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sábado, 16 de mayo de 2015

PASOS AL COSTADO, por Mario Wainfeld (para "Página 12" del 15-05-15)


Por Mario Wainfeld

La presidenta Cristina Fernández de Kirchner pronunció la exhortación o, mejor, el mandato en Resistencia hace poco más de una semana. El viernes 8 la ratificó el secretario Carlos Zannini en el nutrido Congreso del PJ. Era la voz de aura en sentido inverso: un puente de plata discursivo para que la gran masa de precandidatos a presidente o a gobernador de Buenos Aires allanara el camino a unas prolijas Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias (PASO). Cinco aspirantes nacionales y algo así como una docena de provinciales constituían una oferta excesiva, disfuncional. “Quien quiera oír que oiga”: varios oyeron y despejaron el camino. Lo hicieron, con diferencia de horas, tres que competían por la presidencia: el ministro Agustín Rossi, el legislador porteño Jorge Taiana y el gobernador Sergio Urribarri. En “la provincia” se bajaron varios y habrá más. Entre ellos, Diego Bossio, el titular de la Anses, tenía aceptable instalación e intención de voto según encuestas. El Movimiento Evita, la única agrupación que llevaba postulante para los dos comicios, anunció en simultáneo que se bajaban Taiana y su “pre” a gobernador, el diputado provincial Fernando “Chino” Navarro. Habrá más informaciones para ese boletín. Así las cosas, las PASO nacionales se dirimirán entre el ministro Florencio Randazzo y el gobernador Daniel Scioli, sin lugar imaginable a dudas. En Buenos Aires quedan aún aspirantes y un leve margen para jugadas individuales. De cualquier forma, todo indica que los dos más potentes, por ahí los únicos, serían el diputado Julián Domínguez y el jefe de ministros Aníbal Fernández.
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La señal de la Presidenta a los protagonistas fue inequívoca, fuentes confiables comentan que la reforzaron paliques con ella misma o con los contados integrantes de la “mesa chica”. Rossi, Taiana y Urribarri (todas las enunciaciones de esta nota son por orden alfabético, homenaje a la “corrección periodística”) expresaban a un mismo sector del Frente para la Victoria (FpV). Es el de mayor cercanía con el kirchnerismo puro y duro, su militancia y adherentes. Los tres arrancaron con bajo nivel de conocimiento nacional y de intención de voto. Una táctica similar orientó sus pasos, fue esperar el favor presidencial. Hasta la semana pasada jamás se les pidió que se bajaran pero tampoco recibieron guiños serios o gestos de apoyo. Sus posibilidades eran escasas. No intentaron una movida accesible: unificar personería en una candidatura, conformando una suerte de “espacio”, como se dice ahora, a falta de orgánicas más consistentes. Sería más que aventurado afirmar que esa jugada hubiera cambiado el desenlace, de cualquier forma estaba en el escaso repertorio de lo disponible. Con la lealtad que caracterizó su trayectoria y conducta, honraron la orden de Cristina. Seguramente hubieran sido la preferencia de los votantes K más acendrados.
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Scioli no juega pendiente del apoyo presidencial. Sabe que no es su predilecto, tanto como que cuenta con un caudal propio estimable. Claro que su virtualidad electoral depende de ir con los colores del FpV. El naranja es vistoso, pero no le alcanzaría, ni ahí. Su obsesión era y es no ser vetado por la mandataria, a cuyo efecto prodigó gestos y acciones de alineamiento. No metió cuchara alguna en el armado bonaerense y es cantado que cederá a la Casa Rosada la confección de la lista de diputados nacionales de su provincia. Con eso, le basta (a hoy, en un escenario siempre magmático) para puntear en las encuestas y ser el favorito en los pronósticos deportivos de las mesas de café o de los quinchos. Randazzo fue el único candidato alternativo a “Daniel” que “jugó” sin esperar el espaldarazo de la Casa Rosada. Siempre comentó, a sus aliados y a quien quisiera-pudiera oírlo que para ganar, le bastaba la neutralidad de Cristina. Con ese objetivo, confrontó siempre con Scioli, en términos muy enérgicos, sin reparar en los otros contendientes a quienes aspirará a atraer ahora, por fuerza de gravedad política. Scioli expresa el sentido común y el anhelo de la casi totalidad de sus colegas gobernadores (con la excepción del entrerriano Urribarri), de los sindicalistas de la CGT y de una ración alta de la dirigencia pejotista.
