Lo sucedido en Bolivia no puede ni debe ser visto o mirado a
través de la lupa ideológica de la conveniencia de ésta, un amotinamiento
policial finalizado con una sugerencia militar a un gobierno civil es sin discusión
un golpe de estado. No es rol de las fuerzas armadas indicar o sugerir a los
gobiernos constitucionales que estos se retiren.
Las sospechas de posibles anormalidades electorales, pueden
explicar los acontecimientos políticos de una sociedad, pero nunca justificar
un golpe de estado.
Este debe ser repudiado por todos los actores políticos y
sociales de la región. No se debe retroceder al oscuro historial de gobiernos
de factos que ensombrecieron por décadas el continente.
Los personajes como Jair Bolsonaro en Brasil y Fernando
Camacho en Bolivia son anormalidades temporales de los sistemas democráticos.
Los mismos que no condenaron los golpes del 55' y del 76'
son los que hoy no condenan el golpe de Bolivia.
Por: Gabriel Leopoldo Zevallos
14-11-19
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