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jueves, 22 de enero de 2015

LOS AVENTUREROS DE LA OPINIÓN, por Roberto Caballero (para "Tiempo Argentino" del 20-01-15)


Lo último que le faltaba a la causa AMIA es la muerte inesperada del fiscal Alberto Nisman.
En esta historia, que ya lleva 20 largos años, hubo policías presos por terroristas que luego quedaron en libertad, jueces que compraron testimonios con plata del Estado y por eso debieron irse del cargo, espías que se hicieron pasar por empleados judiciales, prófugos refugiados en la casa de un comisario, periodistas detrás de una recompensa, encubrimientos no castigados todavía y pistas introducidas por servicios de inteligencia extranjeros que condujeron la investigación a un callejón sin salida.
Todo para que los enigmas sigan superando a las certezas. La muerte del fiscal especial que hace pocos días involucró en una conspiración floja de papeles a la propia presidenta que más hizo a lo largo de su carrera política por el esclarecimiento del atentado, tampoco arrima verdades: es una incógnita más.
Incógnita que tiene en el gobierno nacional al principal interesado en resolverla, porque cualquier atisbo de duda, cualquier zona gris, va a ser utilizada para yabranizarlo por los muchos, demasiados interesados en asociarlo a lo horrible y lo imperdonable.
Durante la jornada de ayer, casi todo el arco opositor se dedicó a usar la muerte de Nisman para agitar la consigna de un país mafioso que tendría a los funcionarios kirchneristas como impiadosos padrinos. Valdría recordarles que esa carnicería verbal debilita a las instituciones, tanto o más que el accionar de grupos autónomos de inteligencia, que comprueban en dichas reacciones el éxito de sus operaciones viciosamente antidemocráticas.
La muerte no modifica los hechos previos. La decisión del gobierno de levantar el secreto de los espías y desclasificar los archivos de la SI que había pedido Nisman va en la dirección correcta. Lo mismo, la indicación de la procuradora de sostener en la fiscalía especial al segundo a cargo. La rapidez del juez, la fiscal, los forenses y los peritos, es lo menos que podía esperarse de los que tienen la obligación de sacarnos de las tinieblas e iluminar una verdad sólida y contundente sobre lo ocurrido. Si fue un suicidio, que se aclare. Si hubo alguien que lo instigó, que se sepa quién o quiénes lo hicieron. Nada deber quedar a media luz. Como con el caso de Mariano Ferreyra, el gobierno tiene que ser implacable en su voluntad de llegar hasta el final.
Hace unos meses, en pleno conflicto con los fondos buitre, después de que se conociera una presunta amenaza del grupo ISIS, la presidenta dijo que se iban a escuchar muchas cosas raras, y le pidió a la sociedad que, si le ocurría algo, mirara hacia el Norte.
Se escuchan cosas cada vez más raras. Y pasan, también. En su carta de anoche, la presidenta recuerda que este año comienza finalmente el juicio contra Menem, Anzorreguy y los autores del mayor fraude procesal en la investigación de un atentado, el tristemente célebre "encubrimiento" que llevó la causa a la nada después de su primera década de tropiezos y manipulaciones.
Sin embargo, el año comenzó con una insólita acusación por "encubrimiento" contra Cristina Kirchner y la muerte en un piso de Puerto Madero del fiscal que la produjo. Esto no se le hubiera ocurrido ni al más osado de los escritores de ciencia ficción. Pero pasó, para regodeo de los diarios que ya sabemos y para consternación de la mayoría de los que pretendemos Memoria, Verdad y Justicia.
Son horas complejas. Es imperioso que la sociedad no se deje ganar por los aventureros de la opinión, ni se deje emboscar por la sospecha prefabricada, y confíe en las instituciones de la democracia.
Porque somos esa confianza o no somos nada.

Publicado en:
http://www.infonews.com/2015/01/20/politica-181999-los-aventureros-de-la-opinion.php

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