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lunes, 20 de julio de 2015
SOBRE RULOS Y BOCHAS, por Adrián Corbella
Aún habiendo nacido en Capital Federal y viviendo en ella desde siempre, no es fácil interpretar al votante de este distrito. El que observa desde afuera, el que lo mira desde otra parte del país, puede pensar que una fuerza política que gana tres elecciones locales seguidas (2007, 2011, 2015) con cifras superiores al 40% y luego se impone en los subsiguientes ballotages, debe tener logros importantes para mostrar. Los que vivimos acá podemos hacer una lista cortísima que se reduce casi a una sola cosa: el Metrobus de la Avenida Juan B. Justo mejora el rendimiento del transporte colectivo de la ciudad (aunque genera un tránsito caótico para los vehículos particulares). Luego… no hay nada más para destacar. Nada positivo. La lista de cosas negativas (endeudamiento incontenible, suba escalofriante de impuestos, obras absurdas como las bicisendas) excede las dimensiones de esta nota.
¿Y entonces por qué gana?
La ciudad de Buenos Aires tiene grabado en su ADN la hostilidad al peronismo, sobre todo al peronismo más popular, más preocupado por los pobres. El PJ perdió las elecciones locales en este distrito incluso en 1973 (1), cuando primero Cámpora consiguió el 49% y luego Perón obtuvo un 62% de los votos a nivel nacional. El único “peronista” que se alzó con la victoria en la ciudad capital fue el menemista Erman González, que era en realidad demócrata cristiano, y que tenía un perfil más de centro-derecha liberal que justicialista. Para encontrar otro ejemplo hay que retroceder medio siglo hasta las elecciones legislativas de 1965, ganadas por Narciso Paulino Niembro (2). El FpV hereda en su contra esta tradición, y no logra cosechar más que entre un quinto y un cuarto del voto capitalino. De cara a un ballotage, con un buen candidato y mucho viento de cola, el kirchnerismo se puede acercar a los dos quintos. Ese es un techo impenetrable, a menos que el candidato sea algo tan ajeno a la tradición peronista como lo era el ya mencionado Erman González.
Entre este quinto de kirchneristas y los dos quintos de votantes PRO, hay otros dos quintos de votantes bastante hostiles a las otras dos fuerzas. La mayoría de ellos, si se ven obligados a elegir entre macrismo y kirchnerismo, optan por el primero, pero si tienen una tercera fuerza que les permita una alternativa, la votan. Este sector es el que permite entender los triunfos de Carrió en CABA, el 20% obtenido por Jorge Telerman en 2007, el resultado de UNEN en las PASO de 2013 o esta elección de Lousteau. Si el voto se polariza entre kirchnerismo y antikirchnerismo, esta última opción gana siempre en CABA. Si la polarización es entre macrismo y otra fuerza que no sea K, el PRO se encuentra en serias dificultades: en las PASO de 2013, UNEN le ganó al PRO en casi todas las comunas, mientras que en esta elección, si bien Lousteau pierde 48,4 contra 51,6 de Larreta, el exministro de Cristina le ganó a los amarillos en dos terceras partes de las Comunas, ganando el partido de Macri en las áreas de mejor nivel económico, las Comunas 2 (Recoleta), 13 (Belgrano, Núñez, Colegiales) y 14 (Palermo), en dos comunas de perfil mixto, la 1 (Retiro, Puerto Madero, San Telmo, Constitución) y en la Comuna 12 (Coghlan, Saavedra, Villa Urquiza), y en una sola que podemos ver como claramente de sectores populares y de clase media no demasiado próspera, la Comuna 4, que comprende La Boca, Barracas, Nueva Pompeya y Parque Patricios –área fuerte del PRO por los antecedentes de Macri como Presidente del Club Atlético Boca Juniors-. (3)
El voto capitalino al PRO entonces tiene dos vertientes: aquellos que votan a favor de esa fuerza, y los que optan por ella en oposición al FpV. Esta última semana la propaganda electoral del PRO apuntaba a dos cuestiones: tratar de evitar a toda costa el ballotage forzando una renuncia del “rulo” Lousteau –seguramente las encuestas que manejaban les daban “empate técnico"- y tratar de convencer al votante capitalino de que esta elección era vital para fortalecer la candidatura anti-K de Macri a nivel nacional, de cara a agosto y octubre. Por eso, si bien ayer los porteños votaron a dos listas que teóricamente pertenecen a nivel nacional a “Cambiemos” –alianza cuyo candidato presidencial será seguramente Mauricio Macri- la lectura de los resultados poniendo eje en las elecciones nacionales es compleja.
Ese 48,4% de votos logrados por Lousteau incluye casi en bloque a los votantes de Mariano Recalde (22% en las elecciones de hace un par de semanas). El resto son votantes propios de Lousteau, y algunos que se sumaron de otras fuerzas. Es difícil evaluar como se comportará esta masa electoral en la elección nacional. Macri tiene potencialmente seguro a la mitad del electorado porteño. Casi un cuarto del electorado es del FpV. El otro cuarto se va a dividir entre distintos candidatos: quizás alguno opte por la fórmula macrista, pero es mucho más probable que esos votantes elijan opciones no amarillas, como las de Stolbizer, Massa… y el propio Scioli.
