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viernes, 26 de julio de 2019
COYUNTURA ECONÓMICA PROVINCIA DE BUENOS AIRES: VIDAL AL FMI, por Alejandro Marcó del Pont (para "El Tábano Economista" del 22-07-19)
Por: Lic. Alejandro Marcó del Pont
@eltabanoeconomi
Si existiera una tesis de la futilidad como retórica de la incompetencia económica, la provincia de Buenos Aires se llevaría todas las palmas y más. No solo por la ineptitud económica de sus gobernantes, sino por el tiempo que llevan sus administradores sin establecer, imaginar, o ni si quiera considerar, el destino de la provincia más grande, productiva y diversa del país.
La idea de ser cabeza de ratón o cola de león hubiera sido de una audacia admirable, pero la sola representación en el imaginario de la provincia como portadora de un objetivo económico, un rol, una idea de desarrollo, no es posible en el pensamiento de sus dirigentes, y no va a transformarse en un propósito presuntuoso. Quizás por su procedencia, los últimos gobernadores estaban más al corriente de cuantos kilómetros de subte se podían construir en la ciudad de Buenos Aires que la forma de reactivar los ramales provinciales de carga.
Pero aquí estamos, con una provincia con magnitudes similares a Italia y con un PBI similar al marroquí. Aún así, representa del 35 al 50% de todo lo que se quiera del país, inclusive casi la mitad del índice de inflación. Con esta pincelada inicial, desconcierta que no sea primicia económica, o simplemente novedad informativa algunos días de la semana. Si el gobierno nacional tiene una coraza mediática alarmante, la provincia la tiene de forma agobiante.
En pos de ponerle un poco de luz al oscurantismo mediático bonaerense, nuevamente, como en la entrega anterior, vamos a tratar de explicar algunos de los indicadores que el gobierno actual modificó en los casi cuatro años de gestión. Así como comentar el imprevisto accidente de que una provincia, con diversidad económica abundante y heterogénea, pueda haber producido 58.5% hogares con pobreza en el Gran Buenos Aires (http://cort.as/-LIGS) o más de 6 millones de personas bajo la línea de la miseria (http://cort.as/-LIGf).
Los datos de la provincia son el primer escollo para el análisis. De acuerdo con las cifras de la incidencia de la deuda en el producto bruto geográfico, deducimos que la provincia tiene un Producto Bruto Geográfico (PBG) de unos U$S 142 MM para el 2018, algo así como unos U$S 8.200 dólares por habitante, en la línea de Botsuana (U$S 8.137). Y, ya sea, dependiendo de la fuente, que resulten necesarios dos o tres trimestres para entrar en recesión (ambos, claro está, son límites arbitrarios), la provincia los superó: lleva cuatro trimestres de caída, y no solo consecutivos, sino progresivo y superadores.
Fuente: El Tábano Economista en base a datos oficiales
En la actualidad no solo se encuentra en recesión, sino que tuvo el honor de haber sobrepasado la caída del PBI nacional para el 2018 del -2.5% por uno del -3.7%. Y dada la tendencia de los indicadores, me inclinaría a pensar que persistirán con la misma idea para el año 2019, especialmente si uno lee el mensaje del presupuesto 2019, donde exponen su lógica económica. En el punto “El Contexto Económico Nacional, se elogian las políticas de endeudamiento, que según sus funcionarios, suavizaron la corrección de los desequilibrios de manera gradual, sin afectar el crecimiento de la economía ni la fragilidad de las condiciones sociales. Touché.
Esta es la lógica, la dinámica y el discurso que acompaña y justifica la política de concentración del ingreso. La pesada herencia, plagada de desequilibrios, conllevó a que las correcciones de corto plazo de la economía trajeran consecuencias no deseadas en el nivel de actividad, consumo, inflación, desempleo, transporte, industria, comercio y podríamos seguir con el listado hasta la eternidad. Es el doloroso costo que se deben pagar por reacomodar las bases de la economía, que, en breve (usted elija el semestre) tendrá su merecido despegue.
