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domingo, 25 de agosto de 2019

LA REPÚBLICA DE LOS MATONES, por Gustavo Rosa (para "Nuestras Voces" del 24-08-19)


Por GUSTAVO ROSA
para Mi Voz, el lugar donde opinan los lectores 
24 de agosto de 2019

Después de las elecciones primarias, el oficialismo perdió la compostura. El Buen Mauricio es el primero, que nos mandó a dormir sin datos, nos castigó por votar mal, habla del mundo que no quiere al kirchnerismo, nos pide perdón, se culpa a sí mismo y toma medidas de emergencia que antes rechazaba. “No se inunda más, carajo” vociferó Macri en campaña pero la mitad de la población se siente con el agua al cuello.

Después de las elecciones primarias, el oficialismo perdió la compostura. El Buen Mauricio es el primero, que nos mandó a dormir sin datos, nos castigó por votar mal, habla del mundo que no quiere al kirchnerismo, nos pide perdón, se culpa a sí mismo y toma medidas de emergencia que antes rechazaba. “No se inunda más, carajo” vociferó Macri en campaña pero la mitad de la población se siente con el agua al cuello. Bastante desconcertados, los referentes amarillos apelan a sus más absurdas tretas para recuperar los votos perdidos, desde el populismo tan denostado hasta los exabruptos verbales de la diputada Carrió, pasando por la audacia de la gobernadora Vidal hablándole a una puerta sospechada de acosar a una joven.

Que la diputada Elisa Carrió y el senador Miguel Ángel Pichetto hayan participado de la reunión de gabinete ampliado es una desprolijidad institucional que no debería pasarse por alto. Estos dos legisladores no son funcionarios del gobierno, al igual que la Primera Dama, Juliana Awada, también presente en el CCK. Sin embargo estuvieron, junto a los mil cambiemitas que aplaudieron a rabiar. Una vez más, la diputada más ausente en el Congreso brindó un stand up digno de ocupar un lugar destacado en la comedia internacional. Decir que Juntos por el Cambio perdió las elecciones porque sus amigos están esquiando en el verano europeo o que los narcos fraguaron las elecciones son argumentos tan desopilantes como ridículos.

Agresivos, como calificar de ladrones a los exponentes del Frente de Todos o que Alberto Fernández es un ordinario. Peligrosa y antidemocrática: “a nosotros no nos van a sacar de Olivos. ¡Nos van a sacar muertos!». Olivos es la residencia presidencial, no la casa de gobierno y ella no tiene injerencia en ninguno de los dos edificios. Si el voto de los ciudadanos decide desalojarlos, se tendrán que ir. La violencia de la legisladora es inusitada y desubicada, más propia de un gobierno revolucionario que de uno en perfecta sintonía con el establishment.

Después afirman defender la República, aunque éste es el gobierno más antirrepublicano desde la vuelta a la democracia. Las prisiones sin condena, la represión desaforada, la destitución de jueces desobedientes, la monumental pauta oficial, que beneficia a los medios cómplices y asfixia a los críticos y las mentiras constantes hacen del Gran Equipo una patota antidemocrática. Y ni hablar de las promesas realizadas por Macri en la campaña de 2015, de las cuales casi ninguna ha cumplido, no por imposibilidad sino porque no estaban en sus planes de empobrecimiento de la mayoría.

Perdedores desquiciados
El Ingeniero y sus acólitos insisten en lo “maravilloso que estamos logrando juntos”, “las bases para transformar Argentina” y “estamos cerca de la orilla”. La Revolución de la Alegría se convirtió en una penosa escalada del Aconcagua. Ahora no prometen nada: sólo piden paciencia y acompañamiento; suplican los votos “para no volver al pasado”; agitan fantasmas para los que entienden poco y nada. Cuando se gobierna con patrañas, la democracia se debilita. Y en eso son expertos.

También crueles, porque se burlan de los más necesitados, de los desocupados, de los hambreados, de los que no llegan ni a mediados de mes. Así quieren conquistar las urnas otra vez para desigualar aún más y seguir entregando el patrimonio de todos a las manos de sus amigotes. Tan crueles que dejaron escalar el dólar para alarmar a la población sobre las consecuencias de la vuelta del kirchnerismo. Tanto que, simulando empatía, afirman que “tomaron nota del mensaje de las urnas” e implementan medidas insuficientes por tres meses para aliviar a los damnificados. Y eso que Carrió dijo que no le importan los pobres. La demagogia financiera se transforma en populismo tardío. Por un tiempo, por supuesto, porque si pierden en octubre descargarán toda su furia contra nosotros, incluidos sus votantes.

Antidemocrático es culpar a las elecciones por la crisis financiera y después decir que no existieron. Antidemocrático es comprar el blindaje de los medios y elaborar listas negras con más de mil periodistas que no encuentran lugar donde trabajar. Antidemocrático es doblar las boletas en el cuarto oscuro para que el principal candidato permanezca oculto. Antidemocrático es gobernar para una minoría empachada a costa del hambre del resto. Antidemocrático es entregar el país al Imperio afirmando que lo hacen por el bien de todos. Antidemocrático es alentar la devaluación de la moneda para que los argentinos aprendamos a votar por él, aunque nos cueste la dignidad.

Afortunadamente, nada de lo que hizo Macri después de las elecciones lo deja mejor parado que antes. De acuerdo a un estudio de CEOP, liderado por Roberto Bacman, sobre 1695 encuestas telefónicas, la conferencia de prensa del lunes encabezada por el Gerente de La Rosada SA dejó la sensación de bronca y pesimismo. Además, seis de cada diez consultados consideran que Macri fue el responsable del incremento del dólar y opinan que las medidas económicas tienen objetivos electorales y no solucionarán los problemas que ellos mismos han creado. El rechazo conquistado por el gobierno nacional en estos días supera el 60 por ciento, mucho más que el porcentaje obtenido por Les Fernández.

Sin triunfalismo exagerado, octubre volverá a decir ‘No’ a la continuidad del latrocinio macrista. Ese 27, en conmemoración del noveno aniversario de la muerte de Néstor Kirchner, desalojaremos de la Casa Rosada y de Olivos a esta banda de saqueadores que se disfrazaron de gobernantes, por más Lilita que interpongan. Y es de esperar que para siempre. El tránsito hasta ese momento estará poblado de ansiedad y paciencia porque estos malandras harán cualquier cosa para sacarnos de quicio, como han hecho hasta ahora. Y después, cuando las urnas hayan dado el veredicto de expulsión tendremos que cuidarnos más que nunca de las minas que hayan dejado en el camino hacia un país más amigable.

Publicado en:
https://www.nuestrasvoces.com.ar/mi-voz/la-republica-de-los-matones/

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