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domingo, 20 de octubre de 2019

LA INDUSTRIA QUE SUPIMOS PERDER, por Emiliano Masnata



ESTUDIO PRELIMINAR SOBRE LA EVOLUCIÓN DE LA INDUSTRIA EN LA PROVINCIA DE BUENOS AIRES DURANTE EL GOBIERNO DE MARIA EUGENIA VIDAL (2015 – 2019).


  

por EMILIANO MASNATA. LICENCIADO EN HISTORIA.
  

  

Fundamentación:



Me propongo estudiar el proceso de desindustrialización en la Provincia de Buenos Aires durante el periodo 2015 - 2019. Realizamos este corte temporal ya que buscamos mostrar el impacto negativo de las políticas rentísticas financieras en nuestra provincia.

Elegimos estudiar el desarrollo de la industria debido a su importancia en el entramado social y en la vida política de la zona estudiada. Las grandes empresas que emplearon a miles de trabajadores durante años marcaron la vida de estos y de los barrios donde se instalaron. Su desaparición significa la pérdida de identidad como clase productora, es decir la pérdida de su identidad como trabajadores.

Nos inclinamos por esta zona específica ya que es uno de los polos industriales más importantes del país, y el que más sufrió la aplicación de las medidas neoliberales implementadas por el gobierno de Cambiemos.

Cuantificar este proceso nos permitirá una comprensión más acabada sobre la realidad de la industria bonaerense luego de esta nueva experiencia neoliberal.

Como recursos disponibles para desarrollar la investigación contamos con los datos publicados por el Instituto de Encuestas y Censos (INDEC) y los publicados por la Dirección Provincial de Estadísticas del Ministerio de Economía de la Provincia de Buenos Aires.



Pregunta eje del trabajo:



¿Cuál fue el alcance del proceso desindustrialización en la provincia de Buenos Aires de 2015 a 2019?



Para responder a esta pregunta nos centraremos en la variación interanual de la industria de la provincia, y las variaciones que sufrieron las ramas automotrices, metalmecánica y textil.



Marco teórico:



Para trabajar el tema elegido tomaremos la periodización que utiliza Mario Rapaport[1] para analizar las distintas etapas del proceso de industrialización argentino:

1930 – 1945: Industrialización espontanea.

1946 – 1955: Industrialización peronista.

1956 – 1975: Industrialización desarrollista.

1976 – 2001: Modelo Rentístico financiero.

Para el periodo 2003 - 2019 utilizaremos categorías propias:

2002 – 2015: Modelo Keynesiano.

2015 – 2019: Restauración del modelo Rentístico Financiero.









Objetivo general:



El objetivo principal del presente trabajo es demostrar cómo las políticas neoliberales implementadas por Vidal y Macri frenaron el crecimiento industrial de la provincia e iniciaron el tercer periodo de desindustrialización de nuestra historia.



Objetivos específicos:



1)      Comparar la evolución de la industria bonaerense con la situación económica de la Nación (valor del dólar, caída del consumo, aumentos tarifarios).

2)      Comparar la evolución de la industria de la provincia con la apertura de las importaciones a partir del año 2018.

3)      Cuantificar la evolución de la industria en tres ramas específicas: automotriz, metalmecánica y textil.

4)      Aportar los primeros datos sobre el estado del entramado industrial de Buenos Aires en el final del mandato de Vidal.





Introducción.

En el presente trabajo nos proponemos analizar la evolución de la industria en la Provincia de Buenos Aires durante la gobernación de María Eugenia Vidal (2015 – 2019). Comparando la misma con la economía a nivel nacional, el monto de la deuda contraída por la Nación y por la Provincia, la fuga de capitales (formación de activos en el exterior) y el valor de la moneda nacional frente al dólar.

El periodo estudiado irá desde octubre de 2014 a diciembre de 2019, centrándonos en la provincia de Buenos Aires. Utilizaremos como fuente principal la página web de la Dirección Provincial de Estadísticas de la Provincia de Buenos Aires[2]. Elegimos esta fuente porque contiene los datos publicados por el gobierno de la provincia, evitando así que se pongan en tela de juicio los números presentados acusándolos de parciales. También utilizaremos el Estimador Mensual industrial, publicado por el INDEC. Con la particularidad de que este estimador dejó de publicarse durante el mandato de Vidal, por lo que sólo cuenta con datos hasta diciembre de 2015. Debido a esta falta de datos, nos vemos obligados a comparar el Índice de Variación Industrial Anual (2014 – 2019) y el Estimador mensual Industrial del INDEC (1997 – 2015) sin que los mismos coincidan temporalmente, salvo por el periodo final del mandato de Daniel Scioli (2014 – 2015).

