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sábado, 23 de mayo de 2015

#Ayotzinapa: Ocho meses de angustia y de vacío, por Manuel Alfieri (para "INFOnews" del 23-05-15)



Son 43 los estudiantes que permanecen desaparecidos. Son 30 mil los casos ocurridos en ocho años. La coincidencia con la cifra de la Argentina de la dictadura da escalofríos. Un dato: en México se produjeron bajo gobiernos constitucionales. Los testimonios.

Los familiares de los 43 estudiantes desaparecidos en México llegaron a la Argentina para hacer escuchar su voz. Invitados por distintas organizaciones sociales de las provincias de Córdoba y Buenos Aires, y de la ciudad de Rosario, se encuentran exponiendo un drama que nuestro país supo conocer de cerca: el de las desapariciones forzadas.

Ahora son ellos los que lo viven en carne propia, en México, donde en los últimos ocho años hubo más de 30 mil casos. Paradójicamente la misma cantidad de desaparecidos que se produjo en la dictadura del genocida Jorge Rafael Videla, pero en el caso mexicano, en tiempos de democracia y bajo los gobiernos constitucionales, los del ex presidente Felipe Calderón y su sucesor, el actual mandatario Enrique Peña Nieto.

En las distintas entrevistas que Tiempo Argentino mantuvo con tres familiares y un sobreviviente de la masacre de Iguala hay un nexo en común: la angustia. Angustia por no saber qué ocurrió. Por la indiferencia de los grandes medios de comunicación. Por las mentiras y las trabas que, tal como denuncian, impone el gobierno de Peña Nieto a la investigación. Por tratarlos como vándalos y criminales. Por la represión que sufren ellos mismo, en cada una de las marchas en las que caminan por las calles para pedir justicia, como en la Argentina tantas veces se registraron manifestaciones lideradas por las Madres, Abuelas y los demás organismos de DD HH.

En este suplemento especial a ocho meses de la desaparición de los estudiantes, Hilda Hernández Rivera y su esposo, Mario César González Contreras, hablan de ese chico "carismático y respetuoso" que es César Manuel. Hilda Legideño Vargas se emociona al recordar cuando su hijo, Jorge Antonio, volvía a su casa para regalarle chocolates y flores. Francisco Sánchez Nava, alumno de Ayotzinapa y uno de los sobrevivientes, asegura que quiere reencontrarse con sus compañeros para "volver a las clases y trabajar la tierra". Todos denuncian los nexos entre el poder político y judicial con la policía y los narcotraficantes. Pese a que el gobierno asegura que los jóvenes fueron asesinados, aún no hay pruebas certeras de ello. Por eso, sus familiares y amigos adoptaron un lema: "Vivos los llevaron, vivos los queremos".

“Pisaron nuestros derechos de padres”

Hilda Hernández Rivera, madre de César Manuel González Hernández. Cuando se le pregunta por aquella fatídica noche del 26 de septiembre de 2014, responde con una palabra: "tristeza". Asegura: "Todo estaba muy triste. Había una sensación de tristeza en todo el ambiente." Ya pasaron ocho mese y esa sensación de vacío, persiste. "Pasamos muchas injusticias, nos pisaron nuestros derechos como padres. Mentiras que psicológicamente nos hicieron mucho daño. El decir que tu hijo está decapitado y cuando lo van a identificar es mentira… Si uno no está acostumbrado a esas situaciones, eso es muy doloroso". Hilda recuerda César Manuel, como un chico "risueño y sociable". A la hora de señalar a un responsable de la tragedia, no duda: "El Estado, porque hay testigos de los alumnos que indican que fueron los policías quienes los amedrentaron, los encañonaron, los golpearon."

–¿Se sintieron respaldados en algún momento por el gobierno de Peña Nieto?
–Yo no sé mucho de política. Pero lo que vi es que definitivamente tenemos un presidente que no sabe dirigirnos como país. Le quedó muy grande la silla. Es incompetente. No tiene capacidad para poder sacar adelante esta situación. Y no sçolo la nuestra. Nunca tuvimos respuesta de él. Pensamos que íbamos a tener su apoyo, pero no. Lo que estamos viviendo es por culpa de este gobierno.

