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jueves, 14 de agosto de 2014

¡Los argentinos no somos empanadas!, por Federico Bernal (para “INFOnews” del 13-08-14)




La pelea que está dando el gobierno se enmarca en la histórica intención imperialista de colonizar nuestras tierras.
La hipótesis de que la Argentina se derrumbaba por no tener acceso al mercado financiero no está sucediendo." la frase contundente e irrefutable de Aldo Ferrer transmitida a Página 12 en reciente entrevista. A pesar del bloqueo del terrorismo financiero y especulador occidental, a pesar del "cepo" de Tomás Griesa (avalado por la administración Obama), la Argentina no cede, ni se cae a pedazos, ni se aísla de la civilización. Ferrer brindó además otro importantísimo concepto: "En el único lugar en el mundo donde estos grupos especulativos tienen amigos es en Argentina". Para ser más precisos, más que amigos, socios. La tribuna de buitrina, el diario La Nación, critica al gobierno por "malvinizar" el litigio con sus socios los buitres, por ligarlo a las grandes gestas como Vuelta de Obligado. A propósito de ello fue que escribió hace muy poco José Alberto Romero (ver nota "Entre Vuelta de Obligado y los buitres"). ¡Y bien que lo hizo! Nada más oportuno pues que referirnos a aquella epopeya, trayendo a colación la investigación que de ella realizó un compatriota de Tomás Griesa, el historiador John F. Cady. Vaya la lección para todos aquellos y aquellas que olvidaron, se avergüenzan o reniegan del patriotismo, del coraje y la capacidad del pueblo argentino a la hora de defender sus intereses y su porvenir, sin interferencias ni capitulaciones de ningún tipo. Vaya la lección para todos aquellos y aquellas que, por falta innata o adquirida de tales atributos prefieren siempre arrodillarse sin más pretensiones que la de dejarse comer como empanadas.
VUELTA DE OBLIGADO
El pretexto de la invasión anglo-francesa de 1845 esgrimido por las potencias invasoras, y replicado por sus socios locales, fue de tipo humanitario. No obstante, se originó en la política económica soberana aplicada por Rosas a partir de 1835. El historiador John F. Cady (EE UU en su notable libro Intervención extranjera en el Río de la Plata - 1838-1950) exhibe impiadosamente los móviles colonialistas de las burguesías mercantilistas, banqueras y manufactureras de Francia y Gran Bretaña. Los comerciantes de las "plazas de Liverpool y Manchester... bombardeaban al Foreign Office con cartas, memoriales y peticiones declarando que, por el bien del comercio británico y la causa de la civilización en América del Sur, la independencia de la Banda Oriental debería mantenerse (...,) el control de la navegación de los ríos debería arrebatarse de las manos de Rosas y tomarse las medidas necesarias para eliminar las restricciones comerciales en el Plata. El bloqueo a Uruguay debería terminar, así como asegurarse un acceso a los mercados de Paraguay y las regiones interiores" (Págs. 100 y 123). El proteccionismo de Rosas, único y genuino resabio del proteccionismo revolucionario de Mayo resultaban ya insoportables a los talleres industriales de la época y sus intereses en el Plata.
MR ROMERO
El bloqueo e invasión de 1845 contó con un apoyo inédito de los socios comerciales domésticos, tanto criollos como de extranjeros radicados. Más de siglo y medio después, el bloqueo del imperialismo financiero y especulador sobre nuestra exitosa reestructuración de deuda soberana concita igual apoyo (invadidos militarmente estamos desde 1833). En este sentido, vale la pena recordar el artículo de Romero citado al comienzo. Dice este míster: "Con los fondos buitre volvieron los viejos y remanidos discursos acerca de nuestras victorias, reales o morales, sobre los enemigos de la patria. Lo mismo que con la Vuelta de Obligado o la Guerra de Malvinas: perdemos, pero nos dicen que ganamos". De haber habido una victoria británica, Mr. Romero –por cierto, refutado sin piedad por sus propios lectores, incluso muchos de ellos manifestándose horrorizados de lo que leían sus ojos–, Corrientes y Entre Ríos hubieran nacido como nuevos Estados tapones en la Cuenca del Plata. Ahora, que lo refuten los comunicados del Foreign Office (fuente primigenia del trabajo de John Cady).
OBLIGADO Y EL SER NACIONAL
La invasión naval a las Provincias Unidas, compuesta por "unos 15 a 20 buques arribaron a... la plaza fortificada de Obligado... Se entabló un duro combate... Fue recién después de un prolongado cañoneo de más de siete horas de duración, intercalada con explosiones que impactaron en las fuerzas europeas, que las cadenas pudieron ser cortadas y silenciada la artillería emplazada en las márgenes del río..." (Págs. 156 y 157). Y acá la gran lección histórica, dirigida más que a los Romero, Carrió, Macri, etc., a los propios buitres: "La actitud que los invasores encontraron en las provincias interiores les resultó muy decepcionante. El Gobernador Madariaga de Corrientes pareció muy amistoso; pero la población fue muy desconfiada de los extranjeros.... La expedición rivereña no contribuyó en nada a los objetivos esperados de la intervención. El esfuerzo fue, desde el punto de vista comercial, igualmente frustrante. Pero la peor de las consecuencias fue haber creado en el pueblo argentino un sentimiento patriótico en extremo nacional y sin precedentes. Todos... se unieron en oposición a los extranjeros que intentaban desmembrar su país..." (Pág. 159).
