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jueves, 4 de diciembre de 2014

FUCK YOU, por Dante Augusto Palma (para "Diario Registrado" del 23-05-12)


El programa comandado por Jorge Lanata que se emite los domingos por la noche en Canal 13 se ha transformado, en cada una de sus emisiones, en eje central de las más variadas discusiones de la agenda mediático-política. Sin embargo, tales controversias obedecen más al estilo de espectacularización de la noticia que a los debates o a la existencia de datos duros que el ex Director de Crítica había prometido. En este sentido, cuesta decir que la pantalla del principal canal del Grupo Clarín haya decidido volver a dar espacio a un programa político; menos aún a un programa de periodismo de investigación. Más bien, estoy tentado a decir que se trata de un programa muy dinámico con sketches y performances en exteriores que, al estilo del primer CQC en el que brillaba la astucia de Andy Kusnetzoff, busca incomodar a los funcionarios de turno. Podría decirse, entonces, que “Periodismo para todos” no hizo más que profundizar aún más el estilo de programa que Lanata venía desarrollando, esto es, emisiones donde el protagonista es él y nunca la noticia, ni el entrevistado. Incluso podría decirse que en cada programa este énfasis en su propia figura se hace más patente: ya no alcanza con el monólogo rodeado de una claque al estilo stand up comedy ni la entrevista intimista del final que parece parte de otro programa. Ahora los informes en la calle, sea arriba de un helicóptero, intentando entrar a un hotel, o entrevistando gente de un barrio pobre de Angola, necesitan de su figura. Detrás de esta lógica todos se benefician, es decir, salen ganando tanto el ego de Lanata como los intereses del Grupo Clarín que logra imponer una agenda para toda la semana de la mano de un periodista que extemporáneamente repite su mantra de antipolítica 25 años después como si nada (ni los dirigentes políticos ni la sociedad) hubiese cambiado.

 
La figura de Lanata fue cuidadosamente elegida y lo rescata de sus vergonzosas últimas actuaciones fundiendo un diario o siendo un columnista de política del sensacionalista y extinto diario Libre. La razón es clara: los periodistas del establishment fueron derrotados en la batalla cultural y no tienen la legitimidad para señalar con el dedo acusador al gobierno como lo hacían en otras épocas, pues con los discursos de la ética profesional, la independencia y la neutralidad del periodista ya no alcanza. Hacía falta, entonces, una figura pretendidamente corrosiva, que haga de un individualista nihilismo zonzo una bandera a puro martillazo y golpe de efecto. Y la respuesta ha sido sorprendente: como pocas veces se ha visto, todos los periodistas del establishment cerraron filas detrás del mascarón de proa del buque Lanata y asistieron a su programa bajo el lema de “queremos preguntar”. Encolumnarse allí es inteligente pues dado que el descrédito del periodismo está en su punto más alto, lo que queda ya no es reivindicar la figura del periodista como portavoz de la sociedad civil sino desprestigiar a la clase política.  

 
Por supuesto que si hacemos hincapié en la figura de Lanata hay que apuntar, además, el sorprendente viraje que realizó en apenas 2 o 3 años respecto de su posición frente al grupo Clarín pero eso no me resulta tan importante pues donde sí mantiene una constante es en su mirada acerca de la política y esto es lo que aparece, como toda una manifestación del inconsciente, en el nombre de la canción de apertura del programa. Se trata de la canción de Lily Allen, “Fuck you” la cual originalmente estaría dedicada a George W. Bush. Quiero quedarme en esa expresión reconocida por todos y que exime de traducción porque el “fuck you” supone la cancelación de cualquier conversación, es el momento límite y establece un punto de no regreso en el que sólo resta el silencio o la réplica, probablemente, violenta. El “fuck you” no argumenta, ni explica, ni da lugar al intercambio. Menos que menos permite la posibilidad de oír razones y eventualmente ser persuadido. Es la manifestación del que insulta o del que simplemente no le importa el asunto. 
 
Y esto resulta muy interesante porque si nos remontamos a los orígenes de la civilización occidental, en particular a la cuna de la política y la democracia que es la Atenas del siglo V AC, observamos que allí, justamente, no había “fuck you” sino la incesante búsqueda del diálogo, en síntesis, de la política, sea que se la entienda como un saber, sea que se la entienda como una inclinación natural de todo ciudadano a participar de los asuntos de la polis utilizando técnicas para persuadir a un auditorio. De hecho, el estudioso Jean Pierre Vernant, en su célebre Los orígenes del pensamiento griego, afirma que el rasgo distintivo de la polis ateniense, (y, justamente, aquello que la diferenciaba de otras ciudades-Estado), era el lugar que tenía la palabra, una palabra que ya no era aquella considerada verdadera por salir de la boca del sabio. Todo lo contrario, era la palabra entendida como el instrumento de disputa capaz de interpelar y de justificar una acción. En este sentido, la cancelación del diálogo era justamente el fin de la vida política y la democracia, esto es, aquel sistema en el que cada uno de los ciudadanos tenía isonomía (igualdad ante la ley) e isegoría (igualdad en el uso de la palabra en el marco de la Asamblea).
Dicho esto, yo cambiaría la elevación del dedo mayor por la del dedo índice y, en todo caso, trataría de explicarles a los ciudadanos por qué considero que debemos orientarlo hacia el horizonte de una sociedad más igualitaria y más participativa.   
 
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