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viernes, 27 de julio de 2018

EL DESOBEDIENTE PORTUGAL, por Alejandro Marcó del Pont (para "El Tábano economista" del 25-07-18)



Por: Lic. Alejandro Marcó del Pont

En noviembre de 2015 llegó al poder en Portugal el primer ministro socialista Antonio Costa con una coalición de izquierda integrada por tres formaciones: Bloco de Esquerda (BE), con 19 diputados; el Partido Comunista de Portugal (PCP), con 15, y el Partido Ecologista Os Verdes (PEV) con 2.

Poco después de que Grecia hubiese escapado por muy poco a un derrumbe financiero absoluto, la ecuación no se alteró y los helenos siguen inmersos desde entonces en una brutal terapia de austeridad económica sin reactivar su economía. Los portugueses, por su parte, han logrado lo que para algunos equivale a la cuadratura del círculo: han rebajado el déficit fiscal al tiempo que han aumentado los salarios y las pensiones de los empleados y jubilados.

Resumiendo algunos detalles históricos, el anterior gobierno portugués había firmado un acuerdo de austeridad, en mayo de 2011, con la Troika (FMI, Comisión Europea, Banco Central Europeo) a cambio de un paquete de ayuda financiera por € 78.000 millones de euros.

La carta de intención de las medidas acordadas con el organismo internacional son ampliamente conocidas: rebajas en las pensiones, congelamiento de las jubilaciones mínimas, congelamiento salarios estatales y de la planta de empleados, recortes de personal, rebajas en la prestación por desempleo, reducción en presupuesto de sanidad y educación, aumento de impuestos, privatización, con el fin de achicar el déficit público.

La letanía comenzó en 2011, y resulta importante detallar algunas medidas por su similitud con la historia económica latinoamericana. El gobierno conservador logra acuerdo de mayoría en el parlamento, 130 votos sobre 230, y aprueba todas las medidas de austeridad accesorias cuando no se logra arribar a las metas establecidas. Como resultado se pone un impuesto especial del 50% al aguinaldo, se venden las acciones de oro de las principales empresas nacionales (Galp y Portugal Telecom) y se vende el Banco Portugués de Negocios.

Subas de combustibles, flexibilización laboral, huelgas generales, emisiones de bonos de todos los colores y sabores, caída sin fin del PBI, incremento de la pobreza, aumento del desempleo al 15%, record histórico, nuevas medidas impositivas predecibles, rebajas en aportes privados a la seguridad social y aumentos en los públicos.

El déficit no cede, de hecho, aumenta por la caída de la recaudación impositiva. Las huelgas dejan sin efecto el intento de aumentar los aportes públicos y se revisan las metas. El presupuesto 2013 está plagado de recortes, nuevos aumentos de impuestos y proyecciones de mayor retracción del PBI. Aunque parezca extraño, el presupuesto es aprobado por mayoría, el fuego amigable.

Mientras la Troika aprueba los incumplimientos con perdones (waiver) de las metas acordadas, sigue liberando los tramos de ayuda (deuda), mientras el gobierno sigue aplicando los exponenciales recortes. Es así que la tendencia de aprobación se torna una metodología y los waiver un plan.

En 2013 estamos en la séptima revisión de metas, y aunque se está lejos de su cumplimiento, los pagos se liberan igual. Ante esta lógica, el gobierno recorta 30.000 empleados público y aumenta la edad jubilatoria a 66 años. La metodología es clara, no importa cumplir sino seguir endeudando y ajustando. La misma receta va para Grecia, Irlanda, Lituania, Estonia, Polonia, España, por nombrar algunos.

A mediados del 2013 el ejecutivo lleva 4 huelgas generales, nuevo gobierno con eslogan de “Salvación Nacional” y un desempleo del 17.4%. Las octava y novena revisión del rescate da pie para que la Troika publique un informe donde señala que la aplicación del programa financiero “se mantiene globalmente en el buen camino” (goo.gl/3eUWxQ)

En el 2014, después de las últimas revisiones, sólo durante ese año, el tesoro y el gobierno portugués emitieron deuda por € 14.175 millones y rescataron al Banco privado Espíritu Santo con € 4.900 millones, que no afectan el déficit fiscal. Extrañamente el déficit, que del 7.5% en el 2011 había bajado al 4.5%, según informe de abril del 2015, para el año 2014, mágicamente, aumentó al 7.2% según los datos del Instituto Estadístico luso, que la Troika al parecer no detectó.



En noviembre del 2015 la nueva alianza de izquierda derrota a los conservadores, en diciembre se suben los mínimos a las pensiones más bajas, para unas 2 millones de personas, se retiran los impuestos extraordinarios sobre la nómina salarial. El costo de esta medida implicará en el 2016 unos €  173 millones, el 0.1% del PBI.

Entre 2015 y 2017 Portugal no hizo grandes maravillas: aumentó los paupérrimos salarios mínimos de € 485 a € 560; elevó las pensiones al ritmo del IPC; a los empleados públicos  les aumentó el salario; volvió su trabajo al régimen de 35 horas; detuvo las privatizaciones, sobre todo bancarias, e incrementó los ingresos públicos con 12 millones de turistas en un país de 10 millones de habitantes.

También incentivó la contrataciones, y el desempleo que estaba en el 17.4% cuando comenzó el acuerdo, bajó al 8% en noviembre del 2017. En todos estos años, sobre todo 2015 y 2016, el FMI puso en duda las previsiones económicas de Portugal y nunca sus técnicos acertaron su crecimiento, siempre lo subestimaron, aun y cuando el país le anticipó el pago de € 10.000 millones de la deuda. Portugal logró un déficit de 2% del PBI, el más bajo desde 1974.

La deuda, quizás el mayor escollo y el centro objetivo de la lógica financiera, se encontraba en 111% del PBI durante 2011 cuando se pidió el rescate, fue subiendo al 130% y hoy se encuentra cercano 125%, lo que afirma la tesis de los rescates, prestamos, aprobación de metas: se solicita rescate para, y medidas para bajar o atacar la deuda y esta siempre aumenta o se mantiene en niveles prohibitivos.

Empero lo más interesante de esta secuencia económica es que aun cuando aumentaba levemente los salarios, las pensiones, el empleo, después de haberlos desintegrado, el nuevo gobierno seguía implementando algunos ajustes, como el aumento de gasolina y el gas o el rescate del Banco Privado.

La derecha española fue la más crítica de lo que se llamó el Milagro portugués, ya que ellos entendían que Portugal había sido más cruel en sus ajustes que España. El gobierno luso ha bajado el gasto por los recortes implementados desde el 2011. La tesis es muy graciosa, porque el crecimiento del PBI y la caída del déficit no se debieron a los recortes ni a las privatizaciones sino a un mix de políticas, de estímulo a la demanda, al trabajo y al poder adquisitivo de los jubilados, que ampliaron los ingresos, modificando  la lógica de austeridad.

Portugal no brindó ningún milagro, solo mostró que la austeridad desmembró la economía, con números, no discursos, y pequeños impulsos mudan la tendencia y las expectativas de desfavorables a optimistas. La idea de los organismos internacionales quedo clara. No hay rescate, no hay ayuda, hay negocios. ¿Estamos parados en la Argentina en el 2011 portugués?


Publicado en:
https://eltabanoeconomista.wordpress.com/2018/07/25/el-desobediente-portugal/

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