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sábado, 2 de agosto de 2014

LA EXTORSIÓN Y DESPUÉS, por Raúl Dellatorre (para "Página 12" del 02-08-14)


Por Raúl Dellatorre

Un repaso a los acontecimientos recientes. Argentina vivió toda la semana pendiente no tanto de cómo se resolviera el conflicto planteado por los fondos buitre en Nueva York, sino de cómo podría superar apenas una instancia del mismo: el “plazo de gracia” del 31 de julio para hacer efectivo el pago del vencimiento del 30/6 a los bonistas con títulos Discount, que debían cobrar en el exterior. Entre amenazas de las graves consecuencias de entrar en un “default” que no era tal, de pronto, el miércoles, varios medios locales anunciaron en sus portadas, con entusiasmo, el surgimiento de la “solución” a través de un acuerdo de bancos locales, nucleados en Adeba, con los fondos buitre. Con el ministro de Economía en Nueva York, se esperaba que esa tarde Axel Kicillof anunciara la “feliz noticia”. Pero ocurrió lo contrario: tras otro frustrado encuentro con el special master Dan Pollack, nada se había movido. Los fondos buitre seguían rechazando el otorgamiento del stay para que los bonistas del canje pudieran cobrar y las partes de la demanda tuvieran más tiempo para buscar un acuerdo, y en consecuencia el reloj seguiría corriendo consumiendo los minutos hasta que se agotara el “plazo de gracia”. El abismo enarbolado como amenaza quedaba a la vista.
¿Qué actitud tomó el Gobierno ese jueves tan temido? Se desentendió del presunto acuerdo “entre privados” –bancos y fondos buitre–, del que nunca había hecho mención ni generado expectativas de ser portador de la “solución”, y rechazó con argumentos tajantes –y hasta descalificando al juez Griesa y a su special master– tanto la imputación de estar defolteando la deuda como las terribles consecuencias que ese estado de cosas traería aparejado.
En apenas un par de días, el clima político y social pareció oscilar entre la euforia por una “solución” (la de los bancos) que no era tal y el temor a un “infierno” (la condena al default) que tampoco lo era. El 31 de julio pasó, y el post 31 le deja al Gobierno otros desafíos. Sin pretensión de abarcar integralmente la cuestión, podrían señalarse dos planos en los que deberá concentrar buena parte de la energía.
Uno es interno. Empezando por los fondos buitre y por todos quienes acompañen su estrategia, está clara la intención de sembrar una sensación de que al país le esperan horas aciagas si no acuerda urgentemente el pago de la sentencia de Griesa –el comunicado de Pollack del miércoles es groseramente elocuente al respecto–. El Gobierno deberá lidiar con esa ofensiva que busca alejar a inversores, desalentar las compras de bienes durables de los consumidores, alentar las compras especulativas de divisas y la fuga u ocultamiento de activos, además de las subas “preventivas” de precios. Es la receta clásica del menú de desestabilización financiera, que ahora busca encontrar en la falsa declaración de “default” su elemento disparador.
El otro plano es el internacional. Las repercusiones del “caso Griesa” trascendieron ampliamente las fronteras locales y el círculo de directos involucrados. Es importante que el Gobierno siga cosechando consenso sobre su estrategia y en cada paso que da. Y el que dio esta semana, rechazando la extorsión de “la fecha límite”, es central.
Costas Lapavitsas es un prestigioso economista griego, nacido en Atenas en 1960, un meticuloso investigador que estudió el origen y evolución de la deuda de su país y la crisis europea. Es, desde hace algunos años, un destacado columnista de opinión en el diario británico The Guardian, desde donde expresa su visión crítica de la actual estructura del sistema financiero mundial y de los problemas de la relación entre finanzas y desarrollo. Todo esto lo ha convertido en un referente de peso para la izquierda griega (Syriza) y buena parte de las corrientes “euroescépticas”, que rechazan las políticas recomendadas por la troika Unión Europea-Banco Central Europeo-FMI.
Lapavitsas acaba de escribir, junto a otro profesor de Economía como él en la Universidad de Londres, Daniel Munevar, unas pocas líneas de reflexión sobre el caso argentino, que aún no fueron publicadas. Bajo el título de por sí significativo “Argentina tiene razón en rechazar la extorsión”, señala: “No es sorprendente que Argentina haya decidido lo que hizo el miércoles pasado y queda por verse, ahora, qué pasos tomará en relación con la reestructuración de su deuda. El default no es hoy una necesidad en tanto el país tiene fondos y voluntad de pago. Este ha sido declarado a la Argentina por un sistema financiero internacional groseramente disfuncional. Corresponde entonces al gobierno de Cristina Fernández y su joven ministro de Economía, Axel Kicillof, plantearse en forma enérgica una perspectiva alternativa. Deberán dejar de aspirar a la readmisión en los mercados financieros internacionales para priorizar el desarrollo de su sector productivo y confiar en la ayuda y los recursos del Sur.
”Las implicancias generales de lo ocurrido con Argentina para las finanzas internacionales serán de largo plazo. Un pequeño grupo de especuladores brutales se ha aprovechado de las leyes de EE.UU. para quebrantar la vida de millones de personas. El sistema legal norteamericano y el juez Griesa han demostrado ser extraordinariamente ineptos, en tanto han llevado a brindar a ‘fondos buitre’ y ‘holdouts’ un fuerte incentivo para no aceptar nunca reestructuraciones de deudas.
”La decisión de Argentina, además de ser necesaria para proteger sus intereses vitales nacionales, es un acto de valentía que debería servir de ejemplo para otros países endeudados en relación con sus acreedores. Las lecciones para los países altamente endeudados de Europa, en particular Grecia, son evidentes. Es esencial, por lo tanto, apoyar ampliamente a la Argentina en esta disputa”.
Tal como señala Jorge Marchini, economista argentino, referente del Centro de Investigación y Gestión de la Economía Solidaria (Ciges), de contacto fluido con Lapavitsas y otros especialistas internacionales “anti-sistema”, en momentos en que “se lanzan dardos contra Argentina por su decisión, es muy importante que voces de prestigio internacional se pronuncien a favor y además lo hagan con alta calidad argumental: la batalla no es sólo legal-financiera, sino también cultural. Es por razones y corazones”.

Publicado en:
 http://www.pagina12.com.ar/diario/economia/2-252099-2014-08-02.html

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