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jueves, 13 de diciembre de 2018

EL RIESGO DE UNA NUEVA CRISIS MUNDIAL, por Alejandro Marcó del Pont (para "El Tábano economista" del 06-12-18)


Por: Lic. Alejandro Marcó del Pont

Los organismos internacionales convergen en cuanto a la proximidad de una crisis, pero son lacónicos en los diagnósticos y análisis del papel del sistema financiero, así como las causas que se arrastran desde la crisis 2008. Por eso, el resultado más sorprendente del último sismo económico fue la inexistencia de cambios estructurales en la arquitectura del sistema financiero internacional.

Las políticas implementadas fueron de una distención monetaria y la austeridad fiscal, cuyas consecuencias se encaminaron a un radicalismo monetario y a un conservadurismo fiscal. Ambas efectos suena a chino básico para la mayoría de los mortales, pero resulta algo así como una gran ayuda a los bancos con fondos públicos que conllevaron a incrementos de sus deudas, austeridad fiscal para afrontarla, incentivos monetarios, bajas tasas de interés para impulsar la economía y retomar el circuito de deuda.

Con exactitud, nada parecería haber cambiado, solo maquillaje y mucho cosmético. Lo que se intuye es que las crisis han venido, entre otras razones, por endeudamiento excesivo, inversiones especulativas o por notorios desequilibrios entre activos y pasivos. Tasas de interés cercanas a cero, que primaron en estos últimos diez años, permitieron que cualquiera de las opciones mencionadas se acelerara. Endeudamiento corporativo, familiar y de gobiernos es lo que alertan tanto al FMI, la OCDE, la OMC o cualquier organismo internacional como un problema serio entre 2019 y 2021.

Lo que es verdad es que el monstruo de la deuda no ha dejado de crecer desde 2008 y la directora gerente del Fondo Monetario Internacional, Christine Lagarde, ha advertido que la deuda global alcanzó un nuevo récord histórico, es decir, la deuda global, tanto pública como privada, trepó a los U$S 185 billones, un 60% por encima de la que había en 2007.



La deuda es 2,2 veces mayor que el PIB mundial, y la mitad está en EE. UU., Japón y China, y que han duplicado su deuda, como muestra el cuadro. China ha contribuido al 75% del incremento de la deuda privada mundial desde 2007. Además, y a pesar de la fiabilidad de las calificadoras, la calidad del crédito financiero se está deteriorando en gran parte del mundo. El raking mediano de los bonos ha ido cayendo desde A, en 1980, hasta BBB- en 2018, lo que resulta preocupante porque la media se está acercando hacia el bono basura.

El grupo americano de gestión de fondos PIMCO estima que, en EE. UU., el 48% de los bonos están clasificados como BBB, frente a solo el 25% de media en los años noventa, puesto que sus emisores están mucho más endeudados que entonces y su ratio de apalancamiento neto era entonces de 1.7 veces y ahora es de 2.9 veces.

Lo interesante es que parece como si la economía se hubiera movido en dos momentos. Crisis y un fuerte endeudamiento de los gobiernos, lo que los llevó a políticas fiscales de austeridad para enfrentar la crisis financiera, como primer momento. Y una segunda etapa, como lo sostiene el FMI, “con tasas de interés extremadamente bajas durante años y un amplio flujo de dinero a través del sistema financiero, los inversionistas ávidos de rendimientos toleran niveles de riesgo cada vez más altos y apuestan por instrumentos financieros que, en tiempos menos especulativos, podrían rehuir sensiblemente”.

Lo que ha vuelto y preocupa a los organismos internacionales es el apalancamiento. No desesperen, es algo fácil de entender. Según el diccionario de la Real Academia Española, “hacer palanca” es “apoyar sobre un punto una palanca para levantar, hacer deslizarse o hacer girar un objeto”. En el caso del apalancamiento financiero el punto de apoyo son las deudas, y lo que fundamentalmente se pretende levantar es la rentabilidad financiera de la empresa.

Tanto el FMI como la revista conservadora británica The Economist entienden que la próxima crisis puede venir por la deuda excesiva de las empresas. Si bien es cierto que los beneficios aumentaron, sobre todo en EE. UU., por la nueva política fiscal que quitó impuestos a los que más tienen, también es cierto que gran parte de las ganancias dependen del apalancamiento de la deuda, es decir, para poder conseguir beneficios se tienen que endeudar. Y la deuda de las empresas sobre activos alcanza un 34%, el valor más alto desde el 2000.

Y aquí ingresan dos jugadores. Las tasas de interés y el comercio como mecanismo de ganancia e inversión. El FMI entiende que las deudas son pagables, siempre que las ganancias se inviertan en las empresas y no comprando acciones o emitiendo nuevos bonos de deuda, y que las tasas no modifiquen sus finanzas.

A esta idea habría que agregarle que los países en desarrollo pueden acceder al mercado de crédito y saldar sus deuda, ya sea las los intereses de la deuda obtenidas para financiar sus déficits, la refinanciación de bonos y las deudas corporativas. Cualquiera de estos supuestos son complicados con las subas de la tasa de interés y la revalorización del dólar.

Además, y es importante mencionarlo, las ganancias en el sector de energía/petróleo son las que han liderado el camino, ya que los precios del petróleo aumentaron durante el año pasado. Recientemente el precio del petróleo se ha desplomado a medida que la oferta (producción en EE. UU.) se ha disparado. Eso va a reducir la contribución del gran sector energético al crecimiento de las ganancias.

Guerra mercantil y apalancamiento de deuda por beneficios no parecería ser la mejor de las fusiones. Muchos creen que en esta lógica está el núcleo de la futura recesión. Ahora viene un problema temporal, ¿esta idea se materializara en los años 2019, 2020 o 2021? A pesar de ser una hipótesis de trabajo con fuertes fundamentos, sigue encontrándose en el orden de las conjeturas y las suposiciones, pero no es un tema menor.

La capacidad de financiamiento de Argentina en estos años es limitada o insuficiente, por lo que las nuevas autoridades tendrán que lidiar, en el plano de lo hipotético, con altas probabilidades de default. ¿Qué pasaría si las probabilidades de ocurrencia de un evento catastrófico como una crisis internacional ganan terreno o se producen realmente?

Escenarios con estas características de oportunidad no son para nada singulares, de hecho, las probabilidades de ocurrencia aumentan cuanto más se acercan las elecciones. No sólo la hipótesis por las fluctuaciones y las expectativas negativas de la economía mundial, sino de las posibilidad cada vez más cierta de que los compromisos contraídos sean difíciles de afrontar, con este u otro gobierno.

Publicado en:
https://eltabanoeconomista.wordpress.com/2018/12/06/el-riesgo-de-una-nueva-crisis-mundial/

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