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domingo, 17 de mayo de 2015
DE LA IMPUNIDAD AL POPULISMO JUDICIAL, por Roberto Caballero (para "Tiempo Argentino" del 17-05-16)
Arriba: Mientras que Presidentes y otros funcionarios elegidos por el pueblo tienen limitadas las re-re elecciones, no pasa eso con quienes presiden medios corporativos ajenos al voto popular, como los CEOs de las empresas y los jueces... #RicardoEterno
El proceso de partidización de la Corte sigue. Escudos éticos, punto final para De la Rúa y plata para Piumato. El operativo "Ricardo eterno" y la ratificación del acta trucha. Además, el dilema de las candidaturas en el FPV.
El proceso de partidización del Poder Judicial produjo esta semana varios hechos que merecen una atenta relectura política. Cristalizando lo dicho en este mismo espacio, la minoría automática de tres miembros de la Corte Suprema, en su acuerdo del martes último, utilizó como escudo ético una resolución que confirma las condenas por violaciones a los Derechos Humanos de los viejos represores de la ESMA –salvando así las críticas de los organismos de DD HH por la enorme cantidad de juicios que todavía no tienen sentencia definitiva, a cuatro décadas de consumados los delitos de lesa humanidad–, para dejar en firme el sobreseimiento del último presidente radical, Fernando de la Rúa, por las muertes durante la salvaje represión de diciembre de 2001 y, al mismo tiempo, le exigió a Aníbal Fernández, jefe de Gabinete de Cristina Kirchner, que habilite urgente el dinero para aplicar un aumento del 10% a los salarios de los empleados judiciales, sindicalmente representados por Julio Piumato, titular de la UEJN.
El "punto final" con que los supremos beneficiaron a De la Rúa, expresión de la UCR conservadora que actúa como soporte territorial de la candidatura presidencial de Mauricio Macri, sólo deja la instancia interamericana (CIDH) para que los familiares de las víctimas encuentren justicia. Ya no dentro de las instituciones argentinas, sino fuera de su jurisdicción y más allá de nuestras fronteras. Es un retroceso por donde se lo quiera mirar. Recuerda la decisión, precisamente, del mismo De la Rúa, que impedía el juzgamiento de los represores en tribunales nacionales con el manipulado argumento de la soberanía jurisdiccional, que el juez español Baltasar Garzón ayudó a derribar con el procesamiento de los verdugos en la península ibérica y Néstor Kirchner, el presidente constitucional al que le tocó reconstruir la legitimidad del Estado después de la detonación del 2001, logró llevar adelante mediante la derogación de las leyes de impunidad y las políticas de Memoria, Verdad y Justicia que impulsó desde su asunción en 2003.
En las últimas semanas, se puso de moda hablar sobre la lealtad de Scioli y su exacta impedancia.
Sobre el pedido de plata para los empleados judiciales liderados por Piumato, la Corte de la minoría automática demostró que, a la hora de hacer clientelismo político, no está demasiado alejada de las prácticas populistas que muchos de sus defensores, como el Foro de la Convergencia Empresarial y el procesista Colegio de Abogados de la calle Uruguay, cuestionan desde su republicanismo de cartón.
Precisamente la UEJN fue una de las organizaciones que convocó, mediante volantes que llamaban a defender la "independencia" del partido judicial frente a la "embestida" del gobierno democrático, a la marcha frente al Palacio de la calle Talcahuano en apoyo al supremo de 97 años Carlos Fayt, que tuvo el día miércoles su baño de masas luego de que Ricardo Lorenzetti, después de dos meses de inasistencia a las reuniones de acuerdo, lo sacara de su domicilio y lo hiciera trasladar en un operativo subrepticio hasta el piso cuarto para que firme el documento del, así bautizado, "acuerdo extraordinario" que, por anticipado, le extendió el mandato como presidente del máximo tribunal hasta 2019, lo que motivó el aplauso de Cecilia Pando.
El "acuerdo extraordinario", en realidad, fue un eufemismo para superar la irregularidad manifiesta, ahora recontrachequeada y asumida por el propio tribunal, del acuerdo previo en el que Lorenzetti también se hizo reelegir por primera vez haciéndole decir a Fayt que estaba en un lugar, el Palacio, cuando estaba en otro, su casa, y proponiendo a Highton de Nolasco como vice en un salón y en una circunstancia de las que estaba físicamente ausente.
