Siempre me gusto bucear en el funcionamiento de lo que fue el Senado romano en los tiempos de Nerón. Observar el estilo de esos Senadores, que disimulaban sus diferencias con el Emperador, sin pensar en ellos, si no en el bien del Imperio Romano. En ese Senado resaltaba la figura de Lucio, ya que en él se concentraba la" virtud del saber ".
Sin comparar las tallas morales de ambos, Picheto debe haber coincidido en esa forma de pensar y actuar, sirviéndole a cada presidente, esquivando o guardando sus diferencias en lo que él creyó un servicio a la República, hasta que un día pensó que era la hora de él. Pero Pichetto no es Lucio Anneo Séneca, porque éste nunca intento ser Nerón, porque sólo le basto o le bastaba ser Lucio.
A Picheto no le bastó seguir siendo Picheto y quiso más, mucho más de lo que puede ofrecer. Lucio al comprobar que el imperio sucumbía en manos de Nerón, se mofó de éste adelante de otros Senadores, se marcho a su villa y se corto la humeral para no otorgar la gracia de que lo detuviesen, impidiéndole a Nerón obtener esa mínima felicidad. Lucio supo vivir y morir.
En la reunión de gabinete ampliado en el CCK, observe un Picheto hablando sin la convicción ni la oratoria que le supo distinguir, ante una asistencia que no lo escuchó ni lo aplaudió, no lo hicieron, porque no lo consideran parte de ellos -ni siquiera ante el derrumbe del poder macrista- y no lo considerarán jamás uno de ellos, así este en peligro la República.
Picheto comenzó a transitar el camino del ostracismo, él, que ahora goza de las mieles del poder. Pero la vida otorga la posibilidad de que todo hombre morigere las tropelías o pecados que pudo haber cometido, si éste tiene dignidad y compostura ante la muerte, ya que nadie en un principio pregunta ¿Cómo vivió? , sino que se pregunta ¿Cómo murió?. Tampoco nadie dice: hoy nazco, y nace. Nacer es un misterio sólo explicado por las teorías o filosofías de la fe.
Picheto tiene esa posibilidad si goza todavía de alguna integridad para hacer como hizo el senador Lucio, que encontró la manera de cerrar su carrera con dignidad.
Por Gabriel Leopoldo Zevallos
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