Páginas

jueves, 16 de julio de 2015

Juana Azurduy, mujer de la Revolución Americana, por Ezequiel Espeche y Noelia Navarro (para "Integración Nacional" del 08-01-15)


      

Escrito por:
Dr. Ezequiel Espeche
Con colaboración de Noelia Navarro


Existen tres razones fundamentales que hicieron creer a los encargados de relatar nuestra historia que podían relegar a Juana Azurduy a una posición secundaria, por no decir al ostracismo.
La primera de ellas tiene que ver con su nacionalidad. Su condición de “boliviana” y por ende de “extranjera”, hizo que se pretendiera oscurecer su figura y su concepción de Patria Grande, tal como lo han hecho con el “uruguayo” Artigas.

La segunda de ellas tiene que ver con su origen étnico – racial. De padre criollo y madre “chola”, portaba en sus venas sangre indígena, y en su voz el grito Inca de la libertad. Tanto era así que supo encolumnar en sus huestes a las fuerzas indígenas de Juan Huallparrimachi, y luchar junto a las “amazonas” contra el godo invasor.

La tercera de ellas tiene que ver con su condición sexual. Era mujer. Y ser mujer bajo los cánones de la sociedad chuquisaqueña de la época implicaba ser “irremisiblemente condenada al claustro monacal o al yugo hogareño”.  Respecto a esto, aun hoy todavía no todo ha cambiado.

Tanto Juana Azurduy como Manuel Ascencio Padilla, su esposo,  son expresión de la clase social a la cual pertenecen y el mundo de relaciones que los rodeó durante toda su vida.

Juana proviene de Chuquisaca, una de las regiones con mayor trascendencia en el Virreinato del Rio de la Plata debido a que cerca de ella se encontraban las minas de Potosí que mediante un modo de producción servil esclavista regaba de recursos las arcas de los reyes españoles y  de toda la estructura administrativa del Virreinato.

Sociedad altamente estratificada en la que se alzaba la universidad San Francisco Xavier, cuestión que no es menor ya que en ella se codeaban los hombres que luego serán parte de la revolución americana formados en la fragua de las ideas más avanzadas,  de los textos de Rousseau y los enciclopedistas franceses.

Si bien ella fue criada con una inusitada libertad para la época, acostumbrada a andar a caballo por los campos de su hacendado padre Matías Azurduy, pronto la suerte comenzaría a serle esquiva.  Azotada por la pérdida de sus padres, fue enviada por sus tíos a un convento para seguir una vida contemplativa, pero su alma indomeñable hizo inviable su continuidad luego de ser expulsada por la madre superiora a la edad de 17 años. Juana no sería la monja que la sociedad esperaba, sino la “comandanta” que sorprendería con su valentía a propios y a extraños, a hombres y a mujeres por igual.

Su amor por Manuel Asencio Padilla, el segundo hijo de una familia de hacendados y amigos de sus padres, estaría signado no solo en una atracción y simpatía profunda que alimentaban desde su niñez, sino fundamentalmente porque, según Pacho O Donnel “también a él le conmovía él infortunio de aquellos hombres y mujeres de piel cobriza a quienes los demás de su misma clase acomodada trataban como si no fueran humanos.”

Cuando en 1808 llega a Chuquisaca la noticia de que el rey de España Fernando VII había sido encarcelado, movimientos de estudiantes universitarios comienzan un proceso de ruptura con las autoridades vigentes, sustituyéndolas por criollos y realizando un Cabildo Abierto en La Paz que conformará una Junta de Gobierno en cabeza de Pedro Murillo. La oposición realista, expresada por el gobernador de Potosí Francisco de Paula Sanz, se enfrentó a los revolucionarios que terminaría “ajusticiando” a Murillo y reprimiendo los movimientos independentistas alto peruanos. En este marco es que los esposos Padilla entienden necesaria su intervención en la lucha libertaria. Su posterior adhesión a la Junta de Buenos Aires los hará aliados de los revolucionarios de Mayo, y protagonistas de las dos expediciones al Alto Perú, a las órdenes de Castelli primero, y luego del General Manuel Belgrano.