–¿Cómo hacen para no resignarse y continuar con la lucha?
–Hablando entre nosotros. No todos tenemos la misma fuerza. Unos caen y piensan que quizás sus hijos de verdad están muertos. Pero nos damos esa fuerza, nos reanimamos, porque sentimos que están vivos. Aunque estemos llorando, porque también hemos llorado, decimos que debemos seguir adelante. Nosotros pedimos justicia y presentación de vida de nuestros hijos porque no es justo que estos chicos estén retenidos por algo que no merecían. Quiero mucho a mi hijo y sé que él, donde este, sabe que lo estamos buscando y que nosotros no nos vamos a quedar callados ni parados.

"En estos meses aprendí más que en toda mi vida"

Mario César González Contreras es el padre de César Manuel González Hernández. "Si tuviese 20 años, hubiese estado en el mismo lugar que mi hijo", asegura sobre el trabajo de militancia que hacía su "niño", como lo llama. Tiene las ideas claras. No acepta apoyo de ningún partido político mexicano porque considera que están "utilizando" su lucha y "sólo quieren la foto". En su discurso se mezcla la rabia con la firmeza por mantenerse unidos, un consejo que le dio Estela de Carlotto en un encuentro, en México. "Y le hicimos caso", asegura. Mario reconoce que estos ocho meses fueron un "caminar doloroso". Recuerda cómo pasó de ser un hombre que "trabajaba, miraba el Chavo y otras pendejadas y se iba a dormir" para transformarse en quien piensa críticamente en la situación social de su país. "Todo esto es un caminar en búsqueda de una personita que amas, que es tu hijo.

Pero a la vez es un aprendizaje en una situación muy dolorosa: vas aprendiendo como está la situación en México, cómo funcionan los tres niveles de justicia, cómo es la complicidad de gobernantes con el narcotráfico, la hazaña tan vil y tan ruin de cómo masacran a la gente, de cómo tienen el valor de enterrarla (...) Es un aprendizaje muy doloroso. Se te viene a la mente el recuerdo de la carita de tu niño y te dan muchas cosas que pensar." También experimentó es la pérdida del miedo: "Mi dolor ya no me importa. Ya no me puede pasar nada peor que esto. Si ya estoy muerto en vida." Sin embargo, la convicción de que su hijo está vivo le da fuerzas para enfrentar todas las dificultades que experimenta: "Voy a luchar con todo por mi hijo y sus 42 hermanos." Explica que la sociedad mexicana "no está preocupada, sino indignada" por lo que pasó. Pero el apoyo a la lucha por la aparición con vida de los 43 jóvenes mermó gracias a "la represión del gobierno". Mario se emociona ante lo que ocurrió en Argentina a partir de su llegada. "Ya siento a este país como mi segunda casa. Nunca pensé que tuviésemos tanto apoyo en un país que ni siquiera conoce físicamente a sus alumnos y los tienen en su corazón."

"Que vuelvan nuestros compañeros"

Francisco Sánchez Nava, sobreviviente de la masacre de Iguala. Es tímido y se nota, a la legua, cuánto le cuesta recordar aquellas imágenes del 26 de septiembre. Es lógico: fue un testigo en primer plano del horror. Estaba allí, junto con sus "hermanos", cuando la policía de Iguala comenzó a disparar contra los micros en los que viajaban. Sobrevivió porque ningún disparo lo alcanzó. Suerte, azar, destino. Lo concreto es que está dispuesto a contarlo todo y a denunciar hasta el cansancio al Estado mexicano como primer responsable de los asesinatos y las desapariciones. "Responsabilizamos al Estado. Somos testigos. Vimos participar a fuerzas con uniforme. A policías federales, municipales. Queremos la presentación de nuestros compañeros. Todas las autoridades tienen que saber que no estamos jugando. Que ya estamos cansados de no saber nada de nuestros compañeros. Estamos con impotencia, decididos a hacer cosas más extremas si no nos presentan a nuestros 43 compañeros. Ya estamos hasta la madre de esto..."