Mientras esto sucede, se debe tener en cuenta que la provincia es responsable del 36% del PBI nacional, su industria representa el 50% de la industria del país y el sector primario el 25% del nación, por lo que es esperable que el desempeño provincial y el nacional se encuentren estrechamente ligados, algo así piensan y afirman los impulsores del cambio. Claro y sencillo argumento. Fin de la tesis de la perversidad.
Los números de la provincia, en cualquiera de los indicadores que se tome, son sombríos, cuando no alarmantes, y estamos haciendo referencia a un año 2017 modesto y un 2018 perturbador, comenzando con la pronunciada caída del PBG, desplomes, como consecuencia de la sequía, del 31.9% producción de soja, de la pesca (-13.6%), el despacho de cemento (-16.2%), la compra de inmuebles (-50%), el patentamiento de automotores (-57%), y un 11.1% de desempleo y 13.6% subocupados, acompañado todo esto con los concebidos y aterradores niveles de hogares bajo la línea de pobreza, que alcanzó el 35%, según datos del segundo semestre del 2018.
Pero, como en el informe de coyuntura anterior, no queremos un rosario de letanías, porque los números por si solos no aclaran nada, solo nos guían para hacer mejores preguntas. La explicación la proporcionan los incomodos hechos del contexto. Durante el 2017 la provincia había rescatado, de la mano del ejecutivo nacional, la devolución del 3% de Fondos de Coparticipación que se apropiaba el ANSES para su financiamiento, $ 3.083 millones, y para el 2018 recuperó el Fondo de Reparación del Conurbano, agregándole al primero $ 40.000 millones. Es decir, para el 2018, la provincia comenzó a contar con fondos extraordinarios de la magnitud del presupuesto anual del Ministerio de Salud. En términos reales, los impuestos nacionales fueron 10 puntos por encima del 47.6% de inflación (https://cutt.ly/RGtjXY).
Aun así, la jurisdicción tuvo para el 2018 un déficit del tamaño de los valores presupuestados para el Ministerio de Desarrollo Social (U$S 776 millones), y si vemos la ejecución del gasto, parece que el aumento de los ingresos se dedicó solamente a solventar una deuda asombrosa e improductiva.
El incremento de los recursos no fue lo que afrontó los niveles de endeudamiento, sino los egresos. Los gastos en general fueron un 19.2% menores en el 2018 comparado con el año anterior y en términos reales, donde destacan la reducción de remuneraciones de los empleados públicos (-21.6%) y prestaciones de la Seguridad Social (-12.75%). Solo en sueldos y prestaciones de esta última, al no equipararlas con la inflación, la provincia incautó $ 68.988 millones. Aun así se endeudó por $ 74.396 millones, de los cuales $ 36.078 millones fueron para pago de deuda.
Alegremente la provincia, en sus mensajes de presupuesto, deja establecido para que el Congreso vote, que tomará deuda para pagar la deuda acumulada. Estamos hablando, para el año 2019, de tomar deuda por cerca de U$S 1.600 millones. “Durante el 2019, el ordenamiento de las cuentas fiscales permitirá que el endeudamiento de mercado solicitado sea utilizado en su totalidad para cubrir los servicios de amortizaciones; esto quiere decir que el endeudamiento neto de mercado será cero” (Mensaje presupuesto 2019). Esta idea, que endeudarse para pagar deuda es endeudamiento cero, suena muy angelical aunque sea ridículo, pero, aun así, la gobernadora tomó deuda aparte por $ 28.400 millones del Fondo de Garantía Sustentable de la ANSES, el dinero de nuestros abuelos, para obras durante el año electoral.
Cuando uno habla de deuda debe analizar, al menos, cuatro temas que tienen importancia capital sobre la problemática: monto, moneda, tenedor y perfil de vencimientos, y quizás la más importante, pero nunca evaluado, motivo. De acuerdo con estos cuatro vectores, que tienen relevancia central en las finanzas provinciales, podemos anticipar que la provincia realizó todas las políticas financieras al revés de lo indicado por los manuales y sin ninguna justificación lógica que las apadrinen.
