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lunes, 10 de agosto de 2015

UNA ELECCIÓN DE MÚLTIPLES LECTURAS, por Adrián Corbella


En teoría no debería haber diferencias entre lo que un candidato dice en campaña y lo que hará si resulta elegido. En teoría, porque muchas veces los candidatos dicen lo que suponen que el elector quiere oír, en lugar de decirnos lo que realmente piensan y quieren hacer. Fue  al respecto muy claro el dirigente del PRO Federico Sturzenegger, en su sincericidio  publicado hace algunos días en you tube en inglés subtitulado, cuando señalaba que el asesor político ecuatoriano del macrismo, Jaime Durán Barba, le recomendaba no decir lo que pensaba hacer, no explicar nada, y hablar de cosas poco trascendentes que no reflejaran cabalmente su pensamiento (1).
Quien ha seguido la carrera política de Mauricio Macri puede suponer, y seguramente no se equivocará, que el ex presidente de Boca es un opositor firme a la casi totalidad de las políticas kirchneristas. Sin embargo, desde las elecciones porteñas el discurso del partido amarillo ha sido apenas crítico. Macri ha sostenido que no privatizará aerolíneas, los ferrocarriles, YPF o el sistema jubilatorio. María Eugenia Vidal ha hablado de “justicia social” y cantado loas a las figuras de Juan Domingo Perón y María Eva Duarte de Perón. Federico Pinedo ha señalado que el PRO en el poder debería enfrentar duramente a Thomas Griesa como lo ha hecho Kiciloff. Se crea o no en la veracidad de estas afirmaciones –que suenan más ocasionales que sinceras- es difícil sostener sin recibir cuestionamientos que quien votó a estos candidatos, con este discurso estatista y peronista, casi filokirchnerista, desean un cambio radical de las políticas de las últimas décadas. El voto amarillo contiene entonces votantes opositores y votantes críticos.
Sergio Massa, por su parte, ha tenido desde 2013 un discurso parecido al nuevo posicionamiento de Macri. Massa siempre pretendió ubicarse en la postura de cambiar sólo algunas cosas, y de hecho su lema de campaña (“El cambio justo”) da la idea de cambios limitados, de cambios con continuidad –que esa sea o no su actitud en caso de acceder al gobierno es otra discusión-.
Escrutadas el 97,84% de las mesas del país, un 51% del electorado ha optado por los candidatos de CAMBIEMOS y UNA. La gran pregunta es cuántos de esos votantes desean un cambio absoluto de las políticas de la última década, y cuántos le creen al discurso más crítico que opositor de Macri y Massa. Englobar a todos los que no votaron a Scioli-Zannini en la categoría difusa de “la oposición” y sostener que esos votantes desean terminar con las políticas de esta década –como sostenía anoche Rosendo Fraga en Canal 13- implica dos a priori:
1-que Macri y Massa mienten descaradamente, y
2-que todos sus votantes lo saben y los votan igual.
Parecen dos afirmaciones aventuradas, que al menos deberían ser demostradas antes de sostenerlas alegremente. Por lo tanto postular que todos los que no votaron a Scioli lo hicieron EN CONTRA del kirchnerismo, resulta más una expresión de deseo que un reflejo de la realidad (2). Dilucidar esta cuestión puede ser vital en caso de presentarse la alternativa de un ballotage (3).
Respecto al análisis frío de los resultados, CAMBIEMOS ha unificado el voto de la derecha liberal con buena parte del voto radical, reconstruyendo una suerte de Partido neo conservador. Surgen dos preguntas de cara a octubre. Por un lado, un 20% de los votantes de “Cambiemos” eligió a Ernesto Sanz o Elisa Carrió –un radical y una ex radical-; es válido preguntarse si estos votantes irán en masa a Macri, o si una parte significativa de ellos será atraído por la propuesta de aspecto más “boina blanca” de Margarita Stolbizer, otra exradical. El segundo interrogante es que capacidad conserva el macrismo para crecer más allá de los resultados de ayer, o si ya ha encontrado su techo, como parece haberle sucedido en CABA (4).
UNA por su parte resulta una expresión de un peronismo disidente con el kirchnerismo, de manera similar a lo que fue en pasadas elecciones el “Peronismo Federal”. A diferencia de esas experiencias, han encontrado en Massa un candidato que tiene más llegada que Duhalde u otros postulantes que asomaron en anteriores comicios. UNA ha logrado quitar votos al kirchnerismo en provincia del interior donde las fórmulas del FpV ganaron en 2011 por mayorías abrumadoras, y hoy lo hacen con términos mucho más acotados. En este espacio dos tercios de los votos correspondieron a Massa y el tercio restante a De La Sota.  Es central preguntarse en primer lugar si el votante delasotista acompañará a Massa en octubre, u optará por otros candidatos peronistas (como Scioli o Rodríguez Saa), o incluso por Macri.
Respecto al FRENTE PARA LA VICTORIA, pueden señalarse diversas conclusiones. El objetivo de quedar en o cerca del 40% parece haberse logrado –con 93,08 % de mesas escrutadas, Scioli alcanza el 38,22 %- pero dando la impresión de que para evitar el ballotage deberá superarse el 45% de los sufragios.
En Provincia de Buenos Aires así como en muchas otras (Catamarca, La Rioja, Jujuy, La Pampa, Mendoza, Neuquén, Río Negro, Salta, Santa Fe, Río Negro, Santiago del Estero, Corrientes, Misiones) la existencia de una segunda candidatura peronista fuerte (UNA), sumado a la “peronización” discursiva de los candidatos del PRO provocó cierta división del voto peronista, en mayor medida de lo esperado por muchos analistas. La alianza entre Massa y De La Sota restó en muchas provincias de 10 a 20 puntos porcentuales al FpV. Muchos de estos son votantes que apoyaron al kirchnerismo en otras oportunidades y que pueden volver a hacerlo en octubre.
En estos dos meses hasta las elecciones pueden darse dos escenarios: uno es que se mantengan estas tendencia y se de, sea un ballotage, sea una victoria de Scioli en primera vuelta con poco más del 40% y diez de diferencia sobre Macri. El otro escenario es que las terceras opciones comiencen a desgajarse y los votantes del massismo y el adolfismo opten o por la opción opositora más fuerte (Macri) o por la opción peronista más sólida (Scioli).
Le quedan dos meses al candidato del kirchnerismo para lograr cumplir con la tarea por la que  fue impulsada su candidatura por encima de otras: unificar el peronismo detrás de su fórmula. Tiene la ventaja de que su figura es, para muchos peronistas disidentes, mucho más simpática que la de los representantes más puros de un kirchnerismo “paladar negro”.