LOS ESTADOS TAPONES QUE NO FUERON
Con la intervención, las potencias invasoras soñaban, más que con la libre navegación de los ríos, con la creación de las condiciones económicas y comerciales que justificaran nuevos Estados tapones en el Plata. En pleno auge de la maquinación intervencionista, los funcionarios del Foreign Office comunicaban a Londres su preferencia por la fórmula balcanizadora de George Canning: "Declarar (con urgencia) Estados independientes al Paraguay, Entre Ríos y Corrientes, lo cual aseguraría la navegación del Paraná y del Paraguay. La dificultad de insistir en la 'libre navegación', podría así soslayarse". Por suerte para los argentinos que aman a su tierra, su pueblo, su pertenencia latinoamericana y su derecho a vivir dignamente y libre de ataduras foráneas, hubo quienes, al decir del General San Martín, con la gesta de Obligado enseñaron a los invasores europeos que "los argentinos no son empanadas que se comen sin más trabajo que abrir la boca". No se equivocaba el mayúsculo libertador. La derrota invasora fue, mal que le pese a Romero, aplastante. Al respecto, agrega el compatriota historiador de Griesa que "los intereses financieros y comerciales que tanto habían apostado a la intervención se encontraron más avergonzados que nunca... Un reporte del Parlamento agregaba que 'las grandes esperanzas generadas en Inglaterra antes de la expedición al Plata, de inmensas ganancias que derivarían del comercio por esa ruta fluvial, han terminado en su inmensa mayoría en desgracia; de hecho muy pocos de los especuladores han escapado indemnes sin pérdidas considerables'". ¿Derrota, Mr. Romero? Prosigue Cady: "El Foreign Office fue inundado de peticiones desde diciembre (de 1845) pidiendo discontinuar la intervención. Se le dio amplia circulación a un panfleto que declaraba que las operaciones no hicieron sino prolongar la guerra, y que los intereses de los comerciantes en la Argentina habían sido flagrantemente sacrificados en beneficio de unos pocos especuladores... " (Pág. 196). La derrota y la vergüenza fueron tal en Francia y Gran Bretaña que "el bloqueo fue levantado, Martín García evacuada, devueltos los buques capturados y totalmente reconocidos los derechos soberanos de la Argentina, incluyendo su control exclusivo del río Paraná" (Pág. 202). ¿Derrota, Mr. Romero? ¿Unos "pocos especuladores" le dice algo?
¡NO SOMOS EMPANADAS!
Sería recién a partir de 1853, luego de Caseros y con el ascenso del mitrismo que la libre navegación de los ríos, la implantación del libre comercio y la eliminación de las barreras proteccionistas y "humanas" abriría las puertas de par en par a las manufacturas de Europa. Aquí la derrota, Mr. Romero, como derrota sería acceder a los bloqueadores contemporáneos que usted defiende. Cady coincide: "No fue sino hasta julio de 1853, después de que el líder argentino (Urquiza)... firmara tratados de libre navegación de los ríos Paraná y Uruguay... y con ellos la adquisición del privilegio de acceso directo a los puertos de la Argentina y mercados del interior, que una de las causas primigenias de la intervención anglo-francesa sería eliminada para siempre" (Pág. 268). El neoliberalismo criollo hace yunta con el terrorismo financiero y especulador occidental. Su divorcio del pueblo es cada vez mayor, por cierto, cada vez más proclive a apoyar al gobierno nacional contra los buitres, tal y como se desprende de las últimas encuestas. Los Héroes de Obligado, como los Héroes de Malvinas fueron apoyados por las masas argentinas y latinoamericanas. Resulta lógico que el dispositivo cultural del mitrismo contemporáneo ataque, como en 1845, al sentimiento y accionar que por excelencia justifican la razón de ser de una Argentina en calidad de Nación (y a la Argentina en la Patria Grande como Nación inconclusa que busca su definitiva independencia en la unidad suramericana). Por suerte en Obligado, hubo compatriotas que, antes que dejarse comer como empanadas, dieron su vida por la soberanía nacional, el interés popular y la no balcanización de las Provincias Unidas. En buena medida se les debe a ellos que Corrientes y Entre Ríos sean hoy provincias en lugar de Estados. Por suerte en la Argentina del Bicentenario, hay compatriotas que, antes que dejarse comer como empanadas, se negaron a pagar por la Fragata Eva Perón, así como se niegan hoy a dejarse estafar como pueblo por el imperialismo financiero y especulador occidental. Tiene razón Ferrer cuando en la entrevista referida al inicio señaló: "esta situación puede durar mucho o poco, pero ya no se pueden llevar por delante al país." No se lo llevaron en 1845, ni en 1982. Queda no obstante y como siempre, el sabor amargo de ver, coincidiendo con el General San Martín y en relación a los traidores de Obligado, "americanos que por un indigno espíritu de partido se unan al extranjero para humillar a su patria y reducirla a una condición peor que la que sufríamos en tiempos de la dominación española. Una tal felonía ni el sepulcro la puede hacer desaparecer." Ni el sepulcro, es cierto; sólo el triunfo definitivo del pueblo argentino. – 

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