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jueves, 25 de febrero de 2016

NO NOS PUEDEN DECIR QUE NO LES AVISAMOS, por Marcela García Giorno (para Facebook y Mirando hacia adentro)


Amé a mi madre con toda mi alma. No sólo porque era mi madre; era una mujer maravillosa. Si abro el tema a la opinión pública se me llena el muro de confirmaciones y ejemplos. Todavía la extraño y añoro lo que nos divertíamos juntas, lo que nos reíamos de la vida, sobretodo de las cosas que más dolían, para hacerlas desaparecer por un rato. Pero también hay cosas que no extraño para nada, nada, nada. Todavía se me crispan las tripas cuando me resuena en las partes más huecas de mi interior (porque donde hay abundancia no tendría cabida) su “te dije”. Si en alguna dimensión de la existencia hubiera sido posible odiar por un momento a esa mujer adorable, era cuando resonaba el tremendo “YO TE DIJE”. Me prometí desterrarlo de mi vida en cualquiera de sus versiones. Jamás me escucharían decir algo parecido, ni emitir un razonamiento remotamente guiado por estas palabras o su lógica. Creo que una o dos veces en toda su vida castigué a mi vástago con un “qué te dije” o “viste que a veces mami la emboca”, pero juro que se me escapó, burlando la implacable vigilancia que impuse a esa tenaz pulsión de confirmar que el mundo funciona como uno lo tenía previsto (cosa imposible, por supuesto). Pero en estos días se hace cada vez más difícil. Me flaquean las fuerzas. Una imagen tras otra. Una noticia tras otra. Me resisto a la tentación, me enojo con los que lo tienen a mano como respuesta ante toda perplejidad acongojada. Y hoy me venció, después de tantos años de lucha. Si hay algo que no nos pueden decir es que no les avisamos. Eso. Mañana vuelvo.


PUBLICADO EN FACEBOOK POR LA AUTORA Y SUBIDO CON AUTORIZACIÓN DE LA MISMA A "MIRANDO HACIA ADENTRO"

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