieron a presiones. Si es declarada culpable, será por lo mismo. Es crucial determinar si las acusaciones son verdaderas, tanto para los votantes que apoyan a Fernández de Kirchner como para los que quieren verla en la cárcel. Pero con un sistema judicial extremadamente cuestionado, es poco probable que esto se logre.” (2)

Desde que se publicó esa nota en el famoso diario neoyorkino  en junio del año pasado, el problema no ha cesado de empeorar, ya que recientes decisiones ponen en la misma situación, bajo el mismo manto de sospecha, a la propia corte suprema de justicia.

Lo que resulta claro, cualquiera sea la postura desde la que uno pretenda analizar este conflicto, es que una justicia que ha perdido en tan amplio grado la confianza de los ciudadanos, no está en condiciones de cumplir con sus tareas específicas., y está, como bien señalaba Jordana Timerman, en un “callejón sin salida”.

La reforma del sistema judicial argentino parece imprescindible, pero en esta situación, con la sociedad divida por lo que algunos llaman “la grieta”, parece muy difícil que se alcancen los consensos políticos necesarios.

El actual Presidente tiene una enorme paciencia, y es famoso por su capacidad para tejer acuerdos, para construir consensos. Quizás se revele como un diestro desatador de nudos, ante una oposición que lo único que aporta a la solución del problema es agregarle al nudo más y más pegamento.

Pero, cuando el nudo es imposible de desatar, la experiencia histórica nos enseña que la única solución es cortarlo. Al menos así hizo, en la ciudad de Gordio, el rey macedonio Alejandro con un nudo muy famoso frente al que muchos habían fracasado. Habrá que ver si en nuestro contexto alguien tiene una “espada” tan afilada como la del viejo guerrero macedonio, una solución que permita cortar el nudo, es decir, salir del laberinto por arriba.

 

Adrián Corbella, 29 de diciembre de 2020

 

NOTAS:

(1): https://www.pagina12.com.ar/313746-un-juez-fallo-contra-los-etchevehere-pero-despues-se-arrepin

(2): https://www.nytimes.com/es/2019/06/10/espanol/opinion/cristina-fernandez-kirchner-juicio.html?s=08#click=https://t.co/zNGOVbl3Gt

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