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viernes, 28 de septiembre de 2018

Los viejos dilemas de la “nueva” derecha, por Pablo Daniel Papini (para "Actor Político" del 28-09-18)


Autor: Pablo Daniel Papini
28 sep -

  
Mauricio Macri dijo, en su viaje por Nueva York, que está listo para competir en 2019. Esa decisión no debería sorprender a nadie, analizada aún desde la lógica más sencilla. El equilibrio de fuerzas que componen Cambiemos, muy bien logrado en 2015, pero delicado e inestable desde inaugurado el ciclo amarillo, sólo cierra con el actual presidente como síntesis. Por mucho que se agite la supuesta mayor popularidad de María Eugenia Vidal como alternativa si fuese necesario reemplazar al ex alcalde porteño en caso de desgaste, ello obligaría a rediscutir por completo la ingeniería interna de la segunda alianza. Y no hay ahora margen para ello. Además, fue dicho, la suerte de ella depende de la de él. No hay éxito de Vidal posible en mismo tiempo y lugar que fracaso de Macri. Según se ha contado, la propia aludida reconoce esto.
Es también obvio que el anuncio haya tenido lugar en la gira que tuvo por objeto principal la rendición de un nuevo examen ante el FMI. No se trata de una chicana: Ignacio Fidanza escribió que el tipo de auxilio que Macri pide para el segundo stand-by le causan un problema político enorme al organismo, porque se notaría demasiado que operan con nombre y apellido (sostener a la actual gestión, jaquear a la próxima si eso no alcanzase). El acuerdo nuevo obliga al líder de la CEOcracia a una cantidad enorme de gestos: el intento de continuar al frente (nominalmente) del país es uno. Sin el préstamo en cuestión, que impone un ajustazo poco taquillero, hay default. Pero, a la vez, sin las garantías requeridas (por decirlo suave), el dinero no será liberado: otra es la sanción del Presupuesto 2019, el guiño de la oposición al programa escrito por el plantel encabezado por Christine Lagarde. Una formalidad para que esos burócratas puedan, por lo menos, excusarse por una ayuda extraordinaria con favoritismo partidario inocultable. O bien, en la hipótesis de que el próximo gobierno repudie la deuda.
La ofrenda mayor fue, qué duda cabe, la entrega de la cabeza de Luis Caputo, primo de Nicolás, aquel a quien Macri llama hermano de la vida. Por mucho que se pretenda mentir lo contrario desde la prensa adicta, esa salida obedece a un conflicto. Toto quería usar los dólares del FMI para domar el alza del tipo de cambio, y entre eso y algún otro pase de magia ir pateando los vencimientos de deuda privada. Lagarde y compañía, en cambio, ordenan guardar lo que envían en el Banco Central, exclusivamente para el momento de cancelación de pasivos, y que el dólar vuele libre. Triunfó el prestamista de última instancia porque sin independencia económica no hay soberanía política. Lo explicó Juan Domingo Perón hace años y sigue vigente.
La oposición tiene pendiente, desde luego, darse un armado nuevo y mejor. Pero el relato ya se lo han servido desde Balcarce 50. Luego de U$S200 mil millones de deuda privada y U$S55 mil millones más del FMI (lo cual hace de ésta una nación dependiente per se), Macri entregará una economía más chica que hace cuatro años, con más pobreza y desempleo, con los motores productivos mayormente apagados, con la inflación habiendo superado las ya preocupantes barreras heredadas y con un frente externo completamente desquiciado. La lista podría seguir, pero con eso basta. Y resulta que las lógicas del Fondo, tan dogmático como siempre, sólo lograrán profundizar ese cuadro dramático. Porque, además, se reitera, es la idea política de esta intervención: si vuelve el populismo, que sea atado de pies y manos.
Al final, ya agotado el maquillaje de Jaime Durán Barba, la nueva derecha no lo era tanto.

Publicado en:
http://actorpolitico.com/nota/8553/los_viejos_dilemas_de_la_nueva_derecha/

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