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sábado, 19 de abril de 2014

GUERRAS Y GOLPES ERAN LOS DE ANTES, por Adrián Corbella (para "Mirando hacia adentro" )





Arriba: Integrantes del grupo opositor venezolano Marabunta "protestando" en forma "pacífica" -el día que se enojen...-

¿Todo tiempo pasado fue mejor?... ¡De ninguna manera!  Pero tampoco fue necesariamente peor, y no todos los cambios implican una mejoría, muchos significan todo lo contrario. La humanidad siempre ha tenido conflictos. Gandhi hubo uno solo. Guerras internacionales, guerras civiles, golpes de estado  y magnicidios (1)  son fenómenos que acompañan la historia de todos los países.
En algún  momento, a principios del siglo  XX, el ordenamiento estatal de la Europa liberal había logrado darle cierta prolijidad a estos conflictos. Las guerras (al menos entre los europeos, no cuando se atacaba al Tercer Mundo) se declaraban… un diplomático anunciaba formalmente que a partir de determinada hora comenzaba la guerra (casi como si fuera un partido de fútbol). Y cuando terminaba la guerra, se firmaba con toda seriedad un tratado de paz que ponía fin al conflicto.
Lo mismo sucedía con los golpes de estado. Cuando la elite de algún país deseaba sacar del poder a las autoridades elegidas por el pueblo, lograban que las fuerzas armadas salieran a la calle con tanques, bombos y platillos y obligaran al primer  mandatario a dejar el poder. Luego un General con un vistoso uniforme asumía la “Presidencia” rodeado de un verdadero ejército de tecnócratas, empresarios, banqueros, abogados… y periodistas (2).
Luego, las cosas comenzaron a deteriorarse. En la Segunda Guerra Mundial los estados fascistas abandonaron la sana práctica de declarar la guerra (que nunca ha sido retomada). Hitler y el Imperio Japonés simplemente atacaron por sorpresa a sus enemigos, sin anunciarlo previamente como  era práctica usual hasta ese momento. También las cosas se complicaron al aparecer una dimensión ideológica en la lucha. Las guerras dejaron de enfrentar solamente a países para ser conflictos con objetivos y motivaciones ideológicas (presentes desde la Revolución Rusa por lo menos), por lo cual muchas veces aparecían personas de la misma nacionalidad en los dos bandos. Durante dos años (1943-45) Italia tuvo dos gobiernos: uno comandado por Badoglio que luchaba para los aliados, y otro con Mussolini que estaba con Hitler. Algo similar ocurrió en Francia con De Gaulle y Pétain. Seguramente donde mejor se vio este fenómeno fue en el Frente Ruso, donde los alemanes organizaron batallones de rusos antistalinistas comandados por el General Andrei Vlasov (3), mientras que Stalin tenía consigo a fuerzas antinazis alemanas bajo el mando del general Vicenz Müller (4) -luego comandante en jefe de la NVA, el ejército de la República Democrática Alemana-. Todos los partidos más o menos fascistas de Europa aportaron efectivos al esfuerzo militar de la Alemania nazi. Las Waffen-SS  (5) reunieron bajo sus banderas a europeos de todas las nacionalidades (6), dándose la paradoja de que los últimos soldados nazis condecorados personalmente por Hitler en 1945, en una Berlín asediada, no eran alemanes, sino Waffen-SS franceses de la División Charlemagne (7).
Eric J. Hobsbawm, el más famoso historiador inglés del siglo XX, sostenía que en torno a 1945 se había dado un fenómeno muy extraño, ya que las izquierdas europeas, tradicionalmente internacionalistas, se habían vuelto nacionalistas al encabezar la formación de grupos de resistencia al poder nazi. Y que, por el contrario, las derechas tradicionalmente nacionalistas se habían “internacionalizado” al cerrar filas detrás de la figura de Hitler, transformando a las Waffen-SS en un ejército europeo fascista.
Con el fin de la guerra, y el comienzo de la Guerra Fría se dio otro giro profundizador. Las guerras conservaron su carácter informal, e incluso se tercerizaron al utilizar las dos grandes potencias que  se enfrentaban a otros países como carne de cañón, evitando un enfrentamiento directo. Los norteamericanos lucharon contra aliados de la URSS en Corea y Vietnam. Los soviéticos lucharon contra aliados de los Estados Unidos en Afghanistan, mientras que en otra geografía, Palestina, armas norteamericanas usadas por israelíes  se enfrentaban a armas rusas manejadas por árabes. En esta etapa, el carácter ideológico de las guerras se hizo muy evidente, lo que tornó cada vez menos clara la diferencia entre guerra y golpe. Los norteamericanos promocionaron desde la Escuela de las Américas la llamada “Doctrina de la Seguridad Nacional”, que transformaba a los ejércitos en policías, a los opositores en delincuentes, y a los golpes de estado en guerras internas. Los ejércitos latinoamericanos tenían según esa doctrina la función de defenderse contra "enemigos interiores" que simpatizaban, supuestamente, con las ideas de los soviéticos.
Con la caída del Muro de Berlin y el final de la guerra fría, el consenso neoliberal alcanzado permitió archivar los golpes de estado tradicionales, ya que se había logrado imponer las ideas de la potencia dominante por vías electorales.  La guerra se reservó para lugares donde no se podía triunfar ni en las urnas ni con golpes clásicos. Entonces se comenzaba con una demonización del gobierno a derrocar, cosa que resultaba más simple cuando se trataba de un dictador pintoresco como Saddam Hussein.  Luego se iniciaba una guerra más o menos tradicional pero encubierta en una operación “libertadora” internacional. La necesidad de dicha “liberación” se imponía en el “sentido común” colectivo con un movimiento de pinzas que incluía a gobiernos aliados del poder imperial dominante, a los medios concentrados de comunicación, y a la producción televisiva de Hollywood. Se puede hacer un estudio muy interesante de la historia norteamericana simplemente analizando la evolución del aspecto y el acento de los villanos de las películas, que ha ido mutando de alemán a ruso, y de ruso a árabe o latinoamericano (no faltando últimamente algún ruso o chino, ya que es el enemigo que se viene).
