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lunes, 8 de febrero de 2016

Máscaras que empiezan a caer, por Gustavo Rosa (para "Apuntes Discontinuos" del 08-02-16)




Durante la campaña, el candidato Mauricio Macri adoptaba, por momentos, tonos de profeta, de mesías que llegaba a estas tierras para cumplir un propósito trascendente: unir a todos los argentinos. Cuando el periodista Luis Majul, en un exceso de obsecuencia, afirmó que Macri tenía algo de Nelson Mandela, no estaba denunciando el robo de algún objeto personal del líder sudafricano. El premio Nobel de la Paz, después de padecer un injusto encarcelamiento, salió a la calle y alcanzó la presidencia, no para ejecutar venganza sobre los opresores blancos, sino para armonizar sus relaciones con los oprimidos negros. Descubrir el paralelismo que puede tener la salida del injusto sistema del Apartheid con nuestra consolidada democracia es trabajo de intoxicados con algún té de hierbas ilícitas. Pero la prensa otrora ferozmente opositora es ahora tan amorosamente oficialista que el público corre el riesgo de superar los niveles necesarios de glucosa en el cerebro. Tanto peligro corre el consumidor de los medios hegemónicos, que no advierte que el empresidente Macri ha tomado el camino inverso al necesario para cumplir con cualquiera de sus amorosas promesas de campaña.
Si el ex Alcalde quería reparar la famosa grieta, muchas de sus decisiones sólo logran ensancharla. Más aún cuando algunos de sus apologistas realizan sus separatistas aportes. Liliana Franco, una de las panelistas de “Intratables”, consideró que ahora “hay otra calidad de aplausos” en los actos presidenciales. ¿Cuál es la calificación de los aplausos? Si hay normas ISO para aplaudir, que avisen, así no cometemos errores al batir nuestras palmas. ¿Qué diferencia un aplauso de otro? ¿La calidad de la crema con que sus dueños suavizan la piel? ¿Las callosidades o el cuidado de las uñas? ¿La ideología del que aplaude? ¿O el lado de la grieta de donde proviene?
Tal vez la diferencia está en lo que se aplaude: no es lo mismo aplaudir ampliación de derechos que despidos en el Estado, como tampoco lo es aplaudir la resistencia a la extorsión de los buitres que la entrega de nuestro patrimonio para complacerlos. ¿Será ésta la diferencia de calidad a la que se refiere la panelista de “Intratables”? Según parece, los mejores aplausos son aquellos que están dirigidos a las promesas incumplibles, como la Pobreza Cero o los puertos en Santiago del Estero, o a las medidas más destructivas para nuestra economía, como la quita a las retenciones o la importación indiscriminada. ¿O será que los apologistas están tan entusiasmados con la desigualdad que se viene que no saben cómo disfrazar las malas nuevas?
O quizá los mejores aplausos son aquellos que celebran la ruptura del bloque del FPV. Desde Jujuy, Macri felicitó a los diputados que formaron un grupete funcional a sus intenciones. Debilitar al más peligroso de los adversarios merece un aplauso de calidad. La deskirchnerización de Argentina es el deseo del establishment y sus servidores pero, aunque parezca que todo está perdido, hay una potencia que subyace la escenografía montada por los medios dominantes. Entonces, los aplausos sí serán diferentes porque serán los nuestros.
Globos que se desinflan
Los doce que migraron aportaron cierto alivio al oficialismo, pero no tanto como para tener controlada la relación de fuerzas en la Cámara de Diputados. Aunque se especuló con el llamado a sesiones extraordinarias, la democracia plena tendrá que esperar hasta el 1 de marzo. Sin embargo, el Congreso comenzará a trabajar en comisiones para analizar decretos y nombramientos, lo que agregará más ardor a este tórrido verano. Sobre todo, un tema que es prioridad para el gobierno amarillo: solucionar el mal llamado default. Mientras desde el Imperio aplauden las propuestas realizadas a los buitres, la oposición analiza las consecuencias de ceder a tamaña especulación destructiva.
Claro, para claudicar ante las presiones extorsivas de la Banda del Norte, Argentina debe modificar –derogar, en realidad- dos leyes: la Cerrojo y de Pago Soberano. Un verdadero peligro porque desmoronaría el andamiaje de protección construido a lo largo de estos años. Si se elimina la ley cerrojo, el canje acordado con los bonistas quedaría sin normativa, lo que abre la posibilidad a nuevas demandas. Además, si a un 7 por ciento se le concede más de un 1000 por ciento de ganancia sobre lo invertido, el 93 restante no querrá quedarse afuera. Cualquier acuerdo en el tribunal de Griesa aparecería como un castigo a los bonistas del canje por su buena voluntad y un premio a Paul Singer y sus secuaces por su tenacidad mafiosa. Todo cierra cuando se tiene en cuenta un viejo dato: Singer financia desde hace mucho Voces Vitales, la ONG comandada por Laura Alonso, una sucursal de ATFA, el grupo norteamericano de presión contra Argentina. Un círculo que cierra a la perfección. 
Que cierra tanto que podría estrangularnos. Si con las primeras medidas tomadas por el Gran Equipo en los primeros meses, la inflación se duplicó, el poder adquisitivo del salario se depreció y la recesión es una amenaza certera, no hay que ser muy pesimista para imaginar el panorama cuando el aliento de las bestias esté sobre nosotros. Una de las consultoras más significativas del modelo neoliberal, FIEL, estima que la canasta básica de enero –el ingreso mínimo para salir de la pobreza- se ubica en 7441 pesos, cuando un año atrás era de 5734. Esto implica que, en muy poco tiempo, el número de pobres ha crecido de manera sustancial. Sin dudas, el camino a la Pobreza Cero es para el otro lado.
Además, cuando comiencen a llegar las facturas del servicio eléctrico sin los subsidios, muchas familias de clase media advertirán que han descendido un par de escalones, no sólo por las cifras que espantarán desde el papel sino por los predecibles incrementos que se producirán en los productos básicos. Lejos de buscar soluciones, los propios funcionarios ponen palos en la rueda. Desde hace unas semanas, tratan de fijar un techo a las paritarias. Entonces, hablan de responsabilidad, conciencia, poner el hombro y cuidar el empleo, eufemismos a los que apelan para no decir que los trabajadores se banquen el ajuste. Como si después de 12 años de conquistas, dignidad e incorporación de bienestar, ahora tuviésemos que padecer un castigo. Lo dicen muchos analistas consustanciados con la guadaña amarilla: después de la fiesta, vienen los padecimientos.
El precio de cambiar derechos por globos, dignidad por bailecitos, compromiso colectivo por petulancia festiva, principios, valores e ideas por consignas de sobres de azúcar. El costo de elegir manipulación evidente en lugar de información verificable. Nada de lo decidido desde el 10 de diciembre era necesario: lo que estamos padeciendo es la aplicación de un modelo importado que mira más las planillas que lo que ocurre en las calles, como si el país fuera una gran maqueta y nosotros, apenas muñequitos de plástico.

Publicado en:
http://www.apuntesdiscontinuos.blogspot.com.ar/2016/02/mascaras-que-empiezan-caer.html?m=1

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