Carlos Acuña, Héctor Daer y Hugo Benítez cuando anunciaron el paro del 29M.
Los muchachos deciden con la velocidad de un caracol y la audacia de una suricata...
Imagen: Sandra Cartasso
La huelga general del 29M y los vaivenes de la política
Mientras la central obrera se apresta a realizar el quinto paro contra Macri, sus integrantes definen sus adhesiones electorales.
Por Felipe Yapur
La unidad del movimiento obrero entendido como el alineamiento de los sindicatos, uniones y federaciones debajo del paraguas de la CGT es un proceso dinámico, complicado y, si se quiere, imposible. Los vaivenes de la política hacen flamear ese paraguas, los intereses particulares y sectoriales también influyen. Incluso el gobierno de Mauricio Macri, con un perfil antisindical nunca disimulado, provocó un tembladeral que todavía continúa y esa estrategia fluctuante de la conducción para con la Casa Rosada generó críticas, divisiones y renuncias en su consejo directivo. Lo único que aglutina es la convocatoria a un paro general, como el que la central obrera realizará el próximo miércoles 29 (el quinto de la era Macri), y que se decidió luego de una fuerte discusión interna. Ahora bien, el paro será contundente, de eso no cabe duda, pero sobre todo por la fuerza que le pondrán los trabajadores que lo reclaman tanto como la necesidad de triunfar en las elecciones para terminar con el gobierno de Cambiemos. Ese tema, con el lanzamiento de la fórmula Fernández-Fernández genera discrepancias y preferencias diferentes hacia el interior de la CGT.
La discusión que tuvo el consejo directivo para definir el paro, reclamado por las bases y forzado por la huelga del 30 de abril del Frente Sindical y las CTA, consumió buena parte del encuentro donde se decidió. A pesar del diagnóstico funesto que realizó cada dirigente sobre su sector hubo incluso algunos que se mostraron reacios a la medida de fuerza. Pero estos cambiaron de posición tal vez por la frase que pronunció el dirigente cervecero, Carlos Frigerio: “No podemos quedarnos sin hacer nada y pasar a la historia como una CGT tibia”.
Prácticamente la totalidad de los dirigentes sindicales están convencidos de que la salida del país es a través del peronismo. La diferencia surge, como siempre, cuando deben elegir con cuál de los oferentes a presidentes que muestra por ahora el peronismo.
El paso al costado de Cristina Kirchner les resolvió a varios ese dilema. Se sienten más cómodos con Alberto Fernández porque cultiva el diálogo, la negociación, conoce el Estado y porque es varón. La complicada relación que muchos tuvieron con CFK no sólo fue por cuestiones políticas, también fue porque era mujer y eso, a pesar del tiempo transcurrido y los cambios producidos, para algunos dirigentes sindicales todavía tiene un peso especial. El Frente Sindical para el Modelo Nacional (FSMN) tiene algo más resuelta su definición. En su seno casi la totalidad de su dirigencia tiene buena relación con CFK. Hay otros que la reconstituyeron como es el caso de Hugo Moyano. Ambos, tanto el camionero como la ex presidenta, hicieron las pases y hasta se reconocieron errores. Por ahora el FSMN no hizo una declaración oficial de respaldo a la fórmula de les Fernández pero les gusta la fórmula. Hay dirigentes que piden antes un encuentro como dijo el titular del gremio de los pilotos, Pablo Biró, quien aseguró que antes de una adhesión plena es preciso escuchar la opinión de Fernández sobre diversos temas. “No queremos ser convidados de piedra ni que otra vez pase que el movimiento obrero ponga la estructura para la campaña y luego ni te atiendan el teléfono”, dijo reescribiendo una frase que suele repetir Omar Plaini (canillitas) cuando dice que “ni el sindicalismo debe ser una fuerza de choque a la hora de la derrota y tampoco una rama seca a la hora de construir representatividad”. De hecho Fernández tiene todavía pendiente una reunión con estos grupos sindicales más allá de que tenga entre sus dirigentes de confianza a algunos gremialistas como Víctor Santa María (encargados de edificios), con quien mantiene una amistad de décadas.
Entre los integrantes del consejo directivo de la CGT hay diferentes posiciones. Por caso, Héctor Daer, se congratuló con el anuncio de la fórmula a través de un tuit. Incluso ayer fue uno de los participantes del acto que se hizo en Ferro. Se conocen de la época en que ambos eran parte del Frente Renovador que conduce el escurridizo Sergio Massa, de quien también ambos se separaron. La cercanía de Daer con esta nueva etapa del peronismo tiene, a modo de inicio, su incorporación a la mesa de acción política del PJ donde participan algunos dirigentes con los que mantiene diferencias en la central obrera como Moyano y Plaini.
Lo que se separa en la CGT en ocasiones se acerca por el peronismo.
En tanto, la poderosa UOM coordina ya un futuro encuentro con AF con quien parece sentirse mucho más cómodo que con CFK. “Lo conocemos y sabemos de sus condiciones para el diálogo”, resaltan como si la ex presidenta fuera una extraña. Por su lado, Carlos Acuña, el otro secretario general de la CGT, fiel a los designios de su jefe, el gastronómico Luis Barrionuevo, respalda a Roberto Lavagna, el hombre que cambia de opinión a cada hora con respecto a su vínculo con Alternativa Federal. En ese mismo tren está subido Gerardo Martínez de la Uocra y hasta hace muy poco también estaba el ferroviario Omar Maturano pero que ahora parece querer bajarse.
Sucede que la figura tenue y conservadora de Lavagna entusiasmaba a algunos dirigentes sindicales pero ocurrieron dos cosas en los últimos días: la torpeza con la que maneja su relación con Alternativa Federal y la aparición de Alberto Fernández. Para muchos de estos dirigentes gremiales recular y entablar diálogo con el ex jefe de Gabinete no es violento salvo, claro está, para Barrionuevo, quien decidió insistir con Lavagna aunque se desplome en las encuestas.
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