En el siglo XXI, las viejas guerras parecen haber desaparecido, y en muchos lugares se han llevado con ellas a los golpes de estado. Podríamos celebrarlo como un logro de la humanidad, si no fuera porque simplemente han sido reemplazadas por fenómenos equivalentes, que a veces son incluso peores, ya que se hacen desde las sombras.  Expresiones como “golpe suave” (8) y “guerra de cuarta generación” (9) definen estos procesos políticos que han reemplazado a los conflictos tradicionales.
Cambiar un gobierno hostil a las intenciones imperiales es un proceso lento, pero harto conocido. Se empieza con una campaña de demolición mediática que pone énfasis en cuestiones como corrupción, inseguridad, inflación y libertad de prensa. Importa poco que los problemas existan o no, que sean graves o débiles, porque en nuestra cultura los medios no reflejan la realidad, sino que la construyen. Una vez instalados los temas, se favorecen protestas pacíficas que son fogoneadas desde los mismos medios que instalaron el tema,  y desde algunas ONG que tienen fuertes vínculos con autoridades del Imperio. Si esto no es suficiente para que el gobierno hostil acepte la autoridad imperial o pierda el poder en las urnas, se pasa a una segunda fase, más violenta. Se precisa en esta etapa de represión y muertos. Si el gobierno díscolo no reprime con la necesaria dureza, aparecen misteriosos francotiradores que ultiman gente de uno y otro bando, dando comienzo a una escalada de violencia que se autonomiza,  y que si no alcanza sus objetivos termina conduciendo a una guerra civil donde los “ejércitos de liberación” pro-imperiales tienen la victoria asegurada, ya que si es necesarios se producirán intervenciones “humanitarias” para que el resultado de conflicto sea el correcto (10). Estas operaciones se ven favorecidas por la existencia de múltiples organizaciones militares que no dependen oficialmente de ningún gobierno: carteles de narcotraficantes, grupos guerrilleros (Al-Qaeda luchó en favor de Estados Unidos en Afghanistan en los 80 y en Siria en nuestros días) y compañías privadas que encuadran ejércitos de decenas de miles de soldados (11) que se venden al mejor postor (entre la tercera parte y la mitad de las tropas “norteamericanas” que ocupan Irak son “mercenarios” que dependen de organizaciones privadas).
Por eso no es casual que existan tantos paralelismos entre los hechos sucedidos en países sin ningún vínculo entre sí, como pueden ser Libia, Ucrania, Siria y Venezuela. Todos son víctimas de operaciones que sólo muy parcialmente tienen  causas internas, y que son responsabilidad de una misma mano. Una mano muy poderosa que permanece en las sombras.
Tampoco debemos pensar que los Estados Unidos son los únicos que utilizan estas tácticas. El derrocamiento del presidente ucraniano Yanúkovich, amigo de Moscú, provocado por manifestantes opositores con el concurso de organizaciones neonazis apoyadas por Estados Unidos (12), fue respondido por Rusia con estrategias similares. Manifestantes pro-rusos asumieron el control de la península ucraniana de Crimea (donde los rusos son mayoría), la independizaron y la unieron a la Madre Rusia.  Movimientos similares en las provincias de Donetz y Odessa han obligado a los propios Estados Unidos a sentarse en  una mesa de negociación, ante el riesgo de desintegración total que sufre Ucrania. (13)
“La guerra es la continuación de la política por otros medios”, dijo hace mucho un famoso teórico militar alemán (14). Nunca fue más cierto que ahora.  Quizás sea importante concientizar que la desaparición de las guerras y golpes tradicionales no significa que estén garantizadas la paz o la democracia. Por eso cuando podemos gozar de ambas debemos defenderlas, sin caer en tentaciones destituyentes que nos pueden llevar al abismo.  Nadie debería dejar de mirar en qué estado han quedado los países en los que este proceso ha llegado hasta el final, países como Irak (15), Libia o Siria  –donde la lucha continúa, en un  país destruido-. Claro que mirar no es tan fácil, porque los medios que demolieron con campañas de interminable extensión las imágenes de los gobiernos derrocados, son los mismos que no dicen ni una palabra acerca de la horrorosa situación en la que esos países quedaron luego de haber sido “liberados”.
En este mundo tan complejo, siempre debemos tener presentes que los medios no reflejan la realidad: son, por el contrario, la primera línea de una fuerza que pretende imponer una agenda política. La tarea ya no es simplemente leer… es decodificar títulos, descubrir si la imagen corresponde realmente al tema de la nota, analizar los silencios y omisiones.  O nos transformamos en especialistas en medios, o comenzamos a vivir en un país de fantasía donde la ficción reemplaza a la realidad (16)
No hemos podido terminar ni con las guerras ni con los golpes de estado. Lo que sucede es que ahora nos los presentan de otra manera. Empiezan como protestas “ espontáneas”  de vecinos, estudiantes o productores rurales promocionadas desde los medios. Sabemos cómo empiezan, pero nadie sabe cómo terminan (17).

