Arriba: La actual Presidenta, junto al futuro Presidente de la Argentina...
Una agarrada “política” muy pobre ocurrió la semana pasada y desde ya
que hace falta reparar en ella, pero eso no debería impedir una visión
más totalizadora del panorama abierto frente a un año electoral con
características inéditas desde 2003.
Los días inmediatamente anteriores ya habían transcurrido
atravesados por la polémica en torno de tres figuras presidenciables que
participaron en un programa televisivo. Una gran mayoría de las
opiniones difundidas –en la prensa, en las redes, en la propia
dirigencia– juzgó que esas intervenciones fueron un papelón, un canto al
mal gusto, una imagen degradante para la política bien entendida. El
efecto duró hasta el baño de humildad convocado por la Presidenta, que
precipitó enseguida la renuncia de casi todos los precandidatos lanzados
desde su espacio. Cuando se estaba en eso arreció una discusión
centrada en otro episodio de tono espectacularista, respecto de cómo
debe interpretarse una alusión de Florencio Randazzo al riesgo de que el
modelo se quedara “manco”. Que lo dijera en una reunión de Carta
Abierta, con las risas subsecuentes en ese grupo que nuclea a varios de
los más destacados intelectuales y adherentes kirchneristas, potenció
sus consecuencias mediáticas. De allí en adelante continuó un teléfono
descompuesto y desopilante, en el que fueron intercalándose marcajes de
discriminación contra los minusválidos, necesidades de pedido de
disculpas y otros tantos fuegos artificiales. Para peor, el Episcopado
hundió la cuchara aunque, como es habitual, sin dar nombres; retomó el
asunto del programa de Tinelli, y reclamó que se evitara la
farandulización de la política. Mas luego, Cristina exigió que se
dejaran de pantomimas y discutieran ideas. Y entonces sobrevino otra
ronda de interpretaciones, acerca de si la jefa no le habrá hecho un
guiño (macro) a Randazzo aprovechando que éste haya cuestionado la
presencia del gobernador bonaerense en ShowMatch. Mientras tanto,
trascendía una suerte de decálogo del numen de Mauricio Macri, el
ecuatoriano Jaime Duran Barba, con recomendaciones a los aspirantes PRO,
radicales y juecistas de Córdoba. Nada de discutir idea alguna, dice el
asesor del alcalde porteño: sólo se trata de apelar a las emociones de
la gente mediante recursos ramplones, al estilo del santafesino Miguel
Del Sel o quizá, si no da el personaje de que se disponga, con algo
menos de grosería. A su vez, y para coronar, Macri terminó de eludir
chances de acuerdo con Sergio Massa, quien según una versión de la
revista Barcelona también abandonaría el massismo para dedicarse a
hablar mal de sí mismo en TN. Esto renovó la percepción de que Macri se
ha definido por consolidar a su fuerza mediante la “pureza étnica” que
le recomienda Duran Barba, descartando arreglos con todo lo que siquiera
huela a peronismo y “política vieja”. Ese perdurable y aceptado consejo
de descontaminación absoluta alarmó a algunos radicales. Pero Macri los
calmó advirtiéndoles que sólo es una apuesta de gorilismo a rajatabla y
que no altera su decisión de consolarlos en listas para intendencias, y
alguna gobernación, por más que después –como ya lo expresó
públicamente– no les tocaría ni un pedazo de la torta ejecutiva
nacional. En tanto se les permita ir colgados de alguna nómina capaz de
asegurarles un puesto, los correligionarios se conforman.
Se impone despejar esta maleza que puede dar idea de un achatamiento
generalizado de las opciones en danza. ¿La desolación es que unas
figuras de la política participen en un producto televisivo asociable a
payasadas indignas, y que haya confusión sobre si un precandidato
agredió a otro de su mismo espacio con el presunto coro de referentes
del pensamiento profundo? ¿O es que se le otorgue a esas escenas y
dichos un tamaño relevante? ¿Una fugacidad mediática y una expresión al
paso cambiaron qué y quiénes están en juego? Frase desgraciada de
Randazzo o manipuleo del contexto en que la pronunció (que es
objetivamente lo ocurrido), ¿se modificaron las variantes realmente
existentes de lo que pueda activarse y votarse? ¿Los aportes positivos
de Carta Abierta a la discusión ideológica se alteran por una reacción
que espontáneamente casi cualquiera hubiera tenido? ¿El agrupamiento se
transformó en una estudiantina irresponsable o los mastines le
inventaron un flanco para desprestigiarlo? En síntesis, y para reiterar,
¿la tontería no será dedicarse a la repercusión de lo ocurrido, en
lugar de al verdadero valor de que lo que pasó?
