Páginas

domingo, 1 de mayo de 2016

El avión y el aluvión, por Luis Bruschtein (para "Página 12" del 30-04-16)


Imagenes de Moyano, Caló, Yasky y Micheli: Bernardino Avila.

Mucha gente otra vez. El gobierno de Macri moviliza a los peronistas más que los gobiernos peronistas. Gente por todos lados en el acto de las centrales obreras en Paseo Colón, un acto diferente al de los derechos humanos del 24 de marzo, como fue también diferente el de Comodoro Py el 13 de abril. Mucha gente movilizada en cuatro meses. Cambia parte del público y otro se comparte. En todos hubo seres humanos, expectativas, miedos o broncas que no figuran en Clarín o La Nación, es mucha gente que no aparece en la tele ni en las encuestas. Gente que no existe para intelectuales o creyentes de un espectáculo monopolizado por el show Lázaro Báez y la insólita búsqueda del tesoro kirchnerista enterrado en la Patagonia.


Ni siquiera comparten la pantalla. La estrategia de los medios oficialistas ha sido inundarla con las villanías de Lázaro Báez para tapar una crisis que se escurre por zonas invisibilizadas o que se trata de invisibilizar. La velocidad con que el gobierno conservador ha tomado las medidas económicas se quiso interpretar como demostración de fuerza. Pero, en realidad, ha sido expresión de debilidad. Un gobierno fuerte busca tiempos más políticos. Uno débil tiene que ejecutar todo lo que pueda antes de perder la fuerza que ganó en las urnas. El gobierno deja entrever una apuesta al borde del abismo: “Este es el peor momento, en el segundo semestre se verán los beneficios”. Esperan que baje la inflación. Pero su política antiinflacionaria es a costa de los trabajadores, de su estabilidad laboral y de la capacidad adquisitiva. Cuando baje la inflación (si es que sucede) será porque los trabajadores estarán en su peor momento, del cual será difícil recuperarse porque habrán cerrado fuentes de trabajo y el salario habrá quedado muy atrasado. El acto en Paseo Colón demostró que ni las aventuras del fiscal Marijuán en Santa Cruz alcanzan a tapar el temor que despertaron las medidas económicas.

Fue el acto sindical más grande de los últimos 20 años por lo menos. Independencia estaba repleta hasta la 9 de Julio. Y varias cuadras de Paseo Colón hacia los costados del escenario, también. Un aluvión de Camioneros, Uocra, ATE, UPCN y Suteba en las columnas más nutridas, pero hubo presencia de todos los sindicatos incluyendo el de serenos de buques. Con este acto, los gremios han recuperado un protagonismo que había retrocedido desde los años 90.

Analistas PRO, medio PRO o algo PRO siguen con las encuestas que dan imagen favorable al gobierno. O las encuestas no consultan a todas estas personas o leen mal los resultados. Para la gran mayoría de los argentinos la principal preocupación es la inflación y el trabajo. No una o la otra, sino las dos. Y no está instalado por ninguna campaña mediática como sucede en otros temas como la inseguridad que ahora visiblemente ha sido erradicado de las ediciones y de las prioridades. En la cabeza de la gente se enquistó el dúo inflación y trabajo. En sectores humildes, medios y más arriba también. Hay nubarrones para cualquier clima de negocios, menos para los grandes capitales que tienen espalda para aguantar el sacudón y ocupar el espacio de los chicos. Es el horizonte más probable. En ese brusco retorno de millones de argentinos a la pobreza y el desempleo, la única apuesta que puede existir, por parte del que ha promovido ese escenario, es dividir o comprar a la oposición y acorralar al que se quiera instalar como alternativa. Claramente y a pesar de sus límites, es donde trata de instalarse el kirchnerismo y claramente también es la estrategia para dividirlo y aislarlo. Hay variantes de corto aliento, como el millón de soluciones de vivienda que prometió el gobierno el jueves, de los cuales, la mitad son créditos por quince mil pesos. No alcanzan ni para una puerta, pero le van a servir para punterear en las villas y competir con los movimientos sociales.