A lo largo del trabajo iremos comparando la evolución de la industria manufacturera en la provincia a través de porcentajes interanuales; es decir se comparará la evolución de la industria en enero de 2016 con igual mes del año 2015. Para determinar por qué se producen las variaciones en dichos índices, los relacionaremos con las políticas económicas a nivel nacional (valor del dólar, fuga de capitales, inflación, aumentos de tarifas, apertura de las importaciones y caída del consumo). A su vez, tomaremos tres ramas industriales para estudiarlas por separado: industria automotriz, metalmecánica y textil. Elegimos estas tres ramas (entre 35) por ser las principales generadoras de empleo dentro de la provincia, y las más afectadas por el modelo económico de Cambiemos.









1.       Breve repaso por la historia de la industria en argentina.



En 1880 nuestro país adopta de manera definitiva el modelo agro exportador, insertándose así en la División Internacional de Trabajo como una nación agroexportadora. Se exportaban materias primas (trigo, carne) y se importaban productos manufactureros, siendo el principal socio comercial Gran Bretaña. La tierra se encontraba monopolizada en manos de una oligarquía terrateniente que a su vez tenía el poder político a través del Partido Autónomo Nacional (PAN). Esta situación “ideal” se sostenía sólo mientras Gran Bretaña fuera la principal potencia económica y militar del mundo. La emergencia de Estados Unidos, Alemania y Japón como potencias desplazaron a Gran Bretaña de su lugar de primera economía mundial. De esta forma, el modelo adoptado por la oligarquía entró en crisis.

Esta competencia entre potencias imperialistas se resolvió mediante la guerra. De 1914 a 1918 Gran Bretaña y Francia por un lado y Alemania por el otro, intentaron imponerse en Europa y el mundo. Vencieron los ingleses y los franceses, pero quien realmente se vio beneficiado fue Estados Unidos, quien ingresó al conflicto en 1917 e inclinó la balanza a favor de los aliados. Esto representó un grave problema para el modelo económico argentino, porque los norteamericanos producían materias primas y productos manufactureros por igual, y en mayor cantidad que Argentina y Gran Bretaña respectivameente. Es decir que su economía, a diferencia de la inglesa, no era complementaria de la nuestra. Estados Unidos no necesitaba un mercado que lo proveyera de materias primas para su industria, porque las producían dentro de sus fronteras.

Este modelo en crisis tiene su golpe de gracia con la Crisis de 1929, que destruye la producción manufacturera a nivel mundial y cierra los mercados donde Argentina podía vender su producción. Gran Bretaña decide dar prioridad al comercio con sus colonas y ex colonias, dejando a nuestro país fuera de su circuito comercial. En este punto se inicia un proceso conocido como Industrialización por Sustitución de Importaciones (ISI), que se caracterizó por un notable crecimiento de la industria nacional, que comenzó a producir localmente una gran parte de los productos que antes importaba de Inglaterra. Mario Rapaport[3] divide este proceso en tres etapas:

La industrialización “espontánea” (1930-1945): que se inicia con el Crack de la Bolsa en Nueva York en 1929, que llevó a la quiebra del sistema multilateral de comercio, incluyendo el patrón de cambio basado en el oro, y dio lugar a un retorno de los sistemas de preferencia imperial (en especial dentro del Imperio Británico) y a los convenios bilaterales. La Argentina, que tenía una economía abierta al mundo, experimentó una severa caída de sus exportaciones y un amplio déficit en su balanza comercial, al no poder prescindir de las importaciones de bienes industriales y de muchos bienes de consumo masivo. El proceso de sustitución de importaciones, que proyectó al sector industrial por sobre el agropecuario e inició una nueva etapa en la historia económica argentina, sucedió en gran parte producto de la necesidad y no de la voluntad política. Para Rapoport, a partir de los años 30 la industria se convertirá en uno de los sectores impulsores de la economía nacional; los rubros más dinámicos fueron los relacionados con los insumos locales, especialmente la industria textil (que empleaba la lana y el algodón producidos localmente) y la metalúrgica liviana. Ya en este primer periodo, el autor destaca una de las características que marcará el desarrollo industrial argentino en las siguientes décadas: las ramas de mayor crecimiento producían bienes de consumo final, con una mayor utilización de mano de obra que de bienes de capital, sumado a que las maquinarias y los insumos intermedios utilizados eran en gran medida importados. De esta manera, el crecimiento industrial, por su demanda de productos importados, generaba un incremento en las importaciones. Este hecho, provocará problemas constantes en la balanza de pagos.

El proyecto industrializador peronista (1946-1955): se diferenció del anterior porque el estímulo al desarrollo industrial se basó en la participación de nuevos sectores sociales (en su mayoría migrantes provenientes de las provincias del norte del país.) y la ampliación del mercado interno a través de los aumentos salariales y las leyes laborales que mejoraron las condiciones de vida de los obreros. A esto se le debe sumar la intervención del Estado en la economía, especialmente a través del Instituto Argentino de Promoción del Intercambio (IAPI), que destinó recursos del agro a la industria, para financiar el desarrollo de la misma (Primer Plan Quinquenal 1946 – 1951). El crecimiento del consumo interno y de la producción de bienes limitó las exportaciones e incrementó las importaciones. La baja en los precios internacionales de las exportaciones argentinas puso en crisis al modelo peronista. Crisis que se resolvió parcialmente con el Segundo Plan Quinquenal (1952 – 1955), truncado por el Golpe de Estado del año 1955.