–¿Cómo recordás aquel día?
–Es algo que no tiene nombre. Inhumano. Lo que nos hicieron los policías municipales. No tenían por qué dispararnos ni desaparecer forzadamente a 43 compañeros. Es cierto, somos de una escuela que levanta la voz por tantas injusticias, exigimos que se cumplan los derechos en Guerrero para todos los ciudadanos. Nos habían reprimido, nos habían golpeado. Pero nunca había llegado a estos extremos. Fue una masacre. Los policías tiraron a matar. Nos estábamos yendo a nuestra escuela. Pero los municipales dispararon directo hacia los compañeros, hacia los colectivos en los que estábamos.

–¿Ahí estaban tus mejores amigos?
–Sí. Mis amigos. La mayoría de mis compañeros eran de primer grado, no hacía mucho que habían entrado a la escuela. Compañeros que recién arrancaban. Que queremos volver a ver en sus clases, trabajando en sus tierras. Tuve la oportunidad de convivir con algunos de ellos. De hablar sobre muchas cosas. Los queremos de regreso. Los estamos esperando y sé que ellos están vivos. Estamos seguros. Los sentimos en el corazón. Sé que van a regresar y si llegan a escuchar estas palabras, que sepan que no vamos a parar hasta que los encontremos. Estamos dispuestos a dar nuestra propia vida si es necesario.

“A mi hijo lo considero vivo"

Hilda Legideño Vargas, madre de Jorge Antonio Tizapa Legideño. Hilda trabajaba haciendo manualidades, artesanías y accesorios de bijouterie. Pero todo cambió a partir del 26 de septiembre del año pasado, cuando se enteró que su hijo, Jorge Antonio, había sido desaparecido en un operativo planificado por el gobierno municipal de Iguala y realizado en conjunto por la policía local y el cártel Guerreros Unidos. "Tuve que abandonar todo. Fue un cambio total en nuestra vida. Hemos tenido que dejar nuestras casas, hijos, para enfocarnos al 100% en la búsqueda de nuestros hijos desaparecidos. Los primeros meses fueron un caos, de llorar todos los días, de estar deprimidos, de preguntarnos para qué vivimos", cuenta. Sin embargo, esos primeros momentos de inmovilidad se transformaron en una fuerza imparable para denunciar lo que ocurre en México. La esperanza de que su hijo todavía se encuentre con vida es lo que le da impulso para “seguir luchando."

–¿Qué conclusiones sacan de sus reuniones con el presidente Peña Nieto?
–En realidad, nosotros tuvimos que solicitarle un encuentro, porque él en ningún momento se dignó a decir: "Aquí estoy, voy a apoyarlos." Desgraciadamente no ha hecho nada. Al contrario, lo único que dice es que nuestros hijos están muertos. Pero nosotros desconfiamos totalmente del gobierno porque nos han mentido desde un principio.Desconocemos por qué se llevaron a nuestros hijos, pero que fue el gobierno no me quedan dudas. Fueron los policías. Estuvieron los militares presentes. Y hubo funcionarios públicos.

–Denunció que en muchos casos el gobierno ofreció dinero a los familiares.
–El gobierno mexicano está encubriendo todo porque no quiere que se sepa. Intentaron darle dinero a las organizaciones que nos apoyan. Ofrecieron cosas, autos, casas. Trataron de separar a los padres para que dejemos esta lucha. ¿Cómo tienen el descaro de ofrecer dinero por un ser humano? Nuestros hijos no tienen precio. Son únicos. Son parte de uno mismo. No son objetos que están en venta.

–¿Tiene esperanzas de reencontrarse con su hijo?
–A mi hijo lo considero vivo y mientras no haya ninguna versión científica que diga lo contrario, lo voy a seguir buscando. Lo extraño demasiado. El amor que le tengo es muy grande. Y sé que lo voy a encontrar. Es parte de mi vida, de mi ser.

Publicado en:
http://www.infonews.com/nota/201564/ocho-meses-de-angustia-y-de-vacio

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