Los Padilla son parte de una valerosa generación de hombres y mujeres que hoy son desconocidos por la enorme mayoría de latinoamericanos. No se estudian en las escuelas ni en las universidades y su pensamiento político ha sido erradicado o transfigurado de las páginas de los reconocidos manuales que de las cátedras se dictan.

Uno de ellos es Monteagudo, un tucumano revolucionario difamado de personalidad  “sombría” y “sanguinaria”. Luego de haber estudiado en la Universidad de San Francisco Xavier, en donde conoce a Manuel Ascencio Padilla, se incorpora a las tropas nacionales que se enfrentan a los godos en el Alto Perú al mando de Castelli, fuerzas en las que se encuentra también luchando a la par doña Juana Azurduy. Derrotadas las tropas en el Alto Perú se dirige a Buenos Aires y asume la conducción del partido morenista, luego de que a Moreno la facción Saavedrista presuntamente lo asesinara en alta mar. Se enfrenta a Saavedra y luego junto con San Martín depone al triunvirato rivadaviano. Acompaña al Padre de la patria en su campaña libertadora prestando sus funciones luego en el ejército del libertador Simón Bolívar.

Merecen ser citados, por el valor de su autor y la claridad y vigencia de sus palabras en las que incita a las mujeres a participar de la actividad política, un fragmento de uno de sus escritos, titulado “A las americanas del Sud”:

“Uno de los medios de introducir las costumbres, fomentar la ilustración en todos sus ramos, y sobre todo estimular, y propagar el patriotismo es que las señoras americanas hagan la firme y virtuosa resolución de no apreciar, ni distinguir más que al joven moral, ilustrado, útil por sus conocimientos, y sobre todo patriota, amante sincero de la LIBERTAD, y enemigo irreconciliable de los tiranos. Si las madres y esposas hicieran estudio de inspirar a sus hijos, maridos y domésticos estos nobles sentimientos;(…) ¿qué progresos no haría nuestro sistema?(…)   Americanas: os ruego por la patria que desea ser libre, imitéis estos ejemplos de heroísmo, y coadyuvéis a esta obra con vuestros esfuerzos: mostrad el interés que tenéis en la suerte futura de vuestros hijos, que sin duda serán desgraciados, si la América no es libre: y mientras el soldado sacrifica su vida, el magistrado su quietud, y el político se desvela por la salud pública, haced resonar por todas partes el eco patético de vuestra voz, repitiendo la viva exclamación que hacía en nuestra época una peruana sensible: ¡¡¡LIBERTAD, LIBERTAD sagrada, yo seguiré tus pasos hasta el sepulcro mismo!!!, y al lado de los héroes de la patria mostrará el bello sexo de la América del Sud el interés con que desea ver espirar el último tirano, o rendir el supremo aliento antes que ver frustrado el voto de las almas fuertes”.

Monteagudo terminará sus días agonizando en una celda a causa de las puñaladas que le dan dos sicarios. Cien años deben pasar para que el entonces presidente Hipólito Yrigoyen mande a recuperar su cuerpo y que por fin el gran revolucionario descanse en paz.

El aumento despiadado de los tributos que debían pagar las clases populares alto peruanas es la mecha que hace estallar el espíritu revolucionario de los esposos Padilla. El 25 de mayo de 1809 se produce un levantamiento en Chuquisaca, al que se incorpora Manuel  Ascencio. Los levantamientos continúan y en setiembre de 1810 los rebeldes juran fidelidad a la Junta recién formada en Buenos Aires. A Manuel le otorgan el grado de comandante adjudicándole las regiones de Poopo, Moromoro, Pitantora, Huaycoma, Quilaquila, estando a cargo de 2.000 indios con los que logra ocupar Lagunillas evitando que Chuquisaca reciba aprovisionamiento para los realistas. La revolución hispano - criolla se extiende por todo el continente y son parte de ella los esposos Padilla, sobre los cuales la persecución realista aumente cada día más.