Cuanto más se desgasta más se cierra el espacio de maniobra. Hay un tiempo de desgaste del oficialismo que ha sido muy rápido, más que el de la oposición para generar una alternativa. Esos son tiempos más lentos. En esa diferencia de tiempos, el desgaste del oficialismo todavía no puede ser capitalizado por algún sector de la oposición. Se los puede enumerar según la distancia con el gobierno: el progresismo antiperonista, el massismo, ahora el sindicalismo, y el más lejano, el kirchnerismo. Sacando los primeros, los demás son más o menos peronistas. Hay una zona impenetrable en el corazón del macrismo, en las clases altas y en un sector de las clases medias que es irreductible y que se convierte en la esencia de un microclima que los medios y algunas encuestadoras tratan de extender al resto de la sociedad. Esa zona puede ser importante, pero es una minoría muy representada por los que patotearon a Carlos Zannini en un avión. En el resto hay preocupación y a medida que el malestar aumente, la distancia con el gobierno será mayor e irá beneficiando al opositor que se encuentre en la distancia adecuada. Parece una cuestión geométrica, pero en realidad se trata de contenidos. Los que están más cerca, no solamente lo hacen por los beneficios de esa cercanía, sino también porque tienen más expectativa en el funcionamiento de estas políticas. En su intento por acorralar al kirchnerismo, el macrismo lo convirtió también en el principal interlocutor de oposición.

Este malestar con las medidas económicas del gobierno, que no aparece en la información de los medios corporativos ni en las encuestas, impulsó las conversaciones para reunificar las dos CTA. Y Antonio Caló anunció ayer que el 22 de agosto se realizará un Congreso para reunificar a las CGT, donde es probable que se incorporen los gremios que maneja Luis Barrionuevo. Hay un trasfondo de malestar en las bases que presiona sobre esos procesos. En el caso de la izquierda no hay mucha diferencia entre lo que moviliza y su base social. Pero una concentración como la de ayer, con sus cientos de miles de personas, es una punta de iceberg. En esa concentración está representado un entorno social mucho más amplio donde prima la preocupación por las medidas del gobierno. Puede decirse que era predominante la imagen positiva del gobierno en el avión de American, donde el empresario Leandro Liberman, el abogado Juan Manuel Parafita y el patovica Claudio Palumbo hostigaron a Zannini. Entre los que participaron en el aluvión humano de ayer, la imagen de Macri es mala. Pero en los medios, la que sobresale, la que promueven, es la de los tres cobardes del avión.

Son comparaciones: un aluvión, el acto del movimiento obrero de ayer, por un lado, y el avión de American, por el otro. Son dos climas, uno favorable al gobierno, que ha sido muy difundido, y otro muy crítico pero que nunca se revela en las encuestas ni en la información de los medios oficialistas. Pareciera que todo el mundo está feliz con tarifazos y despidos masivos. En el universo de esos medios manda Macri y la especulación con el dólar que arruinó el salario de los trabajadores o la millonaria fuga de divisas más la evasión de impuestos en off shore, son rebusques honorables y no delitos graves de corrupción como en todo el mundo. Después de los Panama Papers, en el exterior empiezan a definir al presidente como el Berlusconi argentino.

El principal factor que produjo el acto de ayer –el primero que realizan en conjunto las cinco agrupaciones en que está dividido el movimiento obrero– es que las bases que se movilizaron tampoco le dan demasiada importancia a las diferencias que pueda haber entre los dirigentes. Están más enfocadas en resolver los problemas que les plantea el nuevo gobierno. Descreen de la mejora que les prometen para el segundo semestre y piensan que la situación empeorará para ellos. Al principio Moyano se había mostrado conciliador con el macrismo e incluso participó en algunas de sus reuniones públicas. Le pesaba más su disputa con el kirchnerismo y asumía una cercanía con el oficialismo parecida a la del massismo. El acto de ayer lo aleja del gobierno y lo pone en un territorio donde el massismo no existe y ni siquiera mandó una adhesión, como sí lo hicieron el PJ y bloques legislativos del Frente para la Victoria. Al mismo tiempo le devuelve un protagonismo en el terreno sindical, que había disminuido por las divisiones y por sus choques con Cristina Kirchner. El contenido fuertemente político del acto de ayer no quita que haya sido un acto esencialmente gremial que no tiene dueño político. Tampoco implica que las diferencias entre las centrales haya sido saldada. Pero la convocatoria tan masiva impacta en esos dos procesos limando asperezas y dibujando espacios comunes.

Publicado en:
http://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-298248-2016-04-30.html

No hay comentarios:

Publicar un comentario