Tras la elección, muchos en el Frente de Todos no tienen la sensación de haber vencido totalmente al adversario. Sorprende que 2.200.000 electores se hayan sumado a Juntos por el Cambio. El mapa argentino coloreado para identificar a las dos principales fuerzas muestra el símil de un territorio devastado.
por Osvaldo Pellin
opellin@fibertel.com.ar
Es normal que si se está peleando en una guerra, uno desee salir de ella cuanto antes. Salir victorioso pero con un adversario totalmente vencido. Vencido en su presencia, en su hostigamiento, en su testimonio de la realidad, donde queramos ser protagonistas sin que nos acosen francotiradores.
Esa sensación luego del triunfo del Frente de Todos (FdT), no la tenemos. Por el contrario, hay un palpitar donde el aliento de nuestros adversarios se sentirá en la nuca por algún tiempo.
Si uno mira el mapa de Argentina, que algunos periódicos tiñeron con dos colores diferentes para identificar a las principales expresiones políticas, advierte que el mencionado mapa aparece como un territorio bombardeado por una mixtura de colores que responden a cada fuerza. Es el símil de un territorio devastado. Habrá allí, por ejemplo, en cada departamento del interior profundo de la provincia de Buenos Aires, dos colores que al terminar la batalla señalan de qué parte del territorio se apoderó cada uno al cabo de una guerra fulminante.
La violencia que señala la cartografía argentina luego de la elección del 27 de octubre habla a las claras de una batalla encarnizada.
La conclusión es que la lucha es agónica en nuestras democracias y que llegar a la etapa de la construcción en paz será larga y tediosa.
Sin embargo, a pesar de haber sufrido tanto para desalojar a quienes nos saqueaban, finalmente lo conseguimos. Con esto conseguimos una paz que será útil y necesaria para la reconstrucción tan anhelada.
Por esa pausa benéfica, por ese logro que costó sangre, nos merecemos estar de mejor ánimo aceptando la contingencia de que lo que enfrentamos, en inferioridad de medios técnicos y con menos recursos, constituye la poderosa fuerza de la reacción política en nuestro país. Son los mismos que llamaron "fascista" a Perón, o que escribieron en un muro "Viva el cáncer" cuando se enteraron cual era el nombre de la enfermedad que aquejaba a Evita.
Ellos son los que tienen los medios de prensa y los medios de producción. Nosotros, como lo asumiera el electo gobernador bonaerense Axel Kicillof, deberemos ser el paraguas protector de los más débiles, de los más castigados por las políticas de ajuste de Macri. Para cumplir esa misión es fundamental atender el doble rol de los que protegen y al mismo tiempo de los que crean condiciones de producción de bienes y servicios suficientes para distribuir sus beneficios entre todos, sean víctimas o no de un país que terminó con una hambruna gigantesca y evitable, que compromete el crecimiento y desarrollo de cientos de miles de niños.
No puedo afirmar aún que haya habido fraude pero vaya lo siguiente en descargo de todos aquellos del FdT que se sintieron sorprendidos por la diferencia, que asumieron como escasa, de los votos que lo separaban de JpC (Juntos por el Cambio).
Para quienes han hecho los cálculos, sorprende de verdad que 2.200.000 electores -entre los que no votaron en las PASO, los que votaron en blanco o entre los que en las PASO votaron a otros partidos-, todas hayan votado al JpC. Esa distribución desigual de movilidad de los votos da pie a que podamos preguntarnos: ¿es ese en su totalidad voto antiperonista?
¿Es posible pensar que desde un terreno supuestamente neutral casi todas las voluntades se inclinaran hacia uno solo de los dos polos?
¿No habrá que estudiar un poco más esos guarismos con el fin de descartar la existencia de fraude electoral hecho por JpC?
En fin, ese será tema para estudiosos. Personalmente me quedo con el saldo de esa elección que de cualquier manera me ha gratificado y ha puesto una vez más mi esperanza en mi querida Argentina.
Publicado en:
https://www.vaconfirma.com.ar/?articulos_seccion_719/id_10162/la-lucha-agonica
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