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domingo, 3 de agosto de 2014

LA BRÚJULA DE KICILLOF, por Juan Chaneton (para "Nos Comunicamos" de agosto de 2014)

Por Juan Chaneton

(Buenos Aires, agosto 2 de 2014) En pocas horas, entre el miércoles 30 y el jueves 31, los canales de televisión argentinos menos favorables al gobierno pasaron de dar por hecho el acuerdo con los buitres (y, por ende, de cierta insinuada ponderación de las aptitudes técnicas de Kicillof y de la enjundia agonal de la presidenta) a la desorientación más absoluta cuando el ministro anotició al mundo -en la conferencia de prensa que concedió en el consulado argentino en Nueva York- de que no había tal acuerdo.
El periodista más previsible y más escaso de sorpresa del país, Nelson Castro, incluso reconoció, apenas terminada la exposición del ministro, que “nos equivocamos todos”, en alusión directa a la ligereza con que suelen tratar los temas políticos de este bello país en el canal 13. Como apunte de paso, consignamos que ese “nos equivocamos…” en boca de quien lo profería sonaba medio risible, pues nadie espera que Nelson Castro no se equivoque cuando opina de finanzas. Con esos dichos se anotó entre los expertos, el muy fresco…
Lo que había ocurrido era que el “soviético” ministro de economía de la Argentina -seguramente con base en textos como “La ideología alemana” (Marx) o “A propósito de la contradicción” (Mao Tse Tung), supo desbrozar los conflictos principales de los que son secundarios, y los antagónicos de los que no lo son, y con ese bagaje filosófico -más propio de Demócrito que de Keynes- se sentó “cara a cara” con Paul Singer y/o ad-lateres, ante quienes comparó la brillante blancura del ampo con el fosco tono de la pez, nieve y carbón son opuestos, les dijo, pero ambos son naturaleza, y su antagonismo lo estatuye sólo el color pues, por lo demás, ni de uno ni de otro podemos prescindir los humanos, pues de ambos nos nutrimos, no son tan contrarios como parecen y devienen, uno y otro, principales en invierno y, en todo caso, el carbón que yace en las simas de los abismos es lo opuesto al sol que brilla en el cielo y la blancura de la nieve sólo es el otro extremo del oscuro plumaje de las aves de rapiña.
Con esas aladas palabras, Kicillof dejó estupefactos a los que iban por todo. Endeudarse siempre fue una facultad del tomador de crédito pero jamás una imposición del acreedor. Esto es así desde que Cósimo de Médici, en la Florencia del siglo XV, inventó su banca con el destino manifiesto de erigirse en poder real detrás de unas monarquías europeas que guerreaban contra ejércitos enconados y enemigos pero que no podían adquirir ni un arcabuz sin pasar por el despacho del florentino mecenas de Donatello y Bruneleschi.
Kicillof sabe de esto más que los economistas “vulgares” pues conoce y hace suya la máxima de John Gray: “Si los políticos leyeran una hora cada día a Pascal, Montaigne o Fernando Pessoa en vez de pasarse días y semanas y meses y años escuchando a los economistas …, entonces habrían sido más cautos, más sabios…” (entrevista a JG realizada el 20/3/2007, en el Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona, por Daniel Gamper Sachse).
Por eso, porque el ministro argentino actuó en la emergencia más como político que como economista, trazó una estrategia de negociación cuya solidez estribaba en la reconstrucción o, más mejor, en el desbrozamiento de lo principal y lo secundario, de lo antagónico y de lo no antagónico. Y lo principal y lo antagónico, aquí, era la reestructuración de 2005 y de 2010. A derrumbarla apuntaron (apuntan) esos panzers del fascismo financiero que son los holdouts, pero encontraron una línea Maginot que, a diferencia de la de 1914, resultó inexpugnable: si quieren cobrar entren en el canje y ganen el 300% -sostuvo impertérrito y sin corbata el ministro de economía argentino- pero, para nosotros, la línea roja son los hold-in, es decir, los que confiaron en la Argentina en 2005 y 2010 y esa confianza no la negociamos. Se blindó el ministro en ese punto y preservó el corazón de la estrategia argentina. Era ese el núcleo en el que no había que ceder y no se cedió. Ni se va a ceder. Y el mundo –hasta ahora- sigue andando, Cristina dixit.