Todo el operativo del miércoles reafirma lo que habían negado los voceros del tribunal. Si el acta anterior comprobaba que la reunión había sido lícita, ¿para qué hacer otro documento llevando a Fayt prácticamente a la fuerza para que lo rubrique, esta vez, en el lugar prescripto? En definitiva, ¿por qué Lorenzetti se hizo elegir otra vez si ya estaba legalmente reelecto, como aseguraba el papel anterior e, incluso, un comunicado sin firma de esta misma Corte bonsai? En cualquier caso, la sospecha de haber falseado un instrumento público, lejos de haber sido disipada, quedó revitalizada después del "acuerdo extraordinario" del miércoles, que contó con 300 manifestantes como clamorosa multitud a favor del operativo "Ricardo eterno" promovido por la familia judicial. Un verdadero cóctel explosivo: egotismo, consagración de la impunidad y populismo, todo en una misma jornada.
La etapa cítrica del oficialismo. Pero la reelección escandalosa de Lorenzetti fue sólo una de las cosas que pasó esta semana. Hubo otras, en este caso, derivadas del impedimiento legal y constitucional –que, como se advierte, no alcanza al titular de la Corte– que Cristina Kirchner tiene para ser reelecta. Fue ella misma la que pidió "un baño de humildad" al interior del universo de precandidatos a sucederla y consiguió que en pocas horas muchos declinaran sus ambiciones. El primero fue Sergio Urribarri. El segundo Agustín Rossi. Y el tercero, Jorge Taiana. Quedaron sólo dos, Daniel Scioli y Florencio Randazzo, para animar la próxima PASO del FPV. Los tres primeros, con sus rápidos renunciamientos, relegitimaron la autoridad de Cristina como conductora excluyente del espacio. Fueron, hay que reconocerlo, los que más comprendieron el llamamiento. Podrá cuestionarse el abuso de la encuestología para dirimir precandidaturas, que en cierto sentido invalidan el propósito pluralista de las elecciones primarias, pero es verdad que la proliferación de candidatos con poca o relativa adhesión distrae fuerzas y regala porcentajes no significativos que son rápidamente capitalizados por opositores que cuentan con el aparato de propaganda de la prensa hegemónica. ¿Cómo titularía Clarín, aun con un FPV victorioso en la suma total, si tres de los precandidatos sacaban menos votos que el FIT o Margarita Stolbizer? Responder a la pregunta es un buen ejercicio para, al menos, entender la motivación del llamado presidencial a reducir la oferta propia. Scioli y Randazzo son los únicos que van a competir. El que gane, será el candidato de Cristina y contará con el apoyo de su imagen positiva en alza. De los dos, en el trance cítrico que atraviesa el kirchnerismo por estas horas, el actual gobernador bonaerense pareciera aventajar al ministro de Transporte. Los cálculos en la mesa chica oficial que proyecta los desempeños le atribuyen a Scioli las tres cuartas partes del voto nacional del espacio (son varios los gobernadores pejotistas que harán campaña por él), que se reduce a dos tercios, quizá un poco menos, de las preferencias en la zona AMBA, donde hay muchos kirchneristas que no terminan de digerir al ex motonauta y van a inclinarse por el nacido en Chivilcoy.
Ninguno, claro está, expresa la experiencia de Unidos y Organizados, aquella instancia de organización interna que lanzó la propia Cristina en el acto de Vélez Sarfield. El tinte personalista de sus candidaturas no acaba de convencer a los referentes más leales a la presidenta. Sin embargo, rendidos ante lo evidente, procuran hacerse fuertes en la lista de diputados nacionales que depende exclusivamente de un anclaje territorial, en este caso, la totalidad de la geografía del país, cuya predominancia nadie discute a la jefa de Estado. Es probable, entonces, que Scioli o Randazzo, cualquiera sea el que eventualmente dispute con éxito la sucesión, tenga que negociar a futuro con una bancada de 70 a 80 miembros integrada por dirigentes de Unidos y Organizados y kirchneristas de paladar negro.
