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lunes, 13 de julio de 2015

HACIENDO NÚMEROS DE CARA A OCTUBRE, por Adrián Corbella





Si de elecciones hablamos, lo único absolutamente seguro es abrir las urnas y contar los votos. En este sentido no tendremos respuestas inobjetables hasta octubre, cuando termine el escrutinio de las elecciones presidenciales.

Pero hay diversos métodos previos para inferir posibles resultados. Los más confiables son otras elecciones, como las PASO o las elecciones locales de cada provincia, los menos confiables las encuestas, que aciertan tantas veces como yerran.

Las elecciones locales, justamente por serlo, por reflejar realidades provinciales, a veces dejan más incógnitas, interrogantes, que respuestas. En este año tan electoral de la Argentina han ganado en 5 provincias fuerzas locales que no tienen un correlato nacional claro, y en una sexta se da otra situación atípica.

“Juntos somos Río Negro”, que ganó con más del 50% de los votos, no apoya a ningún candidato presidencial. El gobernador Weretilneck ha manifestado su disposición a negociar con el candidato del FpV un acuerdo programático que beneficie a la provincia de Río Negro .

En Neuquén, el triunfante MPN no presenta candidato presidencial propio, y generalmente orbita en torno al FpV y el PJ.

En Córdoba la UPC de Schiaretti se vincula a De La Sota, quien casi con seguridad perderá la interna presidencial con Massa, dejando al cordobecismo-la versión local del peronismo tradicional- huérfano de candidato propio.

En Corrientes y Mendoza  han triunfado alianzas opositoras, pero que representan a varios candidatos presidenciales, por lo que no es claro que todos los votos confluyan en una sola persona, ni que Scioli no pueda cosechar parte de esa dispersión.

En CABA finalmente, “Cambiemos” presentó dos fórmulas (PRO y ECO), que salieron primera y segunda, no resultando evidente que todos esos votantes respalden masivamente la fórmula presidencial del espacio (Macri-Michetti, seguramente). Parece razonable que parte de los votantes de Lousteau voten en las presidenciales a Massa, Stolbizer, o el propio Scioli, ya que el candidato presidencial del FpV tiene un perfil bastante distinto a Mariano Recalde. No parece aventurado especular que Scioli logrará atraer en CABA más votantes que Recalde, candidato de buena imagen y gestión pero que representa al kirchnerismo más puro (y por ende el menos potable para el votante porteño).

Lo que si podemos señalar es que ya ha votado (en PASO o elecciones locales) el 41,8% del padrón. Los distritos que votaron incluyen algunas provincias K (Salta, La Rioja, Chaco) pero comprenden, casi en su totalidad, los distritos donde el FpV tiene más dificultades para hacer pie: CABA, Santa Fe, Córdoba, Mendoza y Corrientes. Distritos donde en estas elecciones obtuvo el segundo e incluso el tercer lugar.

Otro caso donde el resultado nacional puede diferir bastante del local es Salta. En la provincia norteña, el gobernador Urtubey (FpV) fue reelegido con casi el 50% de los votos, derrotando a otra fórmula “peronista”, encabezada por el ex Gobernador Romero, que contaba  con el apoyo de Macri y de Massa (el tigrense tiene como candidato a vicepresidente a un salteño). No sería de extrañar que los votos del romerismo se dispersen entre distintos candidatos, y que una parte de ellos confluyan con los votantes de Urtubey apoyando la candidatura de Scioli-Zannini. Si esto se produce, Scioli superaría en Salta el cincuenta por ciento de los votos.

Sin embargo, en este 41,8 % del país, que repetimos es el más difícil para el kirchnerismo, el FpV obtuvo el 31,8% de los votos (1). Este porcentaje no parece un techo, sino un piso, ya que tiene el plus adicional de intentar captar votos en los cinco distritos cuyas fuerzas ganadoras no tienen candidato presidencial propio, y en CABA.



Esto representa entonces casi un tercio de los votos, posiblemente con un techo más arriba de esa cifra, en las partes del país más hostiles al oficialismo.

Para el otro 58% dependemos de fuentes menos confiables, como las encuestas. Las encuestas tienen un margen de error importante del 2 o 3% (que inhiben aclarar un panorama de tanta paridad como fue, por ejemplo, el santafesino), y pueden ser sutilmente direccionadas en un sentido o en el otro.