La  industrialización “desarrollista” (1955-1976): este periodo está caracterizado por una fuerte inestabilidad del sistema político, que comenzó con la proscripción del peronismo. Esto condujo, por un lado, a la radicalización de vastos sectores populares, influenciados también por la Revolución Cubana y movimientos contestatarios en otros países. Y por otro, a un endurecimiento del “partido de derecha”, que se expresaba a través de las fuerzas armadas. La inestabilidad política, los enfrentamientos internos en el peronismo y la muerte de Perón conducirán al Golpe de Estado de 1976. En cuanto a lo económico, en este período de industrialización, no se vuelve a caer en el fuerte endeudamiento externo de la etapa agro exportadora pero si en repetidas crisis de la balanza de pagos, los conocidos ciclos de stop-go (como consecuencia de los requerimientos del propio proceso industrialista, que se contrapone con una estructura dependiente de las exportaciones agropecuarias). Estos ciclos económicos estaban ligados al mercado interno y al externo al mismo tiempo. En la etapa de crecimiento, ante el aumento de la producción industrial vinculada al consumo local, se incrementaban las importaciones, para comprar bienes de capital e insumos básicos, y se reducían las exportaciones, por la mayor demanda interna originada en la suba del salario real y de los niveles de ingresos. Pero el déficit en la balanza comercial y la disminución de las divisas llevaban a una devaluación que provocaba un aumento del precio de los productos agrarios exportables y de los insumos importados. Todo esto se traducía en crisis del sector externo, procesos inflacionarios y políticas monetarias restrictivas. El periodo que va de 1964 a 1974 se distinguió por un crecimiento que llegó a un porcentaje anual del 5%[4] , ligado al incremento de la productividad. Así en estos últimos diez años quedan superados los problemas de las balanzas de pagos del ciclo anterior. Como ya se mencionó, el problema radica en la debilidad política de los gobiernos radicales, en la radicalización de la derecha y de la izquierda peronista y en los sucesivos golpes de Estado.

Este modelo industrial, caracterizado por salarios altos, sindicatos fuertes, un movimiento obrero con una gran capacidad de movilización, un bajo nivel de endeudamiento externo, un Estado intervencionista o keynesiano y niveles casi nulos de desempleo y pobreza se convertirá en el principal objetivo de los gobiernos neoliberales que accederán al poder a partir de 1976. Rapoport lo denomina “modelo rentístico financiero” y tendrá tres intentos de romper con el modelo de desarrollo autónomo iniciado en 1930. El primero será con el Proceso de Reorganización Nacional (1976 - 1983), el segundo con las presidencias de Carlos Saúl Menem (1989 – 1999) y Fernando de la Rúa (1999 – 2001) y el tercero con Mauricio Macri (2015 2019).

En estos tres momentos podemos encontrar varias similitudes en los modelos económicos adoptados: devaluación de la moneda nacional, fuerte endeudamiento externo, cierre de fábricas, aumento de la pobreza, la indigencia y el desempleo, especulación financiera, vulnerabilidad a crisis económicas internacionales y una crisis financiera, política y social interna que marca el final del intento desindustrializador.

Para no extendernos demasiado en este tema, mencionaremos dos ejemplos del impacto de las políticas neoliberales en el entramado industrial de Argentina: el primer golpe a la industria nacional se da con la Dictadura genocida que gobernó desde 1976 a 1983, el plan económico de Martínez de Hoz provocó que entre 1974 y 1984 se perdieron 152.084 puestos de trabajo y cerraran 17.012 empresas.[5]

El segundo golpe se da en los años 90 producto de la convertibilidad y la apertura irrestricta de las importaciones. Citaremos un ejemplo de nuestra provincia, Buenos Aires posee dos partidos (La Matanza y San Martín) que se caracterizaron por contar con un gran entramado industrial que ocupaba a miles de trabajadores y que venía creciendo de manera casi ininterrumpida desde 1930, pero a partir de 1976 iniciará un camino de franco retroceso[6]:




El modelo neoliberal entra en crisis en el año 2001, donde la pobreza alcanzó el 50% y el desempleo superó el 20%. El estallido social que eyectó del poder al presidente radical marcó el final de la experiencia neoliberal en Argentina, al menos por el momento.

Desde 2003 hasta 2015 nuestra nación fue gobernada por el Partido Peronista, un partido que retomó sus históricas banderas de soberanía política, independencia económica y justicia social. El camino del desarrollo industrial apoyado por el Estado volvió a ser el eje de la política económica de los presidentes Néstor Kirchner (2003 – 2007) Y Cristina Fernández (2007 – 2015). La pobreza, durante estos años, se redujo a la mitad y el desempleo llegó al 6%. Numerosas empresas reabrieron sus puertas, mientras que las que no habían cerrado tomaron personal nuevo. A la par de este proceso se reinstalaron las paritarias nacionales, se estatizaron las jubilaciones, se recuperaron empresas privatizadas en los años 90, se desendeudo al país y se implementó la Asignación Universal por Hijo.