NOTAS:
(1): Ver video de Sturzenegger en  https://www.youtube.com/watch?v=WrypDqCHfBs

(2): Es interesante al respecto el caso de RÍO NEGRO, provincia en la cual para la categoría de Presidente los resultados fueron de 44,62 para el FpV, 22,70 para Cambiemos y 21,40 para UNA. Sin embargo, en la categoría Diputados Nacionales la Alianza Frente para la Victoria alcanza el 60,19% absorbiendo votos "opositores" de UNA. Lo mismo sucede en el Parlasur regional donde trepa al 61,11%. Es decir que en el mismo sobre algunos rionegrinos pusieron la boleta presidencial de UNA con los diputados y legisladores comunitarios del FpV.

(3): Otro ejemplo interesante es CORRIENTES, en cuyas elecciones locales una alianza "opositora" encuadrada por el radicalismo y aliada a Massa ganó por el 50% de los votos frente al 33% del kirchnerismo, pero en la Presidencial Scioli obtuvo el 50,24%, Cambiemos el 29,48 % y UNA apenas un 16,08 %. O sea que algunos de esos "opositores" no lo eran tanto.

(4): CAMBIEMOS obtuvo en CABA 48,89%, 882.000 votos, cifra muy cercana a los 862.000 con los que Rodríguez Larreta ganó el ballotage, lo que parece indicar que practicamente ningún votante de Martín Lousteau eligió la fórmula amarilla de Macri-Michetti. En CABA el PRO habría tocado un techo dificil de perforar.

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