El PRO necesitaba un triunfo resonante, arrasar en alguna elección para mostrar fortaleza a nivel nacional. Sin embargo, pese a las alianzas concertadas con radicales y otras fuerzas, esto no se ha logrado. Santa Fe y Córdoba, donde los amarillos tenían expectativas de ganar, las perdieron en elecciones más bien modestas, sin mucho para destacar. Salta, donde iban en alianza con Massa y un candidato menemista, y tenían un extraño “crédito” local, el diputado Alfredo Olmedo, tampoco sumó demasiado. Mendoza la ganaron, pero es difícil ocultar que ese triunfo es más radical que macrista, y para colmo no fue demasiado espectacular (toda la oposición unida casi 46%, el FpV mendocino casi 40%). Les quedaba la única esperanza de un resultado arrasador en CABA, el distrito madre del partido amarillo… Nada de eso se logró…
A veces hay derrotas que se festejan. Anoche seguramente Daniel Scioli, Carlos Zannini y Cristina Fernández habrán brindado celebrando el resultado, habiendo logrado bajar a cifras mínimas la “victoria” amarilla en CABA, supuesto baluarte del PRO, dirigiendo los votos kirchneristas hacia ECO sin apoyar formalmente a ese espacio –lo que hubiera quedado feo realmente-
A veces hay victorias que duelen como derrotas. Hace 2300 años el rey griego Pirro de Epiro invadió Italia con el propósito de derrotar a la naciente República Romana. Los ejércitos de Pirro avanzaron logrando varias resonantes victorias, todas con un costo altísimo en bajas griegas. Luego de su última “victoria” el inteligente monarca dijo: “Otra victoria como ésta, y me vuelvo solo a Epiro”. Entonces decidió declararse perdedor y embarcar los restos de su maltrecho –aunque “invicto”- ejército de regreso a su patria epirota.
Anoche Macri, que tiene la palabra “cambio” como eje de su discurso, que le puso Cambiemos a su espacio, en las palabras celebrando el “triunfo”, prometió continuar con los ejes centrales de las políticas kirchneristas (4). Es difícil explicar que “Cambiemos” no quiere cambiar nada, y que cuando se dice “cambio” se habla de un emprolijamiento nomás. Se ve que están advirtiendo que los vientos de cambio son apenas brisas suavecitas, que la voluntad de cambio está más en ellos que en los votantes.
Desinflados los globos, apagadas las luces de colores y retirada la concurrencia, seguramente Mauricio habrá pensado: “Otra victoria como esta, y me vuelvo solo a Boca”
NOTAS:
(1): En 1973, Fernando De La Rúa gana las elecciones a Senador al justicialista Marcelo Sánchez Sorondo, en instancia de ballotage. Única victoria radical en una elección nacional de claro predominio peronista.
(2): Ver por ejemplo http://www.lapistaoculta.com.ar/3/2/c/el-coleccionista/item/3985-c%C3%B3mo-se-lleg%C3%B3-al-proceso-electoral-del-11-de-marzo-de-1973.html
(3) : Ver por ejemplo http://www.infonews.com/nota/235104/el-pro-perdio-en-nueve-de-las-15-comunas
Resulta también interesante http://www.infonews.com/nota/235051/el-macrismo-cada-vez-con-menos-votos
Los resultados finales dan también la victoria a Larreta en la Comuna 12 (Coghlan, Saavedra, Villa Urquiza)
(4) : Consultar http://www.infonews.com/nota/235131/el-discurso-kirchnerista-del-lider-del-pro
Muy buena visión del votante de CABA y excelente comparativa con el protagonista de la Grecia antigua, lo que me llevó a rescatar estas apreciaciones sobre el falso optimismo:
ResponderEliminar•El superoptimismo no deja ver la realidad
•¿Repetiremos el error de siempre, pensar que las ilusiones son la realidad?
•Caemos en un triunfalismo grosero carente de todo sustento el cual, en vez de apresurarnos y darlo por real cuando sólo es una ilusión, debería preocuparnos y ocuparnos, por los efectos negativos que tiene.
•No contentos con esto, todavía le agregamos a ese triunfalismo un optimismo que confunde las ilusiones con la realidad.
•Se busca pintar un panorama idílico que todos sabemos no se va a concretar.
•En modo alguno significa que se esté en contra de una visión optimista del futuro; por el contrario, en lo que se refiere al futuro uno puede tener la más optimista de las visiones pero, para que se concrete, ésta (la visión optimista) debería ser el resultado de una conducta que no es la que regularmente se aprecia en los optimistas.
•Lo que parece criticable, no es “el optimismo” del discurso sino la subjetividad que exhibe; su alejamiento y desprecio por la objetividad, y la falta de respeto de la realidad que nos dice que las cosas son de otra manera.
•Pocas personas leen afirmaciones pesimistas sin cierto rechazo inconsciente, cuestión ésta que imposibilita una visión objetiva. El cerebro posee ciertas ilusiones cognitivas -similares a las ilusiones visuales- que lo empujan a desvirtuar la realidad, "buscando" siempre el lado positivo ante la adversidad (y falsando la mayoría de las veces la realidad para encuadrar dichas expectativas positivas).
•De un tiempo a esta parte, al que llama a las cosas por su nombre se le tilda de ser un tipo negativo o de no tener perfil de triunfador. El optimismo barato empapa