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lunes, 19 de octubre de 2015

CRUZANDO LA META, por Adrián Corbella


Cuando terminó el escrutinio de las PASO 2015, muchos comentaristas políticos y mediáticos de la oposición señalaron que el 62% de la población había votado “contra los K”, y que el problema que tenía “la oposición” era su desunión.  En realidad este análisis es impreciso, inexacto. Ese colectivo humano al que llaman “la oposición” no tiene existencia real como grupo humano homogéneo, y es justamente su heterogeneidad lo que explica su “desunión”.
La división en “oficialistas” y “opositores” no responde a la realidad; podemos dividir electoralmente a la población argentina en tres sectores bien diferenciados.
Entre un 30 y un 35% del electorado respalda con decisión las políticas llevadas adelante en esta década larga por el kirchnerismo. Son los votantes que acompañaron al modelo en las difíciles elecciones de 2009 y 2013. La casi totalidad de este bloque respalda hoy la candidatura de Scioli y Zannini, excepto un  pequeño sector, probablemente no mayor al 1 o 2 % del padrón, que no comulga con las características del candidato y prefiere no votar candidato presidencial, o votar al FIT como protesta testimonial. Esta mínima disidencia interna se observaba con claridad en los resultados de las PASO, en las cuales mientras que Scioli-Zannini obtuvieron el 38,4%, la lista del Parlasur del FpV trepó al 40,1.
Hay otro grupo de electores que se opone frontalmente a las políticas de estos años, que no ve nada positivo en la etapa kirchnerista, y que sueña con un “cambio” que les permita volver al 2003. Este sector, que comprende entre un 20 y un 25% del electorado, es el que alimenta electoralmente a “Cambiemos”, aunque algunos de sus integrantes están votando a los otros candidatos (excepto, claro está, a Scioli).
El colectivo más numeroso, integrado por entre un 40 y un 50% del electorado, es un votante que no se considera NI oficialista NI opositor.  Es un votante crítico, que valora algunas de las políticas del oficialismo pero se opone a otras. Este votante NI se divide a su vez en tres grupos. Una parte, si bien le reconoce al oficialismo algunas virtudes, y no se autodefine como “opositor” pleno, vota siempre a la oposición. Un segundo grupo, si bien no se considera a sí mismo como “oficialista” o “kirchnerista”, y es crítico de algunos aspectos de las iniciativas de estos años, siempre termina votando al FpV. Finalmente, el tercio más numeroso de los votantes NI ve en el oficialismo virtudes y defectos en cantidades equilibradas; a veces ha votado al oficialismo -en 2011- y otras a la oposición -en 2009 o 2013-. Este votante NI fluctuante es quien define las elecciones, y hoy ha encontrado un refugio donde se instala con comodidad en el massismo, que con su lema “el cambio justo” parecería coincidir con esta perspectiva.  Algunos de estos votantes también se hallan cómodos con Scioli, que promete una continuidad con algunos retoques, pero son muy reacios a una perspectiva como la de Macri, opositor serial a las políticas de esta década y que plantea un indefinido “cambiemos” que resulta inquietante para aquel que comulga con muchas de las políticas de estos años. La dificultad del macrismo para penetrar en este numeroso sector “NI” partiendo de una posición de oposición radical al kirchnerismo ha llevado al alcalde de CABA ha realizar los extraños giros discursivos de estas últimas semanas, desde prometer dejar “las cosas que se hicieron bien” –a  las que él se opuso con fervor en su momento- hasta inaugurar una estatua homenajeando a Juan Domingo Perón  -personalidad totalmente ajena a su espacio, integrado mayoritariamente por liberales y radicales-.
De cara a las elecciones presidenciales del 25 de octubre, para las que faltan un puñado de días, las encuestas muestran a Scioli en cifras que oscilan entre el 39 y el 42%, a Macri por debajo del 30% y a Massa en torno del 20%.
Scioli se quedaría de persistir estas cifras con una victoria en primera vuelta, pero con lo justo. Su intención de voto ha crecido sin prisa pero sin pausa, a un ritmo a veces exasperante, pero que nunca se ha detenido. Ha captado dirigentes y votantes del  Frente Renovador de Massa, quien no parece acusar los golpes pues los compensa con los votantes que le quita a Macri. El alcalde amarillo parece ser el gran perdedor de esta elección, ya que no logra siquiera conservar el total de los votos de “Cambiemos” en las PASO.  Sus votantes son poco más que ese núcleo ultraopositor que quiere volver al Pasado. El Niembrogate y las numerosas denuncias que lo siguieron le generan un terreno resbaladizo que él acrecienta con giros discursivos que confunden a los propios y divierten a los ajenos. Llegar a un ballotage con Scioli aparece cada vez más para el amarillo como una alternativa remota, no imposible pero si altamente improbable, y que aún en caso de producirse serviría de poco porque muchos de los votantes y dirigentes del massismo ven con simpatía al ex motonauta.
Solo un mago podría adelantar los resultados del domingo. Pero si se pueden plantear algunos escenarios posibles.
El primero es que los números cierren más o menos como dan la mayoría de las encuestas, con Scioli entre 40 y 42, Macri entre 28 y 30 y Massa entre 19 y 21. Esto daría al FpV una victoria en primera vuelta por cifras exiguas, y abriría la puerta a protestas “a la tucumana”. Es el peor de los tres escenarios, porque hay sectores poco afectos a la democracia que querrían poner en dudas la legitimidad de la victoria kirchnerista. Este escenario mejoraría si el deterioro de la fórmula de “Cambiemos” llega al punto de generar una suerte de “empate técnico” con el tercero, quedando Macri en el orden de los 24 a 26 puntos y Massa entre 22 y 24, lo que incrementaría la distancia del primero al segundo sin la necesidad de que Scioli creciera demasiado.
El segundo escenario es que el ritmo de crecimiento de Scioli se acelere en la recta final a costa de nuevas  disensiones en el FR y  captación de indecisos, y Macri alcance su piso, en cuyo caso Scioli podría trepar a cifras de entre 43 y 45%, quedando Macri entre un 25 y 27% y Massa con no más de 16 a 18%.
El último y menos probable de los escenarios es un virtual estallido del Frente Renovador en la carrera final lo que permitiría a Scioli superar el 45% y a Macri el 30%, quedando el tigrense muy lejos. Pero esta posibilidad parece hoy ilusoria, inclinándose este cronista por una combinación de las dos primeras hipótesis.
Se puede especular mucho acerca de resultados. Se puede tener el gran acierto o un espectacular error. La verdad está en manos de todos, el domingo 25, cuando comencemos a llenar las urnas con nuestros votos. En la noche del 25 se terminan las especulaciones… habrá que contar cuantos papeles de cada color hay en las urnas.



Adrián Corbella
19 de octubre de 2015.


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