La naturaleza esencialmente política del contencioso que Argentina libra con el capital financiero concentrado se presumía pero no se había hecho visible en la superficie hasta la conferencia del ministro en EE.UU. y su complemento, el discurso de la Presidenta el jueves 31.
Los datos que fundan esta afirmación son los siguientes. Kicillof explicó que, desde 2005 hasta hoy la Argentina desembolsó la friolera de 190 mil millones de dólares en pagos de deuda CON RECURSOS PROPIOS. Esto se concatena con la afirmación de Cristina de que “no hay país más VIABLE en América Latina que el nuestro. Las calificadoras -apuntó Kicllof- forman parte de la red de complicidad financiera internacional que pugna por empujar al país a endeudarse de nuevo y en exceso, pues esa es la forma de mantenerlo sometido. También informó que la deuda del Estado argentino con privados y en dólares asciende sólo al 8 % del PBI y que ese porcentaje, cuando Néstor Kirchner asumió en 2003, era de un PBI y medio.
Si todos estos datos provienen de la macroeconomía, ¿por qué decimos que el enfoque del ministro fue esencialmente político? Porque lo que el ministro y la Presidenta están diciendo es que hay otro camino posible, alternativo a la receta neoliberal; que este camino pasa por implementar y llevar adelante un modelo de crecimiento con inclusión social; que el mercado interno es básico a la hora de sostener la economía y que este mercado interno se fortalece cuando se le inyecta poder adquisitivo y que la Argentina puede hacerlo y seguirá haciéndolo y todo ello actuando fuera del mercado de capitales y prescindiendo tanto de los intermediarios en el negocio de la deuda como de las imposiciones del Fondo, que no son otras que disminuir salarios y gasto público para, de ese modo, transferir riqueza al sector minoritario de la sociedad compuesto por el empresariado concentrado, los bancos, los capitalistas con base en la propiedad agroganadera y los propietarios de servicios de telecomunicaciones en un mercado oligopolizado en el cual un porcentaje menor de la sociedad se enriquece en detrimento de los trabajadores y el pueblo de a pie, que constituyen la abrumadora mayoría.
La entretela técnica del asunto ha sido meneada y removida hasta el hartazgo en los últimos días y los medios hasta han elaborado “manuales” terminológicos para que los “no entendidos” entiendan. De modo que damos por sabido el detalle, seguimos de largo y nos detenemos en otra estación, no en la que fatigan abogados y economistas sino en la de la política local y mundial. Y decimos que contradicciones duras atenazan no ya al capital mundial en su conjunto, sino que hay otras especificidades que golpean en el subsistema denominado holdouts. Éstos no son parte de la producción sino de la especulación. Pero, a su vez, no son sólo parte del capital especulativo sino que constituyen el ariete con que las finanzas concentradas pretenden poner de rodillas a un modelo. Hay otros holdouts. Son los buitres que todavía no litigaron. Miran desde la platea y palpitan el desenlace. No juegan como punta de lanza sino como segunda línea del ariete. Son el 7 % restante. Juntos, son los 15 mil millones de deuda que Kicillof, con indiscutible sentido de la estrategia, les ofreció negociar. No tiene sentido arreglar con el uno por ciento y dejar afuera al otro siete que está en las mismas condiciones. Discutamos todo, de una vez y para siempre. Y desendeudemos. Perfecto, parece.
Pero aquí está el punto. Si de veras asistimos a una deliberada y desesperada carrera por impedir que la Argentina salve con éxito este escollo y se convierta, de hecho, en ejemplo para la solución de problemas similares, ello sería pura dinamita deflagrada en el corazón del sistema financiero mundial, que es el arma de dominación masiva con que cuenta el capitalismo a escala planetaria. Y, entonces, Griesa, Singer y Pollak deberían obstinarse en el “todo o nada” que han venido practicando hasta ahora a la manera de una miserable y vergonzosa colusión de forajidos que dejan en evidencia que la “justicia” estadounidense no es tal sino, en verdad, eficaz instrumento funcional a los intentos de Occidente de no seguir perdiendo posiciones en el tablero global.
