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domingo, 9 de noviembre de 2014

LA DICTADURA PERFECTA: LUIS ESTRADA Y LA RADIOGRAFÍA DE UNA “MEDIOCRACIA” NEOLIBERAL, por Adrián Corbella





El cine es ficción, no pretende ser un fiel reflejo de la realidad. Pero es justamente ese carácter ficticio, ese no tener que ajustarse a una realidad jurídicamente demostrable, lo que permite muchas veces decir con desparpajo verdades que se conocen, que se intuyen, pero que no pueden sostenerse en los estrados judiciales.

La Dictadura Perfecta es una de esas obras que son de ficción… pero no tanto, pues cuentan una historia ficticia, pero plausible. No es necesariamente verdad, pero podría perfectamente serlo.

La película, estrenada en octubre de este año en México, y que puede verse en las redes en algunas grabaciones caseras hechas en los cines, es el corolario de otra filmada por el mismo director, Luis Estrada, en 1999. La “Ley de Herodes” se ambientaba en la década de 1950, y contaba la historia de un político del PRI (Partido Revolucionario Institucional), de apellido Vargas, que era designado Presidente Municipal de un pueblo muy pequeño cuyo anterior intendente había sido asesinado en un alzamiento popular.

Vargas llega a San Pedro con proyectos e ideales, pero se va hundiendo en una trama de corrupción instalada desde siempre, que lo transforma, en opinión de su propio secretario, en “el peor presidente municipal” de la historia del pueblo.

La Dictadura Perfecta retoma esta historia. Carmelo Vargas, del PRI, es Gobernador de su Estado (que nunca se nombra). México está gobernado por otro priísta, cuyo nombre no se menciona, pero que se parece mucho físicamente a Enrique Peña Nieto. El Presidente sin nombre se ve envuelto en un escandalote por una frase desafortunada que alcanza las redes sociales. El canal TV MX –que no existe en la realidad, México está dominado por AZTECA y TELEVISA- ve peligrar “su” Presidente, el presidente que habían instalado ellos, y lo defiende lanzando otro escándalo que compromete al gobernador Carmelo Vargas –del mismo partido, pero eso les importa poco-.

Entonces Vargas contrata a sus denunciantes para que sean sus “asesores de imagen”, pagando con porcentajes de sus ingresos fiscales. TV MX comienza entonces a tratar de revivir a un candidato al que habían aniquilado políticamente hacía apenas días, pese a la dificultad que esa tarea conllevaba debido a que había sido el peor de los gobernadores mexicanos.

Allí la película muestra la amarga realidad de las prácticas mediáticas: como se usa un hecho de inseguridad para tapar otras cosas, como se editan las notas, como se crean noticias y cómo se las actúa, como si se estuviera filmando una película de ficción.

Entonces empieza un mundo oscuro y siniestro donde estos poderes en las sombras que se presentan como empresas periodísticas no sólo fabrican noticias y actúan rescates, sino que cometen secuestros y asesinatos para alcanzar fines políticos y económicos. Para lograr mayor poder.

El final apoteótico es la elección del gobernador Camilo Vargas (ahora en el PAN, el rival del PRI) como Presidente de México, con el apoyo de TV MX, usando a las mellizas Garza y sus padres como ariete electoral, y con un premio extra, una nueva esposa de la farándula, la actriz estrella de TV MX, entregada seguramente “en parte de pago” por la empresa.

Este matrimonio de políticos ignorantes, corruptos e impresentables, como lo era el personaje de Carmelo Vargas, los multimedios concentrados, la farándula, y representantes del viejo orden político-económico (partidos, fuerzas de seguridad, narcos) es un resumen brillante del esquema de poder neoliberal, de cómo se construye el poder –al que no llaman político, sino “gestión”- a partir de gente venida de afuera de la política (empresarios, actores, deportistas, humoristas, árbitros, periodistas, vedettes, etc), con un poder real detrás que es quien toma las decisiones concretas.

Se puede tener políticos absolutamente ignorantes e ineficientes si y sólo si no son ellos lo que toman las decisiones. Sólo si ellos son auténticos “actores” que representan un papel, que “dan la cara” para sostener medidas absolutamente impopulares y pagan los costos, se funden como un fusible y son reemplazados por otro impresentable.

La Dictadura Perfecta es un excelente muestra de cómo se maneja el poder, de cómo funcionan las “democracias” neoliberales. Vemos quienes son los que realmente toman las decisiones, y quiénes tienen el poder.

Es muy difícil derrocar a un dictador que no se ve, a un poder que permanece en las sombras y no da la cara. Cuando las democracias se transforman en “mediocracia”, cuando votamos a Carmelo Vargas, abandonamos el mundo real y nos sumergimos en la Matrix…





Adrián Corbella

9 de noviembre de 2014



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