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lunes, 4 de noviembre de 2019
La madre de todas las batallas electorales, por Juan Pablo Schinello (para "Letra P" del 31-10-19)
Por: Juan Pablo Schinello 31/10/2019
Sin dudas la provincia de Buenos Aires es fundamental en cada elección presidencial, con 12.513.930 electores habilitados, concentra el 36,98% del electorado nacional. Por ello, en 2015 cuando el ex gobernador Daniel Scioli se presento por el “sillón de Rivadavia”, esperaba que en “su provincia” la diferencia fuera tan amplia que supere el electorado anti kirchnerista que concentraba el centro del país, luego de la fallida resolución 125 que reforzó el clivaje Campo-Ciudad nuevamente. Pero los cálculos de Scioli no le funcionaron, una desconocida María Eugenia Vidal, sin historia territorial en la provincia, dio la sorpresa al superar a Aníbal Fernández, y Mauricio Macri se quedó con la presidencia al superarlo luego en un balotage ajustado.
Cuatro años después, la gobernadora intentó ir por la reelección, pero quedo a mas de 1.300.000 votos del ex ministro de Economía Axel Kicillof, según el escrutinio provisorio, relegando 13 intendencias de las 135 que tiene la provincia más poblada del país. ¿Pero porque el oficialismo perdió el poder electoral más importante del país? y así por consecuencia no pudo evitar la debacle electoral nacional.
Para explicar esto, primeramente, hay que remontarse al establecimiento del calendario electoral provincial, la gobernadora intentó desdoblar la elección tratando de quedar en una boleta que no posea la imagen de Mauricio Macri, un presidente con muy bajo nivel de aprobación especialmente en los sectores de bajos y medios recursos de toda la provincia. La hipótesis de Vidal era que un triunfo en la provincia unos meses previos fortalecía al gobierno nacional de cara a la elección de octubre, pero enseguida el estratega del macrismo y jefe de Gabinete, Marcos Peña Braun, obligó a no desdoblar las elecciones con las nacionales para ir en la misma boleta en los dos distritos que el PRO gobernaba desde 2015. La estrategia del jefe de Gabinete era contener la concentración de poder político más importante desde la autonomía de la Ciudad de Buenos Aires, además de pasarle factura a la ex vicejefa de Gobierno, por el intentó fallido del “Plan V”, cuando se deslizó que, con una victoria en Buenos Aires podría reemplazar a Mauricio Macri en la candidatura presidencial.
Pero eso no explicaría completamente la derrota aplastante a manos de Axel Kicillof. Por otra parte, la imagen de María Eugenia Vidal no era la mejor. Según los estudios de la Consultora Clivajes que quedo muy cerca del resultado en la provincia con sus pronósticos, la imagen negativa de Vidal era cercana al 60%. Los bonaerenses no le perdonarían que durante la crisis económica la gobernación apoyara la gestión presidencial sin aplicar ninguna medida que paliara la situación en la provincia. Además, en correlación con el gobierno nacional el incremento de los servicios públicos y el acrecentamiento de la deuda pública fueron moneda corriente en la provincia más importante del país. Sin dudas el conflicto con los docentes también erosionó la imagen de Vidal, los constantes conflictos por los haberes, y la explosión de la escuela en la localidad de Moreno, perjudicó aún más sus chances. Por todo eso, Vidal quedó por debajo de lo conseguido por Esteban Bullrich dos años atrás, cuando venció a Cristina Fernández en la elección legislativa.
Pero no solo los errores de Cambiemos influyeron en la elección. Mucho se ha hablado de la formidable campaña de Axel Kicillof que recorrió los 135 municipios bonaerenses en varias oportunidades. Consagrado como una especie de “RockStar bonaerense”, ayudado por una imagen positiva que no alcanzó ningún ex ministro de Economía argentino, y con una campaña a bordo de un Renault Clío que sirvió como ejemplo simbólico a la austeridad que propuso para su gobierno, provocó un efecto que llevó a emparentarlo con el ex presidente uruguayo Pepe Mujica, que cautivó a los electores bonaerenses, logrando la mayor victoria de un gobernador de Buenos Aires en el siglo XXI, superando las grandes elecciones de Carlos Ruckauf, Felipe Solá y Daniel Scioli.
Asimismo, como sumatoria a los efectos positivos de campaña, el peronismo bonaerense se recuperó increíblemente del duro golpe recibido en 2015. Jaqueado por la fortísima interna que hizo perder luego de 28 años el sillón de Dardo Rocha, el Partido Justicialista en la provincia empezó su recomposición que logró fortalecer la unidad que se iba dando a nivel nacional. Los “barones del conurbano” lejos de someterse al poder y al encanto de Vidal rápidamente ordenaron el partido en donde el intendente de Merlo, Gustavo Menéndez, y el intendente de Esteban Echeverría, Fernando Gray, alternaron la presidencia partidaria. Los intendentes peronistas conformaron un bloque de poder tan importante que permitieron que la intendenta de La Matanza se quedase con la candidatura a vicegobernadora. El porqué de Verónica Magario, es por ser quien se mostró apenas asumió como la oponente más dura que tuvo Vidal. Con el poder territorial del distrito electoral más importante de la provincia, soportó los duros embates que sufrió de parte de la gobernación con el recorte de recursos económicos y con varios intentos fallidos de división del partido, esto reforzó el poder de la intendenta matancera y la colocó con una imagen más que fortalecida. Este poder de los intendentes peronistas del conurbano, y su oposición a Vidal, permitió que todos ganaran sus terruños, a excepción de Walter Festa, quien perdió la interna en Moreno con el Movimiento Evita que finalmente ganó la intendencia del oeste, además de recuperar 13 municipios (Pilar, Morón, Quilmes, Berisso, San Vicente, Gral. Rodríguez, Luján, Baradero, Coronel Suárez, Saliqueló, Carlos Tejedor, Las Flores y Mar Chiquita). Todo esto como si fuese poco, colaboró en incrementar la diferencia de votos que solo en la tercera sección electoral fue mayor al millón de votos.
Pero este armado tuvo un tercer actor que explica la victoria peronista en Buenos Aires. Sin dudas la incorporación del Frente Renovador de Sergio Massa, quien ostentaba su mayor poderío en la Primera Sección Electoral, terminó de cerrar el círculo victorioso primero a nivel provincial, ya que evitó dispersión de votos en la gobernación y en las intendencias, sino que además desmoronó la tercera vía que hizo que Alberto Fernández triunfe en primera vuelta. En esto, a nivel provincial fue fundamental la intervención del diputado nacional Máximo Kirchner, que además de ser uno de los grandes armadores de la estrategia electoral en la provincia, fue quien indujo a que se limen las asperezas que existían entre Sergio Massa y Cristina Fernández.
El triunfo del domingo les dio la razón, ya que una vez que las elites políticas cerraron acuerdos, las bases trabajaron en conjunto para conseguir una victoria en el distrito más importante del país que solo los mas optimistas predijeron antes de conocerse el resultado las PASO.
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