El llamado de Cristina también impactó entre los aspirantes a suceder a Scioli en la provincia de Buenos Aires, que aporta nada menos que cuatro de cada diez votos del total país. En cuestión de horas, Patricio Mussi, Diego Bossio y el Chino Navarro resignaron sus pretensiones. No hicieron lo mismo Aníbal Fernández, Sergio Berni, Julián Domínguez, Martín Insaurralde y Fernando Espinoza. El de Lomas de Zamora tiene escasa posibilidad de seguir en carrera: si insiste, quizá no le permitan colgarse en la boleta del candidato presidencial del FPV y quedaría licuado en una oferta deslucida y solitaria a la gobernación. Por ahora, la idea es que haya, como mucho, tres fórmulas. Dos sería lo ideal. Tal vez Aníbal. Quizá Domínguez. Algunos miden a Sabbatella. El moronense titular del AFSCA corre con una ventaja: como nunca se subió a la pelea, no tiene desde dónde bajarse. Suena su nombre, simplemente, porque entre todas las ofertas con potencial, ninguna expresa al kirchnerismo no peronista, que también existe en el abanico de fuerzas políticas y sociales que acatan el liderazgo de Cristina.
En las últimas semanas, se puso de moda hablar sobre la lealtad de Scioli y su exacta impedancia. Están los que recuerdan su permanente apoyo a Néstor Kirchner y sus fotos con Cristina en momentos difíciles. Existen los otros, que hablan de lo mismo, pero abusan de las distintas tonalidades de la resignación para expresarlo. No hay que olvidarse, tampoco, de los que no lo tragan de ninguna manera. Es obvio que Scioli no representa el ala confrontativa del espacio oficial, sino su variante conciliadora en exceso. Y, no es lo mismo, ser parte de un dispositivo que conducirlo. En el sciolismo, empero, dan por saldado el debate. Aseguran que el bonaerense, de llegar a la Casa Rosada, podría convivir con la conducción de Cristina desde la llanura. "Él la va consultar en todo", afirman.
Quizá no quieran jubilarla, es cierto. Los que piensan así, llevan al límite del paroxismo su propio prejuicio sobre el propietario de La Ñata. Los más precavidos, en cambio, ensayan una alternativa: "Hay que ayudar a Scioli a ser leal." ¿De qué modo? "Con un gobernador ciento por ciento kirchnerista", responden. "Duhalde controló a Menem desde la provincia. Yrigoyen supervisó a Alvear desde La Plata con un hombre propio. Con Scioli hay que hacer igual", explican.
¿Quién? El desembarco reciente de Aníbal Fernández en el territorio podría ser la respuesta a la incógnita. ¿Y Domínguez? También: es de mucha confianza de la presidenta, como Berni. ¿Será alguno de ellos? No se sabe. Lo que es seguro es que la presidenta no transfiere sus cualidades a los candidatos, aunque se trate de cuadros fogueados y probados en asuntos de lealtad política y personal.
Por fuera de los que conocen de verdad lo que Cristina Kirchner opina en su intimidad, crece un rumor que devuelve el brillo a los ojos del grupo más militante y consecuente del oficialismo: que ella finalmente decida ir como candidata a gobernadora, asegurando la victoria en primera vuelta del que surja de la compulsa entre Scioli y Randazzo y traccionando el voto bonaerense necesario que apuntale una bancada kirchnerista dura en el Congreso para los próximos cuatro años, es decir, hasta el 2019, cuando Lorenzetti, en teoría, abandonaría la presidencia de la Corte bonsai.
Lo único confirmado de toda esta historia es que, a sus divulgadores, se les ilumina el rostro cuando la difunden. "Es imposible tener el ancho de espada y no jugarlo", repiten, mezclando el cálculo político y el deseo de que ocurra un milagro.
La única que no habló todavía es la presidenta. Sus jugadas no son previsibles, como la de los egotistas del poder. Suelen ser discretas, oportunas y contundentes. Convendría estar atentos a su silencio.
Publicado en:
http://www.infonews.com/nota/200354/de-la-impunidad-al-populismo-judicial
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