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viernes, 4 de marzo de 2016

ORWELL, FOUCAULT Y DISCURSOS ACTUALES, por Daniel Mojica (para "Cuestión Cultural" del 02-03-16)

Arriba: La Guerra es Paz. La Libertad es esclavitud. La Ignorancia es fuerza.


Hay expresiones que de alguna manera reflejan en apretada síntesis lo que tal vez sería muy engorroso describir de forma más detallada o exhaustiva. Un ejemplo es el dicho “la realidad supera la ficción”. Cuando se quiere significar que eventos de la realidad superan lo que la imaginación de algún autor plasmó en alguna obra. Ya sea literaria, fílmica, o de cualquier otra disciplina.

El motivo de la presente reflexión tiene su origen en la lectura de un ensayo que llegó a mis manos y cuyo autor me solicitó de manera explícita que no lo mencione. Por lo cual cuando cite fragmentos de su trabajo lo haré con la fórmula: (“autor”).
El mismo se basa desde una relectura de la obra “1984” (George Orwell) pensar el poder desde la mirada de Michael Foucault y Orwell.

El “autor” plantea la vigencia de la mencionada novela a casi 70 años de su publicación. Reflexiona “…al placer que, como ávidos lectores, nos produce ver una gran novela perdurar a los avatares del tiempo, se contrapone en este caso, una extraña incomodidad. Algo nos dice que no deberíamos sentirla cercana, que sería mejor leerla como una mera fantasía paranoica, surgida de un tiempo que miramos de lejos.”

Orwell imaginó en su novela una sociedad donde los mecanismos de control gubernamental han llegado al extremo. Sigue el “autor” “…A través de la ficción, desnuda y examina los engranajes que la maquinaria totalitaria pone en marcha para alcanzar un dominio absoluto sobre las poblaciones…”.

Luego explica que “…A lo largo de este trabajo, veremos que, aunque ficcionalizados, muchos de los conceptos de los que Orwell se vale para explicar la dinámica política y social de Oceanía (NdR: donde transcurren los hechos narrados en la novela) encuentran su correlato en la obra de distintos autores que desde el terreno no literario, también tomaron el poder como objeto de análisis…”.
Y aclara el “autor” que “el foco estará puesto en las temáticas que permiten vincularla con el pensamiento de Michael Foucault, ya sea para confrontar posturas o para señalar potenciales puntos de encuentro…”.

La lectura de esta tesis de estudio me impulsó a intentar cruzar los conceptos analizados allí, con los relatos que circulan desde la asunción del actual gobierno.

Como ha quedado plasmado en el discurso del presidente ante el Congreso Nacional, hay una lectura del pasado reciente, que comparte gran parte del oficialismo y de los medios de comunicación hegemónicos, que entra en colisión con las vivencias de la gran mayoría de la población que no eligió a este gobierno.

Escribe un investigador colombiano, Omar Rincón, en su ensayo “Comunicación política en América Latina” (Bogotá, 2004) “En la actualidad no basta con ser presidente, estar en posición, sino que hay que parecerlo. Esto es un efecto de comunicación…” y sigue más adelante “…En la misma línea y vía de la comunicación: en la actualidad no se gobierna, se permanece en campaña.
“Gobernar significa seguir prometiendo leyes, acciones, políticas más que alcanzarlas; mantener a la ciudadanía expectante…”.
No estaremos faltando a la verdad si nos detenemos en los tres objetivos básicos que repite el oficialismo, como un eco desde su campaña electoral, a saber “pobreza cero”, “a lucha contra el narcotráfico” y “unir a los argentinos”, y sus acciones concretas contradiciendo esos mismos propósitos.

Quien en su sano juicio puede creer que para llegar a tener cero pobreza, se debe devaluar la moneda más de un 50%, poner un techo de 25% a las negociaciones paritarias, despedir de manera salvaje más de sesenta mil empleados públicos, dando una inequívoca señal al sector privado para que despida personal.