La deuda de la provincia creció de manera desbocada desde el 2015 al 2018 en un 290%, un crecimiento medio de $ 117.000 millones por año, y lo peor no es sólo la dimensión del incremento, sino la moneda del mismo. Como muestra el cuadro siguiente, la jurisdicción no solo montó un rali inexplicable de deuda, sino que lo hizo en moneda extranjera a través de bonos, que generaron, además, que el financiamiento corriera a cargo de tenedores foráneos.
Que la deuda se haya trasladado de un 43% en dólares para el año 2015 a casi el 70% tiene una implicancia asombrosa sobre las finanzas provinciales. En el 2016, cuando el tipo de cambio no había desbarrancado por completo, el incremento de la deuda fue de U$S 968 millones, de los cuales U$S 853 millones, es decir, el 86%, fue en dólares, y los vencimientos se mantenían dentro de los límites de normalidad. El 11,3% era de corto plazo y el 89% restante entre mediano y largo plazos.
En el 2017 comenzaron a verse los verdaderos estragos de un solo año de gestión, porque el incremento de la deuda en moneda extranjera subió 17 puntos, en un período, la deuda en dólares pasó de 43% al 60.3% y comenzaron a verse las consecuencias. El dólar durante el año sufrió un incremento del 17% y los resultados fueron desastrosos. La deuda se incrementó en $ 58.237 millones, unos U$S 3.122 millones, según el Informe de Deuda Pública de la Provincia, para diciembre del 2017. El 55.3.% del incremento fue efecto cambiario, la otra mitad se debió, como dijimos, a la toma de nueva deuda para afrontar los pagos de la existente. El 2017 se pagaron intereses por U$S 1.089 millones y amortización por U$S 2.469 millones, pero lo importante es que puso el piso de mil millones de dólares de interés anual.
El perfil de los vencimientos también varió, los de corto plazo pasaron de representar el 11% al 20%, para afrontar servicios en el 2018, y el mediano plazo, que abarca 2018-2023, se movió del 49% al 57%,.
La patada inicial se había dado en el 2016. El ejercicio 2017 comenzó a dar muestras de la fragilidad que tenía la economía provincial, y aunque ajustara de manera desmedida los gastos, un devaluación podía agravar las cuentas de forma inimaginable. Por eso el acuerdo para nuevos aumentos en la coparticipación, los ingresos se desmoronan y la deuda pone un manto cada vez mayor de oscuridad sobre las finanzas. Y llegó el 2018.
Lo que significaba un 7% del PBG provincial pasó al 10%, se tomó deuda por $ 68.000 millones y se pagaron U$S 1.111 millones de intereses y U$S 1.450 millones de amortizaciones, y si bien se fue pagando durante el año, el dólar se devaluó en 102%. Es entonces cuando comienza a tomar cuerpo la idea de que aun y con ingresos extraordinarios por $44.000, y una reducción del gasto salarial de $ 68.000 millones (en total $112.000 millones), no se podrán afrontar los niveles de gasto de deuda, y volvieron a endeudarse.
Las tasas medias de interés pagadas para la deuda en dólares fueron del 8.2%, irreales, y la deuda en pesos rondó el 45%, los vencimientos de mediano plazo siguieron manteniendo el 57%, un porcentaje sumamente elevado, y a diciembre los vencimientos entre dólares y euros superaron el 50% de los servicios.
En el 2019, ya el 70% son bonos de ley internacional, los tenedores son internacionales y los ingresos fiscales son moneda local. La provincia se ha endeudado para afrontar gastos corrientes y no ha perfilado un imaginario de desarrollo diferente, ni ha mejorado las condiciones de vida de sus habitantes, y tiene por delante un delicado desequilibrio. Donde el tipo de cambio levite mínimamente, sus resultados serán devastadores.
Publicado en:
https://eltabanoeconomista.wordpress.com/2019/07/22/coyuntura-economica-provincia-de-buenos-aires-vidal-al-fmi/
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