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domingo, 25 de enero de 2015

GOLPE A LA POESÍA, por Martín Echeverría (para "Literariedad" del 25-01-15)


Cuando se ve amenazada la Democracia, este mínimo paraguas roído en medio del chaparrón de intemperie económica de las corporaciones, no podemos pensar en otra cosa. Detrás de las zancadillas a la democracia viene la poda a las ideas, a las palabras, a los sueños, a la convivencia. Peor aún, viene la poda de las orejas.




URGENTE desde Argentina:
El camino a la “lucidez” (al menos desde este pelotón del fondo) está adoquinado por decepciones. Mientras más sé menos comprendo. Mientras más comprendo más me espanto. Mientras más me espanto, me voy espantando menos con el tiempo. El cinismo se me instala como esa grasa abdominal que tanto preocupa a las “masas finas”.
Perdonen el tono, pero esta semana en mi país, Argentina, estamos sufriendo un nuevo intento de golpe de Estado. Modernito, como los de ahora. Sin esos tanques setentistas, ni esos bigotes con gorra en la tapa de los diarios; pero los diarios, máscaras carcomidas del poder, siguen teniendo mucho que ver. Los grupos concentrados de medios son los fogoneros de cualquier tormenta que se vaya armando en el horizonte. Nada que Ustedes no sepan o sospechen en sus países (nuestros países) de Latinoamérica, seguramente.
Para contextualizar de lo que estamos hablando les propongo ver este video del periodista argentino Roberto Navarro: 



El video nos cuenta por qué la democracia Argentina está siendo jaqueada. Y cómo el poder económico concentrado intenta condicionar este gobierno y al que se elija en 2015. Además, recuerda los casos de golpes similares y recientes en Paraguay, Honduras, Venezuela y Bolivia.
Ya perdí la cuenta en estos años de cuántas veces lo intentaron. Cuántos empujones de los poderosos han soportado los gobiernos “elegidos por los ciudadanos”; pero repasemos las campañas destituyentes sólo en Argentina, más cercanas en el tiempo: la “huelga” de todas las fuerzas policiales de 2013, las catástrofes económicas nunca cumplidas de los economistas opositores, los cacerolazos de las señoras bien, los cortes de ruta de los “pequeños productores” del campo con sus “pequeñas” camionetas 4×4. Los paros de algunos gremios para que la justicia no investigue a gremialistas empresarios. Las permanentes corridas cambiarias y ataques especulativos de adentro y de afuera, que tienen su máxima expresión en fallo de cierto juez municipal de la gran manzana a favor de los buitres cuyos estómagos no tienen fondo.
La pregunta que te harás como lector, tal vez es: ¿por qué estoy leyendo esto en una página de literatura? Que es la misma que me hago yo, pero al revés ¿Por qué estoy escribiendo esto en esta columna de literatura?  Pues simplemente porque cuando se ve amenazada la Democracia, este mínimo paraguas roído en medio del chaparrón de intemperie económica de las corporaciones, no podemos pensar en otra cosa.
Detrás de las zancadillas a la democracia, ya sabemos lo que viene. La poda a las ideas, a las palabras, a los sueños, a la convivencia. En el pensamiento único no existe la poesía, ni hay lugar para los poetas. Peor aún, viene la poda de las orejas, que se logra envenenando el espíritu de las masas con temor y odio, abonando así una cultura del individualismo, la intolerancia, la exclusión y la deshumanización de todas las relaciones.
Me gustaría, les juro que me encantaría caminar en el aire luminoso de la poesía con olor a pan recién nacido… pero hoy no me sale. Entonces pienso qué hacemos, cuál es el deber poético de la hora. No lo sé. No sé qué significa ser poeta hoy, cuando todo lo demás pende de un hilo.
No sé para qué, realmente, les sirve a Ustedes, mejor a vos que lees esta botella arrojada al mar, que alguien siga escribiendo poesía en una costa lejana. Necesito que me lo contés vos. No desde la teoría sino desde la vivencia. Necesito saber si esta “lucha almada” que debo emprender hacia la espesa jungla de sentires del interior, para encontrar algún claro poético, te sirve, si le importa a alguien del presente.
Tiempo atrás estaba convencido de que valía la pena ir a llevar la poesía cara a cara. Ir a emocionar, a con-mover, a despertar-nos. A sacudirnos la escarcha de la realidad real-mentirosa. A abrirnos a la realidad poética más trascendente: ese potrero donde se juega el único partido que parece tener sentido y donde el resultado no importa tanto como jugar bien al futbol, que es jugar a la alegría con una pelota. Hoy, probablemente, por todo esto que nos pasa, mi fe poética se debilita.
Compañeros lectores, compañeros escritores, estemos atentos. Que no nos lleve la indiferencia, la intolerancia, la flojera intelectual. Abrir bien los ojos. Lo propongo desde la propia debilidad momentánea: vamos al encuentro de lo poético y de los poetas. Vamos al encuentro de los lectores que, única y necesariamente, las respuestas frente a tanta incertidumbre pueden surgir de algún tipo de nos-otros, de respuesta colectiva. También vamos al encuentro de lo político, en cualquier color del abanico posible. Lo importante es que podamos seguir eligiendo nosotros, los peatones. Con éste sueño flaco, seguiré cantando la poesía, más bien “seré canción”.

 Ser canción
Ser canción por memoria
de niño-padre roto de frío
de sólo luz de luna en el plato en cada cena
y los agravios del día en postre amargo
y sólo muy de cuando en vez
una porción pequeña de dulce de miradas
para no ir a dormirnos tan hambreados.
Ser canción
porque también a los invisibles
nos nombra la luna.
La rosa me nombra y en azul
la montaña me nombra y a veces
yo también la nombro
cuando sueldo andar
callando hondo.
Ser canción porque la calle
madre dura
fumando las horas inmensas
con abrazo hueco
madre de los sintecho
de los sinnido
virgen sorda
madre al fin
me pariste a esta soledad mía
que es lo único mío además
de mi porfiada sombra.
Gracias madre
soledad mía
gracias miradas esquivas
oscuras miradas gracias
porque hasta ti me trajeron amor
para llenarme de vos los abrazos
y ser uno en canción de amorosos
transparente canción de etéreos perros urbanos
canción para las blancas manos panaderas
de compañeros canción
con el Armando, el Víctor, la Violeta.
Ser canción de hermanos
para tejer con mi voz
tal tibio manto de estrellas que cubra
hasta los más lejanos
y procurarle al fin
un nido a la luna nueva en mis zapatos.
Para esto quiero ser canción compadre
[para que nadie se nos quede
afuera de lo humano]
Martín Echeverría

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