¿Alguien puede afirmar que se combate al narcotráfico desmantelando áreas enteras en los organismos creados para perseguir la evasión y los delitos de lavado de dinero (la UIF por ejemplo) y poniendo al frente de la misma a empleados de los estudios jurídicos que defienden a los bancos acusados por esos mismos delitos?

¿Es una manera de unir a los argentinos demonizar a todos los empleados del estado como “ñoquis” militantes de la anterior administración, incluyendo a investigadores del CONICET, de ARSAT, y lanzar temerarias mentiras acerca del rol del Estado durante los doce años anteriores? Acusando de corrupción e ineficiencia a los funcionarios salientes sin exhibir en el mismo momento las pruebas que avalen las denuncias.

Un párrafo aparte merecen, para poner en sintonía con el ensayo que motiva estas reflexiones, la constante tergiversación que se hace del pasado reciente y las políticas implementadas vía los medios privados oficialistas y expresiones de diversos funcionarios.

Al respecto de lo precedente, tomo un fragmento del “autor” donde habla de la propaganda. Menciona que en la novela analizada dos protagonistas trabajan “en el Ministerio de la Verdad: ella, en el Departamento de Novela, creando ficciones; él, en el Departamento de Registro, adecuando los registros del pasado a las necesidades del presente…” a partir de eso discurre “…vemos entonces que es un error pensar en el poder como una maquinaria que únicamente niega y prohíbe: muy lejos de eso…” y recurre a Foucault “…forma saber, produce discursos; hay que considerarlo como una red productiva que pasa a través del cuerpo social…” (“Microfísica del poder”, 1979)

Tal vez lo anterior explique las estadísticas lanzadas en el discurso del presidente acerca de la pobreza y la mortalidad infantil, que contradicen las publicadas por la CEPAL (una de las Comisiones Regionales de la ONU) año tras año y nunca refutadas.

El “autor” reflexiona sobre “Este tipo de propaganda…” que “se disfraza de hechos verídicos, en cuyo relato no existe una finalidad ideológica explícita. El objetivo principal no es que los receptores crean o recuerden cada historia en si misma, sino transmitirles determinados valores subyacentes”. Y agrega: “…Lo que se propaga en definitiva, no son hechos, sino juicios morales sobre los hechos, lineamientos de conducta, parámetros de bien y mal…”
¿Tendrá algo que ver con esta estrategia el asesor de Cambiemos, Jaime Durán Barba?

Tal vez ese objetivo se persiga, el de modificar los parámetros entre lo que está bien y está mal, para que los argentinos aceptemos que un 25% de desocupación es aceptable.

En la tesis el “autor” vuelve a Orwell, quien explica que “…el Departamento de Registro…cuya principal tarea no era reconstruir el pasado, sino proporcionarles a los ciudadanos…periódicos, películas, libros de texto, programas de telepantalla…” y analiza que “Tenemos, entonces, la segunda variante: propaganda a través de ficciones confesas, que no pasan por hechos, pero que tampoco se presentan abiertamente como material propagandístico…” agrega el “autor” que “Su objetivo declarado es simplemente entretener”.

Quizás sea pertinente aquí la cita que refiere a Hanna Arendt: “…El totalitarismo busca no la dominación despótica sobre los hombres, sino un sistema en el que los hombres sean superfluos…”(“Los orígenes del totalitarismo”, 1974)
“El desmoronamiento de las estructuras sociales a las que las poblaciones están habituadas deriva en una mortal sensación de desamparo…” (Ibídem)

¿Obedecerá a esta razón, la detención arbitraria e injusta de Milagro Sala en Jujuy y la demonización de la Tupac Amaru?

Es interesante indagar, explorar, analizar, debatir. Así comprobamos que muchas veces “la realidad supera a la ficción”.
Pero siempre es desde la realidad y con hechos políticos como se logra transformarla.

Daniel Mojica




Arriba: "El lenguaje político está diseñado para hacer que las mentiras suenen como verdades y el asesinato como respetable, y para dar una apariencia de solidez a lo que es puramente viento"


Publicado en;
http://cuestioncultural.blogspot.com.ar/2016/03/discursos-actuales-orwell-y-foucault.html

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