En otros términos, el punto es saber si “quieren cobrar” o si se proponen escarmentar a un modelo y, con ello, desalentar rebeldías similares en América Latina, en Grecia, en Italia, en España, en Portugal y también en una Ucrania que eventualmente pueda marchar hacia nuevas elecciones donde los nazis sean derrotados y los “prorrusos” accedan de nuevo al poder. Si lo primero es la verdad, entonces la figura de la cesión de crédito o la compra de la acreencia por Standard & Poor´s, Goldman Sachs, Deutsche Bank y otros debería prosperar. Con ese crédito en cartera estos bancos tratarían de cerrar con el Estado argentino que probablemente y en homenaje a la coherencia les propondría sentar también a la mesa al expectante siete por ciento que todavía no inició juicio. Todo esto ocurriría, es claro, el primer día hábil posterior al 31 de diciembre de 2014.
Pero esto es así si lo que quieren es cobrar. Si el propósito es más avieso y apunta a evaporar del escenario unas reestructuraciones de deuda que constituyen el único salvavidas con que cuenta el sistema capitalista ante la recurrencia cíclica de las crisis, en ese caso, los buitres, el poder judicial imperial y la derecha extrema del GOP (Grand Old Party o republicanos para los amigos) entran en contradicción con intereses basados en la economía productiva e incluso también en el sector financiero, digamos en el sector financiero menos “halcón” y más “paloma”, que también hay de esos y que serían los que, a estas horas, están tratando de comprar la deuda de NML Elliot (Singer), según lo dicho más arriba. Stiglitz y Krugman expresan bien a estos sectores más sensatos del establishment.
Lo expresado en el párrafo anterior explicaría esta suerte de equilibrio inestable en que ha entrado el contencioso con los buitres. El campo de los enemigos del modelo argentino no es homogéneo. Dementes y sensatos cuentan, asimismo, con sus propios órganos de prensa, respectivamente el The Wall St. Journal y el NY Times. Los primeros van por todo, esto es, por el derrumbe de la reestructuración; los segundos apuestan a que las fuerzas productivas de la economía real seguirán creciendo a condición de que las crisis se manejen con prudencia. El punto es que, en el largo plazo, ambos están equivocados, pero esa es otra discusión.
Mientras tanto y en la coyuntura, emerge un asunto que a un economista formado como es Kicilloff no se le escapó, como sí se le escapó a la buitrería local: qué va a decir la justicia estadounidense si resultara probado que el propósito de Singer es no acordar ahora para cobrar los seguros por “default” y negociar luego para seguir cobrando lo que está reclamando ahora. Eso sería un delito y el sentido común indica que si cobra el seguro por el siniestro tiene que darse por satisfecho y retirarse a su domicilio, sin repetir la pretensión que dio origen al cobro de la póliza. Pero eso dice el sentido común. Griesa es otra cosa. Se halla, el hombre, pese a su edad, lejos de estar gagá, como lo irrespetan muchos. Está más lúcido que nunca y cumpliendo la parte que le toca en el libreto, de modo que bien puede Singer, el filántropo que financia a la diputada del PRO en Buenos Aires Laura Alonso, cobrar dos veces y que a eso, en los EE.UU., se le llame justicia. Pues, como dice el columnista Pagni en el diario La Nación, Griesa trabaja para los bancos, para estudios que defienden a los bancos y considera que el interés general está mejor guardado cuando mejor defendida está la propiedad privada.
Como colofón, volvemos a poner los pies sobre la Tierra y observamos que lejos, allá en el norte, se juega esta partida de alcance y consecuencias mundiales. En el otro extremo, aquí en el sur, las implicancias del conflicto deflagran en múltiples direcciones, algunas impensadas. Si la oposición no se une, el kirchnerismo tiene posibilidades en el 2015, ha dicho el misionero Ramón Puerta, hombre de la derecha vernácula que huyó de la Casa Rosada durante la crisis del 2001. Y estas “posibilidades” no están desvinculadas, por cierto, del desenlace de una trama que aún mantiene su suspenso. En todo caso, Taiana-Kicillof es una fórmula posible, no podemos saber si probable pero sí que no ha sido propuesta, todavía, por nadie. Tal vez sería lo más mejor… No ganaría pero con que llegue a la segunda vuelta, misión cumplida. Lo menos mejor sería que ganara algún gerente local de los buitres.

Publicado en:
http://www.nos-comunicamos.com.ar/content/brujula-de-kicillof

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