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sábado, 29 de noviembre de 2014

El establishment prevé un triunfo del mercado, por Alberto Dearriba (para "INFOnews" del 29-11-14)

 

Massa, Macri, Cobos, Sanz y Binner tomaron nota de la receta que propicia más mercado y menos Estado. 

 

Ni los matices internos ni los existentes entre las fuerzas políticas que aspiran a gobernar a partir de 2015 promovieron hasta ahora debates interesantes acerca del modelo de país que proponen los precandidatos. En el Frente para la Victoria (FPV) hay obvias diferencias entre las ideas de hombres como Jorge Taiana o Sergio Urrribarri y el postulante con mayor intención de voto, Daniel Scioli. Pero esas diferencias sólo se ventilan púdicamente y con sordina. En la oposición también hay variantes, aunque todos coinciden en ubicarse a la derecha del gobierno, en posiciones afines al neoliberalismo.
El silencio de los dirigentes opositores acerca del modelo de país al que aspiran es tan estruendoso que la presidenta los chuceó está semana para que digan qué quieren y cómo lo lograrían. Lo único que tienen claro es que se oponen al modelo kirchnerista.
Afirman que revisarán las leyes de la última década pero no se atreven a precisar qué harán con los planes sociales, con las jubilaciones o con YPF. Denuncian la elevada inflación pero ocultan que sólo se frenaría con un ajuste que recaería sobre los sectores de menores ingresos.
Pero el poder fáctico, ese que nunca se vota pero siempre está, posee desde siempre una receta que comenzó a recordársela a los aspirantes a suceder a Cristina Fernández, porque tiene en claro que el año que viene no sólo se juega la alternancia democrática, sino la persistencia o desguace del modelo populista. Pretenden lo de siempre: que el Estado deje hacer, deje pasar. Y están entusiasmados porque ningún candidato con posibilidades reales de triunfo parece demasiado dispuesto a contradecirlos.
Con el objetivo de tomar nota de las pretensiones del establishment para el próximo mandato constitucional, los presidenciables de la oposición se sentaron el jueves frente a los más conspicuos representantes del poder económico, durante una reunión del Foro de Convergencia Empresarial (FCE) realizada en la sede de la Universidad Católica Argentina en Puerto Madero, que convocó a 700 dirigentes, según las cifras de la entidad.
Tal vez por las críticas que recibió cuando participó de un foro organizado por el grupo Clarín, esta vez ni siquiera Daniel Scioli –y obviamente ningún otro representante del oficialismo– se resignó a cumplir el rol de chupamedia de las corporaciones. El gobernador bonaerense dijo no hace mucho que "no hay que ser ni tan populista ni tan neoliberal", por lo que se supone que el discurso empresario no le hubiera hecho demasiado ruido. Pero tampoco se puede ser candidato oficialista y participar de un foro en el cual se critique demasiado al gobierno.
Sergio Massa, Mauricio Macri, Ernesto Sanz, Julio Cobos y Hermes Binner se fumaron en Puerto Madero la previsible retahíla en favor de la seguridad jurídica y de las leyes de mercado, desgranada por dirigentes empresarios de alguna de las 60 cámaras que hoy integran el FCE, una herramienta de lobby creada el año pasado.
Los postulantes sabían que se prosternaban frente a quienes pueden bendecirlos o condenarlos durante la campaña electoral y proporcionarles o retacearles medios. Y como no tienen pruritos, con tal de llegar al gobierno, son capaces de rendir a la política a los pies de las corporaciones.
Esta vez los oradores no se detuvieron en criticar puntualmente al gobierno nacional, pero coincidieron en que el próximo presidente debe hacer lo opuesto a lo realizado por el kirchenrismo y se mostraron optimistas en el sentido de que gane quién gane, el mercado le ganará al Estado durante el próximo mandato presidencial. Seguramente, intuyen que el próximo gobierno abonará esa victoria.
Los planteos de los empresarios coinciden en verdad con las ideas de precandidatos como Macri, que reivindica la teoría del derrame que sostuvo al neoliberalismo en los 90. Como Massa, que viene de esa formación original, e incluso como el socialista Binner, que no hace mucho proclamó públicamente su fe en"la mano invisible del mercado" como ordenadora de las relaciones económicas.
Algunos de los dirigentes presentes en la reunión en la que se cuestionó la corrupción, como los directivos del Grupo Clarín que acompañaron a Héctor Magneto, integran la lista de personas denunciadas por la AFIP por poseer cuentas en Suiza, presuntamente con el objetivo de evadir impuestos. Pero la corrupción siempre es de los funcionarios, nunca de los empresarios.
Uno de los pedidos coincidentes de los oradores del foro fue que los "dejen hacer". Son los que suelen identificar a la presión tributaria con una supuesta persecución estatal. Pero si con un Estado relativamente atento, fueron capaces de fugar unos 3 mil millones de dólares encanutados en 4 mil cuentas en Suiza, cabe preguntarse qué no harán después de 2015 si se impone el pronóstico del foro en el sentido del triunfo del mercado, es decir el "dejar hacer".
Frente a los principales representantes de fuerzas que se niegan por ejemplo a remplazar a Raul Eugenio Zaffaroni en la Corte Suprema de Justicia, los empresarios reclamaron mejorar la calidad institucional republicana y un diálogo fluido. Y por supuesto que no se olvidaron de insistir en la necesidad de la independencia de un poder judicial, que manifestó claramente su autonomía del poder político al beneficiar al grupo Clarín en el largo calvario de la ley de medios.
Por estos días la independencia de los jueces ante el Ejecutivo se expresa claramente en el apriete del juez Claudio Bonadio contra la presidenta de la Nación. Pero nunca se oye a los defensores de la calidad republicana denunciar los vínculos de los jueces con el poder económico.
La propia jefa de Estado acaba de denunciar que Bonadio participa de una empresa que no presenta los balances correspondientes, la misma irregularidad que el magistrado le imputa a Hotesur. Al margen de las chicanas de Bonadio para favorecer a Massa, con quien comulga, o para zafar de un jury, no parece legal ni legítimo que un magistrado que vela por la transparencia participe de una empresa comercial.
Pero los afanes de cambio del gobierno kirchnerista, tropezaron cuando quisieron transformar la justicia. La corporación judicial se mantiene incólume frente al poder político.
A las añejas demandas sobre inflación, inseguridad y desregulación estatal, los empresarios del FCE agregaron ahora la necesidad de "movilidad social", porque reconocen que sin salud, ni educación adecuada, no hay desarrollo. Se olvidan que el Banco Mundial sostuvo seis meses atrás que en los últimos diez años la clase media argentina se duplicó: pasó de 9 millones de individuos a 18 millones. Esto supone que millones de argentinos abandonaron la pobreza para ascender a la clase media.
De todos modos, es alentador que se animen cada vez más a hablar de la pobreza. Tres décadas atrás el que denunciaba las carencias de millones de argentinos era un zurdo peligroso. Pero, claro, todavía se niegan a hablar de la contrapartida de la miseria, que no es otra cosa que la acumulación inmoral de fortuna.
El radical Leopoldo Moreau, suele decir que "ahora hasta los conservadores hablan de la pobreza, pero nunca de la riqueza". Tal vez en esta diferencia radique la principal contradicción entre las fuerzas en pugna para 2015: unos quieren dejar hacer y otros creen que si el Estado no pone coto a los abusos, la desigualdad será cada vez mayor.

Publicado en:
http://www.infonews.com/2014/11/29/politica-174655-el-establishment-preve-un-triunfo-del-mercado.php

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