El largo camino de la recuperación de nuestra industria tuvo lugar por la iniciativa de un Estado peronista, que intervino en la economía para lograr una redistribución más equitativa de la riqueza, muy diferente al Estado peronista de Carlos Menem. Vale recordar una frase que repite Leandro Santoro: “Argentina no es un país pobre, es un país desigual”. La solución no es aumentar la productividad y bajar los costos., sino repartir mejor las riquezas que se producen Recurriremos otra vez a los números, para sustentar nuestras afirmaciones[7]:





Partiendo de una base de 100 en el año 1997 podemos observar la caída en la actividad industrial de manera ininterrumpida hasta el año 2002 inclusive. Iniciando luego una reactivación también sostenida hasta el año 2013, con una leve caída en 2014. No podemos dejar de relacionar estos números con la situación económica a nivel nacional. Desde 1998 el modelo neoliberal menemista entra en crisis y Argentina en una recesión sin antecedentes, cuyo peor capítulo se vivirá en los años 2001 y 2002 (año que se devalúa el peso un 400% y se declara el tan temido default). A partir del año 2003 es notable el crecimiento sostenido, producto de una decisión  política de apoyar el crecimiento industrial autónomo.

2. La industria que supimos conseguir.  

El ingeniero Jorge Schvarzer (miembro del Centro de Investigaciones Sociales sobre el Estado y la Administración y del CLACSO) escribió una de las mejores investigaciones sobre la historia de la industria nacional, que tituló “La Industria que supimos conseguir”[8]. En esta investigación el autor sostiene que la industria nacional argentina en 1975 se asemejaba a un tren que avanzaba a toda velocidad. Tenía sus problemas para resolver, pero se encontraba en su momento de mayor desarrollo. Lo que el Proceso de Reorganización Nacional hizo fue poner el freno de mano a ese tren de la industria nacional que avanzaba imparable desde 1930 cuando comenzó la industrialización por sustitución de importaciones. Los resultados fueron desastrosos, a medida que la economía argentina abría sus fronteras a los productos importados y la deuda externa pasaba de 8.000 millones de dólares en 1975 a 45.000  en 1983 (la mitad de esa deuda fue contraída por el sector privado, pero pagada por el Estado), la industria nacional retrocedía a un ritmo acelerado: de 1976 a 1983 se perdieron cerca de 20.000 pymes y la participación de los asalariados en la redistribución de las riquezas que producía la nación pasó del 50% cuando Isabel Martínez fue derrocada a un 24% cuando asumió Raúl Alfonsín.

El gobierno de Carlos Menem representó el segundo avance del neoliberalismo en argentina (modelo que continuo con Fernando De la Rua), para 2002 (cuando la convertibilidad llegó a su final) había en Argentina 50% de pobreza a nivel nacional, la deuda externa superaba los 170.000 millones de dólares, se declaraba el default y numerosas empresas cerraban sus puertas.

El tercer experimento neoliberal es el gobierno de Macri y Vidal, por eso decidimos realizar un análisis de la evolución de la industria bonaerense durante su gestión, para cuantificar el impacto de sus medidas en nuestra industria.

Sería muy conveniente para nuestro estudio continuar utilizando los informes del INDEC,  pero el organismo no publica nuevos relevamientos desde 2015. Por lo que deberemos recurrir a los datos publicados por la Dirección Provincial de Estadísticas del Ministerio de Economía de la Provincia de Buenos Aires. Estas estadísticas, a diferencia de las del INDEC, no discriminan por partidos, por lo que los datos expresados de aquí en adelante se referirán a toda la provincia, y no a determinados municipios.

Según los datos publicados por la provincia, la industria bonaerense comenzó a caer en octubre del año 2014 (-4.6), comparado con igual mes del año anterior. Debemos recordar en este punto que el año mencionado el peso se devaluó frente al dólar un 12%, llegando a venderse 1 dólar a 8 pesos. Mientras que en los mercados paralelos llegó a venderse a 18 pesos. Así llega a su fin un periodo de crecimiento constante que había comenzado en 2003,  y que había dado inicio la recuperación de la crisis del modelo neoliberal del año 2001. Lo que vendría de aquí en adelante serán meses de caída sostenida hasta el año 2017. Antes de continuar creemos importante mencionar que, pese a la caída en la actividad industrial[9] que se vivirá en los últimos dos años de gestión de Daniel Scioli, los salarios no perderán poder de compra frente a la inflación. Tampoco se implementará una política aperturista que arrase a la industria nacional y el valor de la divisa norteamericana se mantendrá estable hasta fines de 2015. Estos datos nos ayudan a entender porque, a pesar de caer la actividad estudiada, el consumo se mantuvo alto y las Pymes continuaron produciendo sin tener que recurrir a despidos masivos y cierre de establecimientos.

Pero es en diciembre de 2015, cuando asume Vidal como gobernadora, que nosotros profundizaremos nuestro análisis.