Parte de ese 58% es la Provincia de Buenos Aires, que tiene el 38% del padrón electoral. Es un distrito fuerte del kirchnerismo, donde éste incluso perdiendo (como en las elecciones legislativas de 2009 y 2013) alcanzó un tercio de los sufragios. Hoy todas las encuestas dan entre un 40 y 50% de intención de votos al FpV en la provincia, con una primera mandataria con una imagen positiva del 54%,y los opositores divididos y a casi 20 puntos de distancia. No parece irracional postular un triunfo K en la provincia con cifras no menores al 40% y muy posiblemente superiores al 45%... (2)

Este resultado, sumado al 31,8 % anterior daría un piso del 40% de los votos en un territorio que comprende 80% del padrón (38% de PBA y 42% de las que ya votaron).

¿Qué nos queda por analizar?... Un 20% del padrón. Comprende una multitud de provincias medianas o chicas. Una sola es una provincia donde el FpV no hace pie. En las demás suele ganar por diferencias muy importantes.

San Luis es el feudo de los hermanos Rodríguez Saá, peronistas no K, que no tienen un candidato presidencial fuerte (Adolfo probablemente no llegue al 5%). En la provincia puntana, que no tiene muchos habitantes (casi 500 mil), el kirchnerismo suele ser segundo, y no es imposible un acuerdo entre el peronismo local y el candidato del PJ-FpV, Daniel Scioli.

Las demás provincias, tienen, al menos antecedentes de triunfos kirchneristas por cifras apabullantes. Si consultamos los resultados de 2011 por ejemplo, tenemos los siguientes números: Santiago del Estero 82%, Formosa 78%, Santa Cruz 75%, Catamarca 70%, Misiones 67%, San Juan 65%, Tucumán 65%, Jujuy 64%, Chubut 59%, La Pampa 58%, Entre Ríos 55%, mientras que en San Luis el FpV salió segundo, pero con 31,4 % (3).

Se puede argumentar que han pasado cuatro años, que Cristina no es candidata (aunque tiene una imagen positiva nacional cercana al 50%)… se pueden argumentar muchas cosas, pero parece difícil que se baje tanto desde esas cifras como para alcanzar el 31,8 % del primer grupo de provincias, o siquiera el 45% de PBA.

Las elecciones se ganan en las urnas, y es necesario contar los votos. Falta un mes para las PASO y cinco para las elecciones de octubre. Sin embargo, las perspectivas del oficialismo son muy buenas para ganar en primera vuelta, objetivo que se alcanza sea obteniendo 40% de los votos con diez por ciento de diferencia con el segundo, sea saliendo primero con más del 45% de los votos.

Sin embargo, a estos números fríos del hoy, hay que agregarle el efecto polarización, que seguramente se producirá, ya que las PASO están funcionando como una primera vuelta, y ésta pasa a reemplazar al ballotage.

En agosto, las PASO nacionales van a dejar como claros favoritos  a Daniel Scioli y Mauricio Macri, lo que hará que muchos de los que votaron a otros candidatos anticipen el ballotage en primera vuelta  optando por uno u otro (4). El que más puede perder en este proceso es Massa, y, en caso de pasar las PASO, Adolfo Rodríguez Saa. Los menos afectados por este “voto útil” serían las candidaturas de Stolbizer y el FIT (Frente de Izquierda y de los Trabajadores).

Como en un enorme tetrys, las piezas giran en el aire mientras bajan, inexorablemente, para ocupar un lugar en el tablero. Habrá que esperar el veredicto de las urnas.


Adrián Corbella
13 de julio de 2015


NOTAS:

(1):  Tabla que aparece en el texto, y fue realizada por la consultora Giacobbe y asociados. Los datos duros en los que se basa se pueden consultar en cualquier medio periodístico que haya cubierto esas elecciones.

(2): Encuesta del CEOP (Roberto Bacman) publicada por Página 12 del 12-07-15 http://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-276934-2015-07-12.html


(4): Así como hay votantes hostiles al kirchnerismo que ante una polarización optarían por Macri, hay otros hostiles a Macri que, no pudiendo ganar su candidato, elegirían a Scioli. Este fenómeno se ve incrementando por la tendencia a la unificación de las distintas vertientes justicialistas detrás de la fórmula Scioli-Zannini, que ya es un hecho en provincias como La Pampa o Santa Cruz.


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