Habiendo sido derrotadas las fuerzas patrióticas en la batalla de Huaqui, la Junta en Buenos Aires envía una nueva campaña, esta vez conducida por Manuel Belgrano quien coordina esfuerzos con los Padilla, incluida Juana que, dejando a sus hijos al cuidado de gentes de su confianza decide ser parte de las batallas luchando a la par de las tropas masculinas. Incluso llegará a conformar una tropa de lugareños a quien ella llamará “Leales”, por su apoyo incondicional a las fuerzas patriotas. Dice Pacho O Donnell: “El hecho de que Juana fuere mujer, y de tal estirpe, decidió también a otras mujeres a unirse a la lucha, anticipando aquel legendario cuerpo de Amazonas alto peruanas que combatió bajo sus órdenes y que debería ocupar mejor lugar en nuestra historia oficial escrita por hombres y en Buenos Aires” . Belgrano reconoce  a Juana nombrándola Tenienta Coronela del ejército que  comanda.

Las derrotas en las batallas de Vilcapugio y Ayohuma significó el fracaso de la segunda expedición al Alto Perú, que más allá de los errores de estrategia militar de Belgrano, estuvo marcada por la falta de apoyo de los terratenientes potosinos y en general de toda la clase hacendada de la región, acostumbrados al antiguo régimen de tributos y esclavos al cual se negaban a renunciar. Con el retroceso de las tropas, se termina la débil voluntad de Buenos Aires de resistir en tierras alto peruanas, tentada a no compartir los ingresos de su puerto, que permitían el ingreso indiscriminado de mercaderías inglesas al continente luego de 1810, provocando así la muerte de la incipiente industria local. “Si Buenos Aires no lograba dominar militarmente a las provincias del interior alzadas contra su usurpación, mucho menos estaba interesada en ampliar la órbita de sus problemas. La burguesía porteña carecía de todo concepto territorial de la Nación, ya que todos sus intereses la proyectaban hacia Europa” .

En este contexto comenzará en el Alto Perú un proceso de resistencia armada denominado por Mitre como la “Guerra de las Republiquetas”. De una importancia trascendente para las aspiraciones independentistas, marcará una época sangrienta que durará 15 años. La republiqueta era cada asentamiento tomado por un grupo de lugareños y al mando de un caudillo, que hacía las veces de jefe militar. La estrategia militar adoptada fue la guerrilla, dada la falta de recursos y la inferioridad numérica frente al enemigo. Consistía en ataques rápidos y sorpresivos de pequeños grupos para conseguir prisioneros, comida y armas. Hubo cientos de caudillos que comandaron igual número de republiquetas. De todos ellos, sólo quedaron nueve.

Dadas las condiciones de la guerra de guerrillas, Juana y Manuel toman la decisión de dividirse. Manuel Asencio se dirigiría a los dominios de Vicente Umaña, en tanto que Juana se refugiaría en el Valle de Segura, quedando a cargo de sus cuatro hijos. En las profundidades de la selva de Santa Cruz de la Sierra, logra encontrar morada, pero la tragedia que marcaría toda la vida de la guerrera se haría presente allí. Poco a poco, fueron enfermando sus hijos a causa de la “malaria” y en cuestión de horas tuvo que ver aquella madre desesperada como iban muriendo uno por uno. A partir de ese momento, la lucha de Juana de volvería brutal. Poco tiempo después, en la batalla de “Las Carretas” es muerto Juan Huallparrimachi, líder indígena que fuera mano derecha de los Padilla.

Las tropas realistas se habían afincado en las principales ciudades del Alto Perú y la resistencia patriota parecía perder fuerza, sumadas las traiciones de muchos guerrilleros a fuerza de sobornos. Consciente de ello, Manuel Asencio envía una carta a Rondeau denunciando el abandono por ellos sufrido de parte de los “abajeños”: “Desde el primer mandatario hasta el último cadete de Buenos Aires, no han podido mudar el carácter honrado y sufrido de los altoperuanos, nosotros amamos de corazón nuestro suelo y de corazón aborrecemos una dominación extranjera, queremos el bien de nuestra Nación, nuestra independencia y despreciamos el distintivo de empleos y mandos, olvidamos el oro y la plata sobre la que hemos nacido y donde ha sido nuestra cuna” .