El 16 de diciembre de 2015, El ministro de Hacienda, Alfonso Prat Gay, anunció el fin del cepo cambiario (medida que restringía la compra de dólares). Así el flamante gobierno cumplía con una de sus principales promesas de campaña. El resultado fue una fuerte devaluación de la moneda nacional, el valor de la moneda extranjera pasó de 9.70 a 13.95 en pocos días. Esta devaluación se trasladó a los precios y la inflación de 2016 fue de 40.3%. A diferencia de lo que sucedía durante el gobierno anterior, los salarios no acompañaron la escalada de precios, y salvo el gremio de los aeronavegantes, el resto cerró las paritarias muy por debajo de la inflación. A esta situación de devaluación, inflación y salarios a la baja se le debe sumar la política de aumentos tarifarios impuesta por el macrismo. A partir de octubre del año 2016 el gobierno redujo las subvenciones a los servicios (gas, luz y agua) y al transporte (trenes, subtes, colectivos) de un 80% en promedio a menos de un 30% en 2019. Gracias a estas medidas, el pasaje mínimo de colectivo pasó de 3$ a 18$, una factura de gas promedio pasó de $62 a 700$, una de luz de $32  a $600 y la de agua de 25 pesos a 200 pesos.

Estos aumentos no sólo afectaron directamente el poder adquisitivo de los asalariados, sino que aumentaron también los costos de producción de las Pymes, en especial el gas y la luz (fuentes primordiales de energía para producir).

Las pequeñas y medianas empresas representan el 75% del empleo en blanco en Argentina, y el 90% de las mismas venden su producción en el mercado interno. Por eso para que las pymes puedan subsistir, es primordial un mercado interno en crecimiento, con salarios altos y tarifas subsidiadas. Si el camino adoptado es inverso, como vimos arriba, el salario pierde poder de compra y el mercado interno entra en recesión porque se consume menos y por lo tanto se vende menos. Si a esto le súmanos el aumento constante de las tarifas, las empresas nacionales que emplean a menos de 100 trabajadores (las pymes) se verán en un grave problema a la hora de continuar produciendo y brindando empleos de calidad.

Salarios a la baja, inflación alta, tarifazos, caída del consumo y devaluación del peso representan una combinación difícil de enfrentar para la industria nacional y en 2016 cierran 2.139 pymes según los datos publicados por la AFIP. En el cuadro siguiente, veremos la evolución mes por mes de la industria bonaerense durante el año 2016:







Como mencionamos arriba, analizaremos por separado tres ramas de la producción industrial para cuantificar el impacto del modelo neoliberal en el entramado industrial bonaerense.

El sector más afectado será el textil, que venía creciendo a un buen ritmo desde noviembre del 2015 (+5.1) hasta marzo del 2016 (+8.2), para empezar a caer de forma ininterrumpida hasta fin de año: Abril -0.1, Mayo -4.5, Junio -13, Julio -11.4, Agosto -5.8. Septiembre -16.3, Octubre -18.9, Noviembre -7.2 y Diciembre -8.0.

El otro sector que genera una gran cantidad de empleo es el metalmecánico (industria metalúrgica liviana, atada a la importación de bienes capitales para producir), partidos como San Martín y La Matanza están repletos de establecimiento metalúrgicos que emplean a menos de 100 operarios, que producen para el mercado interno y son los primeros en verse afectados por la caída del consumo y los aumentos tarifarios. A diferencia del textil, el sector metalúrgico venía cayendo desde febrero de 2015 (-3.3) hasta diciembre del 2015 (-11.9). Ya con Vidal como gobernadora, tendrá un año muy malo también, con meses de fuerte caída: Febrero -26.5, Julio -9.1 y Agosto con -45.7 y meses con un leve repunte: Mayo 5.7 y Enero 3.9.

Por último analizaremos el sector automotriz representado por multinacionales, no por pymes, pero que demandan una gran cantidad de autopartes que si producen las pymes. Por este motivo nos pareció importante estudiar su evolución. Comenzó el 2016 con una fuerte caída (-20.6) pero terminó el año con importantes subas en su actividad: Noviembre 33.6 y Diciembre 47.5.

El 2017 será el mejor año del gobierno de Mauricio Macri, con números mediocres, pero mucho mejores que los presentes. La inflación fue sólo del 24.9% y los salarios aumentaron entre 20 y 25% dependiendo del gremio. El dólar se mantuvo relativamente estable y cerró el año en 19 pesos. Cambiemos se impuso en las elecciones de medio término, derrotando a su némesis política en la Provincia de Buenos Aires. A pesar de esto, cerraron 1.812 pymes, menos que en 2016 de todas formas. Los aumentos de tarifas fueron pausados momentáneamente, pensando en las elecciones de octubre de ese mismo año.

La industria de nuestra provincia tuvo su mejor año dentro de la gestión de Cambiemos, con un crecimiento sostenido desde Mayo:






En el análisis diferenciado por rama, observamos nuevamente que el sector textil es el más castigado, con fuertes caídas en todos los meses del año (Enero -23.6, Febrero -23.7, Abril -21.8, Julio -11.8 y Diciembre -10), creciendo sólo en el mes de noviembre (+4.4).

