Páginas

viernes, 6 de octubre de 2017

“La corrupción, pretexto para derribar gobiernos populares”, por Gerardo Fernández (para "gerardofernandez.net" del 20-02-16)





En el libro “Estrategia y Táctica del Movimiento Nacional”, de Arturo Frondizi, publicado en 1964, hay un capítulo titulado “La corrupción, pretexto para derribar gobiernos populares” donde el ex presidente razona de una manera que mantiene una vigencia llamativa. Aquí transcribo algunos pasajes del mismo y abajo está el link al PDF y agradezco a Agustín Rossi que lo recomendó en el programa de Sandra Russo.

“No ha habido hazaña -militar,política,económica,cultural- de trascendencia para el afianzamiento de nuestra nacionalidad y el acrecentamiento de su patrimonio material y espiritual , que no haya sido objeto de las más irresponsables campañas de difamación tendientes a invalidarlas, menospreciarlas o postergarlas.



Durante los solitarios meses de mi confinamiento en Martín García, regresé a las abandonadas lecturas de nuestra historia patria, tan coherente en su apariencia turbulenta y contradictoria, que los hechos de hoy conservan asombroso parentesco con los de antaño. En todo tiempo, quienes quisieron empujar el país hacia adelante fueron acusados de mala conducta administrativa, de cohecho y malversación. Como también a mi gobierno se le habían formulado idénticos cargos, me propuse trazar esquemáticamente esa constante que podemos llamar “de la calumnia” y que en mi caso se había cebado no tanto en mi persona, a la que algunos adversarios generosos eximían de culpa, sino en mis más cercanos y eficientes colaboradores y, especialmente, en Rogelio Frigerio y sus amigos. Con lo cual, los críticos más benignos me perdonaban la vida sin razón, pues nada hicieron en mi gobierno los “frigeristas” que no fuera fruto de la más estrecha y leal deliberación con quien asumía entonces y ratifica hoy la responsabilidad ejecutiva.



Pero antes de ocuparnos de los “negociados” atribuidos a mi gobierno, resultará pintoresca una excursión por los caminos de la historia, donde, a cada rato, tropezaremos con la constante de la calumnia como arma innoble para destruir al adversario. Y lo curioso es que, siempre, tal recurso no perseguía la reparación de la moral o la ley perdida, sino que se conformaba con lograr su objetivo político: caída la cabeza del adversario, los presuntos ladrones dejaban de ser perseguidos y castigados, como lo demuestra el hecho de que ningún proceso e investigación  emprendido con fines políticos se haya esforzado en sancionar a los presuntos culpables.



LA CALUMNIA CONTRA LOS LIDERES POPULARES

Estas sabias reflexiones de Berutti demuestran que hace siglo y medio ya se conocían las tácticas políticas basadas en la denigración gratuita del adversario y había quienes eran capaces de desentrañar sus ocultos designios.



Es lamentable, entonces, que esa práctica desleal haya llegado intacta hasta nuestro días y que las calumnias que antes se lanzaron contra los próceres de nuestra independencia y organización nacional, desde San Martín hasta Rosas y Urquiza, se hayan repetido contra gobernantes contemporáneos y siempre con el mismo propósito denunciado por Berutti “Acarrearles el odio público, que su partido y amigos no pudiesen revivir y el gobierno que reemplazaba al caído se pudiese sostener sin temor de que los caídos pudiesen voltearlo”



Más lastimoso todavía es que se presten al juego partidos y hombres sinceramente dedicados a la causa popular, cuyos propios líderes y ellos mismos fueron víctimas de la insidia cada vez que, desde el gobierno o desde la oposición, ponían en peligro las posiciones y los privilegios de la minoría.



A Lisandro de la Torre estuvieron a punto de asesinarlo en el Senado de la Nación cuando desnudaba las maquinaciones de los monopolios exportadores. Pero si esa vez falló el intento y abatió en cambio a uno de sus discípulos más queridos, el arma más sutil y menos riesgosa de la calumnia se había ensañado antes con el ilustre tribuno en ocasión de su candidatura a presidente. Todos recordamos el libelo publicado por un ex socio de don Lisandro, con quien mantenía una controversia judicial, en el que se formulaban acusaciones indignas contra el candidato presidencial y que tuvo amplia acogida en la prensa y en los círculos que auspiciaban la candidatura rival. El doctor de la Torre replicó eficazmente al calumniador, pero siempre guardó su amaro recuerdo del episodio.



¿Qué no se dijo de la corrupción de los gobiernos de Hipólito Yrigoyen?



El ministro del interior del gobierno de facto surgido de la revolución militar de 1930, Matías G. González Sorondo, afirmó dos días después del triunfo del golpe que “una horda, un hampa había acampado en las esferas oficiales y plantado en ellas su acampe de mercaderes, comprándolo y vendiéndolo todo, desde lo más sagrado hasta el honor de la patria”



Y el senador Benjamín Villafañe, en pleno recinto de la cámara alta, dijo: “Al yrigoyenismo lo forman ciento diez mil prontuariados en la sección Robos y Hurtos, sesenta mil pederastas y cincuenta mil más que viven al margen de la ley, del juego y la explotación de mujeres”

En la página de Gerardo Fernandez está el link para leer el libro online. El capítulo en cuestión está en la pag 127

Publicado en:
http://gerardofernandez.net/la-corrupcion-pretexto-para-derribar-gobiernos-populares/

3 comentarios:

  1. "Más lastimoso todavía es que se presten al juego partidos y hombres sinceramente dedicados a la causa popular, cuyos propios líderes y ellos mismos fueron víctimas de la insidia cada vez que, desde el gobierno o desde la oposición, ponían en peligro las posiciones y los privilegios de la minoría."

    Lo dirá por el Floro.

    ResponderEliminar
  2. Que aporte barbaro que hace Gerardo Lanata....

    ResponderEliminar
  3. Muy bueno despertar a quienes andan dormidos ante las tristes realidades de la Patria...

    ResponderEliminar