Que uno sepa, y salvo para las fantasías de que pudieran tener
importante cobijo las alternativas de izquierda testimonial, este año
confrontan en las urnas dos modelos claramente diferenciados. Uno, el
oficial, tributa a lo que pudo repararse, tras el incendio de comienzos
de siglo, en las condiciones de vida de los sectores más humildes y vaya
si también de clase media, con un reparto más inclusivo de la riqueza y
el consumo, fuertes enfrentamientos contra algunas corporaciones,
abandono de la carnalidad con Estados Unidos, mirada hacia la región
como factor de despegue. El otro, ubicado en lo definible como derecha
posneoliberal en tanto difícilmente pueda ejercer un retorno bruto al
Consenso de Washington, las privatizaciones, la liquidación sin más de
las conquistas sociales, propone un reacomodamiento de las relaciones de
poder que favorezca acuerdos con los grupos económicos más
concentrados, volver a endeudarse en los mercados internacionales para
financiar mecanismos especulativos y capitales exportadores, achicar la
acción del Estado como regulador de los desequilibrios de clase. El
primer modelo afronta la dificultad de que tiene un liderazgo político
firme, incuestionado, envidiable cuando además se toma nota de que lo es
tras dos períodos de gestión, pero no hay un mando electoral que se
encarne en nombre propio. Allí las cosas van divididas entre un
precandidato conservador que estuvo a punto de cambiar de orilla en
2013, cuyos votos son muchísimo más de Cristina que propios, y otro de
cuño pejotista bonaerense que fue puesto a la izquierda de Scioli para
el continuo de marcarle la cancha, tratando que gane la primaria con la
menor distancia posible. Las dudas en y hacia ese universo son a) si la
Presidenta irá como candidata, lo que en todo cargo a que se presente
implicaría quizá definir la elección en primera vuelta con comodidad, y
b) si esa táctica u otras, de estrategia abarcadora, podrán garantizar a
futuro una permanencia del rumbo más puramente kirchnerista. Va de suyo
que en esto último tendrá mucho que decir la capacidad de movilización a
mostrar por el espacio, antes o a la par que el éxito del entornismo.
Como pragmáticos insuperables, el excedente del PJ –liga de
gobernadores, barones sindicales y del conurbano– se acomodará a los
resultados de esa ecuación. En el segundo modelo es exactamente al
revés, al haber quedado en solitario la jefatura electoral de Macri pero
sin que suponga autoridad política única de cara al rejunte conseguido.
Carente de candidato atractivo en la provincia de Buenos Aires, según
parece bastante atrás en Córdoba, ilusionado pero parejo en Santa Fe y
Mendoza, ganador por ahora indiscutible sólo en Capital, muy incierto
que todo el voto y aparato tradicional de los restos del radicalismo
vayan a su lado, más el agregado de las viudas peronistas bonaerenses
que se quedarían con Massa, las matemáticas no le dan bien a Macri
excepto por alguna tempestad económica que, como se conoce, no está en
los cálculos de nadie. Justamente por eso, también cabe insistir en el
pronóstico de que la elección se decidirá de acuerdo al humor coyuntural
de ese alrededor de tercio del electorado, fluctuante, que no está
fijado ni en la convicción kirchnerista ni en el odio gorila. Pues bien:
el periodista agradecerá que alguien le explique qué de todo esto, y de
lo demás que conforma el vasto horizonte de la batalla política
central, acaba de cambiar porque Scioli jugó con su imitador a hacerse
el nudo de la corbata con una sola mano, porque Macri se prestó a que el
suyo lo reportara como un concheto con serias dificultades expresivas,
porque Randazzo dijo “manco” en cualesqueira de los sentidos que quiera
dársele. Para no hablar del apasionante debate sobre el uso excesivo de
la cadena nacional.
Pasan otras cosas inmensamente más importantes que ésas entre los
actores representativos y significativos de la sociedad argentina. Pasa
el horror por el fallo judicial que redujo la pena al abusador de un
chico de seis años, bajo el pretexto de que ya había sido violado con
anterioridad y de que tenía una tendencia homosexual definida. Pero
también pasa que de inmediato echaron de la universidad y del Consejo de
la Magistratura a uno de los jueces que produjo ese dictamen, como pasa
que es conmovedor el apoyo que obtiene en prácticamente todo el país la
manifestación contra los femicidios del próximo 3 de junio. Y como
pasará que este 25 de mayo volverá a haber una muy buena fiesta popular,
la última que encontrará a Cristina al frente del Ejecutivo nacional,
para recordarnos que también hay la excelente noticia de que todo sigue
en disputa.
Publicado en:
http://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-273449-2015-05-25.html
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