El sector metalmecánico tuvo un buen año, con una crecida record de 85.7% en el mes de Agosto y un crecimiento sostenido durante casi todo el 2017, salvo por las caídas registradas en Enero (-8.0) y Octubre (-21.2).

El sector dedicado a producir vehículos (autos, camiones, utilitarios) también experimentó un año de crecimiento sostenido en su producción, siendo Enero (29.3), Junio (23.3), Septiembre (24.2) y Octubre (36.4) los meses de mayor crecimiento. Cayendo su actividad sólo en Abril (-1.4) y Noviembre (-3.6).

Finalizado el mejor año de Cambiemos, comenzó su peor año, al menos hasta el momento. En 2018 el modelo económico de Macri, basado principalmente en un fuerte endeudamiento externo y tasas en pesos altísimas para absorber capitales y evitar que se vuelquen al consumo o al dólar, entra en crisis por el cierre de los mercados que le prestaban a una tasa de interés relativamente baja. En este punto, se inicia una corrida bancaria sin precedentes en nuestra historia. Según lo publicado por el  Observatorio de Deuda Externa (ODE), organismo dependiente de la Universidad Metropolitana para la Educación y el Trabajo (UMET), desde que Macri asumió, el país tomó deuda por 187.298 millones de dólares, de los que se fugaron unos 133.313 millones de dólares. Cifras de esta magnitud se explican por la eliminación de todo control a la circulación de bienes, favoreciendo la fuga constante de divisas que ingresaron al país en concepto de deuda.

La corrida se inició en abril del 2018 cuando el financiamiento exterior (es decir la posibilidad de pedir crédito afuera para pagar servicios de deuda) se cerró para el gobierno de cambiemos. Los inversionistas internacionales consideraron que debido a la gran cantidad de deuda contraída por la gestión de Macri, se le haría muy difícil cumplir con los pagos de la misma. Por ese motivo, y hablando en un lenguaje menos técnico, no le prestaron más plata para pagar la deuda. Frente a esta situación, los tenedores de bonos de deuda argentina y de las famosas LEBACS[10], comenzaron a vender esos bonos y esas LEBACS y a comprar dólares y fugarlos. Al aumentar la demanda de dólares se elevó el valor del mismo, devaluando a su vez al peso. El panorama se presentaba muy duro, a la fuga de capitales y la devaluación se sumó la posibilidad real de un Default (cesación de pagos de los vencimientos de la deuda). En este punto interviene el FMI, prestando 57.000 millones de dólares al gobierno, asegurando el crédito necesario para pagar los vencimientos de deuda, así se evitaba el Default. Macri salvó su gobierno de una corrida bancaria que hubiera llevado al final anticipado de su gestión. Pero faltaba solucionar otro problema: el valor del dólar. La cotización de la moneda extranjera no bajaba, y eso generaba un aumento marcado de la inflación, profundizando la recesión económica que vivía Argentina. El presidente del Banco Central, Federico Sturzzeneger y su sucesor Nicolás Caputo, recurrían a vender grandes cantidades de dólares a un precio menor que el del mercado para frenar la suba de la verde divisa. Pero este sistema no funcionaba, el dólar subía y se perdían reservas del Banco Central; reservas prestadas por el FMI para pagar vencimientos de deuda, no para financiar la fuga de capitales. Presionado por el Fondo, Macri reemplaza a Caputo por Federico Sandleris, quien elabora un sistema de bandas de flotación móviles. Todos los meses se establecía un mínimo y un máximo de referencia para el valor del dólar, si el mismo superaba ese valor pre establecido, el Banco Central intervenía. Así se logró generar una estabilidad efímera que contuvo al dólar. El precio pagado fue muy alto, Argentina entregó su independencia económica al FMI, se perdieron miles de millones de dólar (más de 27.000 millones según la UMET), la inflación fue la más alta desde 1991 y la pobreza llegó a niveles que no se veían desde el año 2002. Un último dato que nos gustaría mencionar es el del valor en dólares del salario argentino, en 2015 el salario promedio de nuestro país era de 589 dólares (el más alto de la región), hoy es de 297 dólares, el más bajo comparado con los países limítrofes. Esto es resultado de la fuerte devaluación del peso arriba desarrollada.  Y si comparamos el valor del peso respecto al dólar, durante los gobiernos de Néstor y Cristina, nuestra moneda se devaluó en un 135% respecto a la divisa verde en 12 años: mientras que en 3 años y medio de administración macrista la devaluación fue de un 510%.

La devaluación del peso frente al dólar y una nueva tanda de aumentos de tarifas y transporte impactaron en la economía nacional y en el nivel de consumo. Y como ya mencionamos arriba, si el consumo cae, cae también la producción industrial. En 2018 cierran 3.955 pymes y la inflación fue de 48.7, mientras que los acuerdos salariales no superaron el 35%, con gremios que arreglaron aumentos inferiores al 15%.