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Voces cercanas a Olivos aseguran que la Presidenta no intervendrá en la interna para sucederla. Incluso algún candidato escuchó ya ese mensaje. Da la impresión de que ese será el criterio de la Presidenta, que está inequívocamente en campaña, jugada a que el FpV continúe su ciclo. Nada es seguro ni inexorable en campaña, hasta los protagonistas o los líderes pueden cambiar de parecer al vaivén de los acontecimientos. Pero los márgenes de acción se estrechan conforme corren los días: queda poco más de un mes para la presentación de listas, menos de tres para las PASO. Poco tiempo para hacer jueguito o retener la pelota tocando hacia atrás como el Barcelona: si se quiere hacer goles hay que pegarle al arco o ir a la carga al área a cabecear centros.
Claro que florecerán las interpretaciones sobre cada gesto o palabra de Cristina. Tal es su centralidad, amén de una prerrogativa de los líderes carismáticos. La presencia de Randazzo ayer en el programa 6,7,8 o la de mañana en Carta Abierta habilitarán lecturas o traducciones. Esta cita estaba acordada desde hace un tiempito, vale consignar.
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Todos los aspirantes empiezan a moverse contrarreloj para designar compañeros de fórmula. Puede ser una señal al electorado, aunque este cronista malicia que (en grandes números, se entiende) los votantes argentinos, bastante bien informados, no desviarán los votos en función del vicepresidente. Las experiencias con Carlos “Chacho” Alvarez, Julio Cobos y aun Amado Boudou están cercanas y son aleccionadoras. En igual sentido, cree que tenderá a la inocuidad uno de los tópicos instalados esta semana: la asistencia o no a Showmatch que Randazzo ha promovido como un eje de campaña. Uno intuye que nadie ganará un comicio con sufragio universal por haber estado con Marcelo Tinelli ni por rehusarse a hacerlo.
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Parece que restan cuatro compañeros peronistas en las pistas principales, dos son bonaerenses de cajón. Los presidenciables también. Si se suman los dos adversarios opositores con más potencial (el jefe de Gobierno Mauricio Macri y el diputado Sergio Massa) se advierte una sobrerrepresentación porteña y bonaerense en un país federal. Todos están sujetos al calendario electoral, que se pautó hace años, conforme a la ley de Reforma Política que el oficialismo no retocó ni revocó. Hubo profecías en contrario, la crónica periodística rebosa de versiones desmentidas que se siguen aludiendo como realidades. El desapego institucional del kirchnerismo, por ejemplo, no aplica en el relevante plano del sistema electoral. Por lo menos por ahora Tinelli no tiene razón: hay cuatro presidenciables con chances y no tres.
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Volvamos al FpV. Domínguez, Fernández, Randazzo y Scioli tienen más características comunes que las que adornarán sus relatos hasta las PASO. Uno de ellos fue expresado inmejorablemente por “Aníbal”, el de lengua más ingeniosa entre ellos: son duhaldistas portadores sanos. O lo fueron, cada quien dirá. Para la mirada subjetiva de este escriba corporizan un corrimiento de la oferta electoral del kirchnerismo nacional: a su centroderecha, al peronismo más convencional. Quedará para el debate si eso expresa un corrimiento del imaginario colectivo nac & pop o a una carencia del kirchnerismo para construir un sucesor más parecido al presidente Néstor Kirchner o a Cristina. Para quien esto firma, la explicación sería mixta. Tal vez existan cambios de talante social, pero también medió la dificultad de una fuerza con fuertes liderazgos para construir sucesores o sucesores más expresivos de su ideología y con poderío electoral. Son especulaciones, siempre dignas de polémica. Lo cierto es que el panorama se aclaró, conforme pidió la conductora del FpV. Y que será el pueblo soberano quien dirimirá el futuro compartido, como cuadra.

mwainfeld@pagina12.com.ar
 
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