Adrián Corbella
19 de abril de 2014

NOTAS:
(1):  Estados Unidos no ha tenido golpes de Estado. En cambio sí ha tenido una infrecuente cantidad de magnicidios, que representan la respuesta norteamericana al mismo problema: cómo hace el poder real para deshacerse de un gobierno que no lo satisface.
(2):  Por eso en Argentina hablamos hoy de golpes CÍVICO-militares. Siempre tuvieron además una campaña mediática de demolición previa, que arranca ya en 1930 con la leyenda urbana del “Diario de Yrigoyen”.
(5):  Sobre las Waffen-SS ver http://es.wikipedia.org/wiki/Waffen-SS
(7): Uno de esos dos soldados nazis franceses, Henri Fenet, murió en París en 2002 http://es.wikipedia.org/wiki/Henri_Fenet
(8):  Sobre el concepto de Golpe Suave ver por ejemplo la interesante nota de Thierry Meyssan en Aporrea     http://www.aporrea.org/tiburon/a35946.html y  también http://www.nacionalypopular.com/index.php?option=com_content&task=view&id=8414
(9):  Sobre las llamadas “Guerras de Cuarta Generación” ver por ejemplo http://es.wikipedia.org/wiki/Guerra_de_cuarta_generaci%C3%B3n  y http://www.mixelart.com/la-guerra-de-cuarta-generacion/
(10):  Al respecto es ilustrativo el caso de Libia, donde las fuerzas aéreas de la OTAN actuaron para impedir una victoria de las tropas de Khadafi, dejando a Libia hundida en el caos tras esta “liberación”. Ver por ejemplo  “Caos en Libia por la ‘intervención humanitaria’”  nota de 2013 de Gabriel Moyssen  http://www.elfinanciero.com.mx/opinion/caos-en-libia-por-la.html y  “Se profundiza la crisis en la Libia de la OTAN” http://elintersocial.blogspot.com.ar/2014/04/se-profundiza-la-crisis-en-la-libia-de.html


(11):  Ver de Nicolás Rojas Scherer “Mercenarios se ofrecen” http://sur.infonews.com/notas/mercenarios-se-ofrecen y de Leticia Armendáriz “El dilema de la privatización de la guerra” http://sur.infonews.com/notas/el-dilema-de-la-privatizacion-de-la-guerra
(14):  La frase es de Clausewitz 
(15): Ver sobre Irak  http://tiempo.infonews.com/2013/03/24/editorial-98794-a-diez-anos-de-la-invasion-a-irak--el-negado-holocausto-iraqui.php
(16): La práctica de llevar "testigos confidenciales" guionados o simplemente falsos (actores pagados) se extiende cada vez más. Ver al respecto 
http://www.infonews.com/2014/04/15/sociedad-139754-gelblung-llevo-motochorros-truchos-y-terminaron-todos-presos.php
(17): Al respecto es ilustrativo un video de un grupo opositor venezolano especialmente violento, conocido como Marabunta  https://www.youtube.com/watch?v=2-uTjjk7Di8 , que explica muy didácticamente como comenzar una Guerra Civil.









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