A este panorama tan adverso, el gobierno le sumó un nuevo problema. El 11 de enero del 2018 se publica el Decreto N°27/18, que eliminaba más de 300 posiciones arancelarias del sistema de control de licencias no automáticas para la importación de bienes. El decreto dice en su primer artículo lo siguiente:



“Que, a través de diversas medidas adoptadas por el Gobierno Nacional, está teniendo lugar un proceso que promueve el funcionamiento dinámico y eficaz de la gestión pública, destinado a incentivar la inversión, la productividad, el empleo y la inclusión social.”[11]



La caída del consumo, las tarifas impagables, las importaciones que compiten de manera desigual con las pymes y las tasas mayores al 60% en los préstamos bancarios (principal fuente de financiamiento para las pymes) no podían tener otro resultado más que el de barrer con el entramado industrial bonaerense que se venía recuperando lentamente desde 2003.

Este combo se vio reflejado en la producción industrial de la provincia:







Como se mencionó arriba, la corrida se inició en abril de 2018, y en Mayo ya se pueden apreciar los efectos de la misma en la actividad industrial: ocho meses consecutivos de caída en la producción, superando los siete meses de retracción del año 2016. La breve bonanza iniciada en el 2017 llegó rápidamente a su final. Argentina entraba en una recesión de la que todavía no sale, y la industria nacional se hundía a la par del resto de la economía nacional.

La industria textil inició el 2018 de manera prometedora, con cinco meses de crecimiento sostenido a una tasa promedio del 5% mensual, siendo Abril (8.7) el mejor mes. Pero pasaron cosas, y el sector textil acompañó al resto de la industria en su caída. Desde Junio su actividad se contrajo, siendo los últimos cuatro meses del año los peores: Septiembre (-34.5), Octubre (-23.6), Noviembre (38.1) y Diciembre (30.7).

A diferencia de la industrial provincial y la del sector textil, la metalmecánica tuvo un año irregular, con un crecimiento alto en los primeros meses (Enero 21.1, Febrero 38.8 y Marzo 9.8). Luego acompañó la caída generalizada de la industria, cayendo tres meses seguidos (Mayo -11.1, Junio -9.3 y Julio -11.8). En Agosto tiene un leven repunte (4.2), para hundirse desde septiembre en adelante (Septiembre -13.2, Noviembre -18.1 y Diciembre -34.4), siendo el mes de Octubre una excepción, con un crecimiento del 29%.

La industria automotriz por su parte comenzó a caer recién en Septiembre (-15.5), siendo el peor mes Diciembre (-17.2).

En estas cifras se puede apreciar la relación directa entre el inicio de la crisis (abril de 2018) y la caída en la producción industrial de la provincia de Buenos aires. Entre 2016 e inicios del 2018 la actividad del sector mantuvo cifras similares a las de 2013 – 2015. Con meses de caídas alternados con meses de crecimiento. Incluso el año 2017 fue considerablemente mejor que el 2015. Es a partir del año 2018 cuando se pueden apreciar de manera mucho más explícita los efectos de las políticas neoliberales en la industria bonaerense.

Llegados al 2019, el panorama para la industria no mejoró. La Dirección de Estadísticas de la Provincia de Buenos Aires sólo publicó datos hasta Junio, mientras que el INDEC no publica nada desde 2015, como ya se mencionó. Debido a esta carencia de fuentes, no podemos (al menos por el momento), realizar un análisis que abarque todo el año. Nuestro estudio se limitará hasta Junio. Esperando poder completar el mismo en el 2020.

Lo que si podemos hacer es dar algunas cifras que resuman los tres años y medio de gestión PRO. Desde que asumió Macri se perdieron 152.084 puestos de trabajo y cerraron 17.012 pymes (7.518 en 2019, hasta Julio). Mientras que la pérdida del poder adquisitivo fue de un 16% en igual lapso de tiempo[12]. La Unión Obrera Metalúrgica de La matanza, por su parte, denunció que desde 2015 se perdieron 55.000 puestos de trabajo en nuestro partido y cerraron 100 pymes durante el mismo período.

Volviendo a la fuente que estructuró nuestro estudio, la Dirección de Estadísticas de la Provincia publicó datos hasta Junio, todos los sectores (salvo el metalmecánico) continuaron con el proceso de contracción de la actividad iniciado en Mayo del 2018:









Los número del Índice de variación industrial mensual surgen de un promedio de las variaciones de 35 ramas, nosotros elegimos estudiar tres de esas 35 ramas por ser las de mayor peso dentro del sector industrial. La industria bonaerense acumula así catorce meses consecutivos de caída en su actividad, hecho que no se veía desde 2002. Falta aquí sumar los datos correspondientes a Agosto y Septiembre, donde una nueva devaluación del peso disparó la inflación (que superará el 45% este año) y hundió todavía más el consumo. Afectando de forma directa a las pymes como ya mencionamos anteriormente.