Fue cerca de la región de “La Laguna” donde se produjo un nuevo enfrentamiento con los realistas. El arriero Mariano Ovando  traiciona a los Padilla y facilita el acceso del enemigo a la zona de protección de los guerrilleros. En esa batalla, Juana es herida con dos disparos, uno en la pierna y otro en el pecho, y su esposo en el afán de salvarla es muerto de un balazo en la cabeza.  El líder realista Aguilera lo decapita junto con otra Amazona que confunde con Juana, y enseña ambas cabeza en la plaza pública. Juana lograría escapar y, enfurecida, prometería recuperar el cuerpo sin vida de su esposo.

Más tarde, se dirigiría al sur de Tarija para encontrarse con las tropas lideradas por Martín Güemes. Este caudillo era un joven salteño que esquivando la misión que le tocaba por su acomodada posición social toma las armas contra el absolutismo y se destina a la defensa del norte argentino. Amigo de San Martin y Belgrano, morirá luego de una lenta agonía que le producirán agentes nativos a las órdenes del general realista Olañeta. Su muerte causará regocijo entre otros de Rivadavia quien publicará: “llegó el cirujano Castellanos con la noticia del abominable Güemes (…) ya tenemos un caudillo menos que atormente al país y parece que a su turno van a caer los demás ”. El ejército del caudillo se vio en aquella época seriamente debilitado debido  a que no solo buscaba combatir las fuerzas realistas al norte de Salta sino que también debían resistir ante la embestida de las tropas enviadas desde buenos aires por Rondeau en el marco del conflicto entre el centralismo porteño y las provincias del interior “en Buenos Aires temían más a los caudillos con influencia sobre el pueblo que a los enemigos españoles y portugueses”. Güemes y los suyos resultaron victoriosos de aquella resistencia.

Sería la clase acomodada salteña la principal cómplice del asesinato de Güemes, pieza fundamental en la estrategia de San Martín quien le había encomendado avanzar sobre Lima por el continente para someter a los realistas a la llamada operación de pinzas.

La gran altoperuana pasará los últimos años de su vida como una boliviana. Luego de la gran victoria de Sucre que encendió de alegría a todos los criollos del continente,  el partido rivadaviano no participa del júbilo popular. Explica Jorge Abelardo Ramos “la tendencia invariable de la burguesía porteña era reducir en todo lo posible el área territorial, conservar el puerto y la aduana en sus manos, que proveían la mayor parte de los recursos fiscales, y librar a su suerte a las provincias mediterráneas, que carecían de productos exportables. El Alto Perú se volvía así una carga irritante para los porteños” . Pero al mismo tiempo las clases altas del alto Perú que fundaban su riqueza en el trabajo servil y esclavo de los indios en el fondo de las minas, preferían despegarse de Buenos Aires que no les ofrecía ningún tipo de ventaja económica. La tentativa separatista implicaba la posibilidad de adquirir una salida sobre el pacifico para su comercio. Nuevamente alrededor de un puerto se formaba un País.

Juana envuelta en la miseria luego de la muerte de su amigo y protector envía una carta a las autoridades de Salta solicitándoles ayuda para regresar a Chuquisaca entregándosele solo cuatro mulas del Estado y 50 pesos. Pudo regresar con su hija Luisa, la quinta, a quien había dado a luz poco después de haber perdido a sus demás hijos, a las orillas de un río y en pleno campo de batalla. Al llegar  trató de recuperar parte de las propiedades de su padre que habían sido confiscadas y le fue concedida una pensión mensual por su servicio a la Patria. Como no podía ser de otra manera murió un 25 de Mayo fecha que en 1810 dio lugar a la proclama libertaria que ella honró y  juró defender en vida.

 Hubo que esperar casi un siglo y medio para que llegara el reconocimiento histórico a esta enorme revolucionaria americana, en 2009 Cristina Fernández decreta el ascenso post mortem de Juana Azurduy de Padilla a grado de Generala del ejército argentino. Un año más tarde el presidente Evo Morales recibiría de mano de la presidenta argentina, en acto solemne el sable que perteneció a Juana Azurduy.

Los hombres y mujeres que han servido a la patria no morirán en la medida que sigan en pie los frutos de su lucha. Juana Azurduy flor del Alto Perú y de toda la América Morena.


Publicado en:
http://www.rinacional.com.ar/juana-azurduy-mujer-de-la-revolucion-americana.html


No hay comentarios:

Publicar un comentario