La rama industrial dedicada a la confección de prendas fue, nuevamente, la que más sufrió la recesión y la caída del consumo producto de la inflación y los aumentos tarifarios. Inició el 2019 cayendo un -29.5%, y sostuvo cifras similares durante todo el año (Febrero -13.9, Marzo -39, Abril -33, Mayo -22.9 y Junio -28.7). Acumulando 13 meses consecutivos de contracción de su actividad.

La industria metalmecánica arrancó el año igual que las otras ramas: cayendo un 23.6% en Enero, pero a partir de Junio (12.4) tuvo un repunte en su actividad. Resta saber si se mantendrá creciendo en lo que queda del año.

La industria automotriz afectada por la caída en las ventas de cero kilómetros (según la Asociación de Concesionarias de Automotores el patentamiento de vehículos en agosto cayó 32,8% con relación al mismo mes de 2018 y 11,8% frente a julio del año pasado pese al programa de incentivo acordado con el gobierno nacional) y por la crisis que atraviesa Brasil (principal comprador de los vehículos que se fabrican en el país), cayó fuertemente en este año: Enero -13.4, Febrero -17.1, Marzo -28.4, Abril -25.7, Mayo -25.3 y Junio -16.3. Acumulando diez meses consecutivos de caída en su producción. Como ya se mencionó, la industria automotriz está compuesta por empresas multinacionales no por pymes, pero demanda una gran cantidad de auto partes a las pequeñas y medianas empresas. Por lo tanto, si su producción cae, afecta directamente a las pymes.











3.       Conclusión



La industria nacional, desde 1930, es uno de los principales motores de crecimiento de nuestra economía y la principal generadora de empleo registrado. Dentro del sector, son las pymes las que mayor cantidad de trabajadores emplean. La industria nacional y las pymes (en mayor medida) dependen de un mercado interno en crecimiento para poder subsistir. Todos los gobiernos neoliberales han buscado reducir a su mínima expresión a esta industria nacional, y en especial a las pymes. Este breve estudio se ha propuesto cuantificar cómo en estos cuatro años de gobierno neoliberal la industria de nuestra provincia se vio afectada por las mismas.

Creemos que pudimos demostrar claramente cómo la industria de nuestra provincia contrajo su actividad en estos casi cuatro años de neoliberalismo, en especial a partir de Mayo del año pasado.

Parece que el final de este tercer experimento neoliberal será más corto que los dos anteriores (1976 -1983 / 1989 – 2001). Pero no por esto debemos pensar que el problema está resuelto. El 30% del electorado continua apoyando a este tipo de gobiernos, y sus referentes buscarán volver a ser gobierno lo antes posible. Queda en nosotros, los ciudadanos responsables, no dejar de denunciar los efectos y reales intenciones de estos modelos aperturistas. Esa es (o al menos intenta ser) la intención de este breve estudio.



Bibliografía:

Centro de Economía Política (CEPA).

Dirección Provincial de Estadísticas de la Provincia de Buenos Aires.

Instituto Nacional de Encuestas y Censos (INDEC).

RAPOPORT, Mario. Seminario (2007) Mitos, etapas y crisis en la economía Argentina. Argentina.

www.estadistica.ec.gba.gov.ar.













[1]RAPOPORT, Mario. Seminario (2007) Mitos, etapas y crisis en la economía Argentina. Argentina. Disponible en: www.mariorapoport.com.ar%2Fuploadsarchivos%2Fmitos__etapas_y_crisis_en_la_economi__a_argentina.pdf.

[2] http://www.estadistica.ec.gba.gov.ar

[3] RAPOPORT, Mario. Seminario (2007) Mitos, etapas y crisis en la economía Argentina. Argentina.

[4]RAPOPORT, Mario. (2007). Ídem. Pág. 9.

[5] Elaboración propia en base a los datos extraídos de los Censos nacionales Económicos de 1974 y 1985 (INDEC).

[6] Elaboración propia en base a los datos extraídos de los Censos nacionales Económicos de 1974 y 1985 (INDEC).

[7] Elaboración propia en base a los datos extraídos del INDEC.

[8] SCHVARZER, Jorge. La industria que supimos Conseguir. Planeta. Argentina. 1996. 372 p.

[9] Según datos de la Dirección de Estadísticas de la Provincia de Buenos aires, la actividad industrial cayó de manera sostenida desde Octubre del 2014 (-4.6) hasta Diciembre del 2015 (-11.9), excepto por el mes de Abril del 2015, donde se creció un 4.6%.

[10] Las Letras del Banco central (LEBACS) son bonos a corto plazo (de 32 a 252 días) en pesos. La tasa de interés que ofrecían estas letras evitaba que grandes sumas de dinero en pesos se convierten en dólares, controlando la cotización de la moneda extranjera. También busca bajar la inflación, ya que los compradores de estas letras entregan pesos al Banco Central y no lo vuelcan al consumo.

[11] http://servicios.infoleg.gob.ar/infolegInternet/anexos/305000-309999/305736/norma.htm

[12] Según CEPA en base a datos publicados por la AFIP.

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