Desde su aparición en 1945, el peronismo ha ocupado el
centro de la escena política argentina, gobernando, siendo la principal fuerza
de oposición, u ocupando los dos roles. Esta última posibilidad se debe
justamente a la disparidad ideológica que muchas veces han mostrado distintos
dirigentes peronistas, que se remontan a las figuras de Perón y Eva (cuyas
diferencias son vistas por unos como tácticas y por otros como estratégicas),
pero pueden continuarse con otras parejas: combativos y vandoristas, la
tendencia y el lopezreguismo, menemistas y frepasistas, kirchneristas y
peronistas “federales”. El propio Perón muestra diversas etapas ideológicas
muchas veces contrapuestas, alternando facetas casi “revolucionarias” –el Perón
del exilio- con otras francamente conservadoras –el Perón octogenario del
famoso discurso de 1974-. Alejandro Horowicz escribió hace varias décadas un
libro ya clásico, Los Cuatro Peronismos, que sigue siendo vigente, aunque hoy quizás
en lugar de cuatro ya tengamos cinco o seis peronismos.
El Partido Justicialista se halla hoy formalmente dentro
del Frente para la Victoria,
y los últimos presidentes del partido, Néstor Kirchner y Daniel Scioli, son o
fueron referentes importantes del FpV. El kirchnerismo ha asumido
claramente la continuidad de un sector del peronismo que remite a las etapas
más “revolucionarias” del justicialismo, a las grandes transformaciones de la
primera presidencia, al discurso combativo de Eva y de John William
Cooke, al Perón tercermundista y a la Resistencia, a la Tendencia y al Grupo de
los 8. A
esta tradición peronista “transformadora”, “revolucionaria” o “de izquierda” el
kirchnerismo le ha sumado a personas con objetivos semejantes pero provenientes
de fuerzas políticas ajenas al peronismo, incluso de fuerzas contrapuestas al
peronismo.
Desde 2003, el kirchnerismo ha enfrentado diversas
elecciones, ganando y perdiendo. Las mayores victorias se lograron cuando se
pudo comprometer a todo o casi todo el PJ tras los candidatos del FpV (2007 o
2011 por ejemplo). Los traspiés (2009 o 2013), elecciones donde el kirchnerismo
mantuvo la primera minoría pero con un descenso importante del caudal
electoral, son momentos en que el peronismo aparecía dividido y parte del mismo
apoyaba a candidatos opositores.
No queremos ingresar en la discusión, seguramente
bizantina, de quien es o no realmente peronista, aunque en los peronistas
opositores hay dirigentes que tienen rasgos justicialistas “de derecha” más o
menos claros (como Eduardo Duhalde y los hermanos Adolfo y Alberto Rodríguez
Saa) y otros cuya supuesta identidad peronista necesita realmente de un
ejercicio hercúleo de imaginación para encontrarle alguna lógica (el empresario
neoliberal Francisco de Narváez o el ex UCeDé Sergio Massa, por ejemplo).
Las últimas elecciones mostraron claramente a una parte
del justicialismo apoyando al Frente Renovador de Sergio Massa, una alianza
política de rasgos claramente neo-menemistas por su discurso
(neoliberal), perfil y composición. Massa ha obtenido votos del viejo peronismo
federal duhaldista, de sectores peronistas que en elecciones pasadas apoyaron
al kirchnerismo, de liberales y peronistas que en ocasiones pasadas votaron a
Unión-PRO, y de otros sectores opositores.
De cara a las elecciones presidenciales de 2015, y
estando vedada constitucionalmente una nueva postulación de Cristina Fernández,
el desafío del FpV es encontrar un candidato que pueda reconstruir
el bloque electoral que permitió ganar las últimas dos elecciones
presidenciales (2007 y 2011). Es fácil definir el perfil de ese candidato… lo
difícil es hallarlo. Por un lado el candidato kirchnerista para el 2015
necesita ciertas dotes referidas a experiencia, carisma, capacidad de
liderazgo, que son comunes a las necesidades de todos los candidatos de todas
las fuerzas. Pero, en el caso específico del FpV, el candidato necesita cumplir
simultáneamente tres condiciones. La primera es no sólo evitar una mayor
dispersión del voto peronista sino recuperar parte de la tropa propia que ha
pasado al massismo, fuerza que, pese a su perfil neomenemista (o sea
neoliberal) intenta presentarse en sociedad como una suerte de kirchnerismo
light, como algo intermedio entre oficialismo y oposición. La segunda es lograr
ser potable tanto para el ala de izquierda del kirchnerismo como para la más
moderada. La tercera es justamente lograr que esos sectores electoralmente
fluctuantes que han votado al FpV en 2007 y 2011, pero no lo han acompañado ni
en 2009 ni en 2013 regresen para el 2015.
Este es un perfil ideal que posiblemente no se alcance
con ningún candidato. Por ahora se tienen una multiplicidad de pre candidatos
(Daniel Scioli, Sergio Urribarri, Jorge Capitanich, Florencio Randazzo, Aníbal
Fernández y otros que seguramente están en las gateras) que muestran virtudes y
defectos. Así, por ejemplo, los dos más sonados, Scioli y Urribarri, tienen
perfiles bastante divergentes. El gobernador bonaerense es seguramente uno de
los mejores cuadros para intentar recomponer el PJ, pero tiene una imagen muy
pobre en los sectores más progresistas del kirchnerismo (que lo ven demasiado
liberal), mientras que el entrerriano es aceptable por igual para todos los
sectores del FpV pero tiene menos condiciones que Scioli para recomponer la
tropa pejotista, y es menos conocido a nivel nacional.
En política las cosas son muy dinámicas, por lo que esto
es apenas una radiografía del día de hoy, con la cual se intenta diagnosticar a
futuro. El día que Luis Inacio “Lula” Da Silva anunció que Dilma Rousseff
sería su candidata, el 97% de los brasileños no sabía quién era la actual
Presidenta del Brasil, quien no sólo se alzó con la victoria sin que se halla muy cerca de ser reelecta. El día que Sergio Massa anunció la creación del Frente
Renovador era difícil pronosticar que pocas semanas después sería un
precandidato presidencial con posibilidades para el 2015. Por eso en
estos terrenos se puede intentar especular y proyectar, pero siempre pueden
surgir imprevistos e imponderables. Si algo ha caracterizado al kirchnerismo en
estos años, es su capacidad para sorprender. Por eso no deberíamos descartar
que, en estos largos dieciocho meses de gestión que faltan antes de las
elecciones, Cristina Fernández de Kirchner saque algún conejo de la galera.
Adrián Corbella
28 de abril de 2014
Adrián me parece muy importante reflexionar sobre todo esto, pero en mi humilde pero también honesta opinión, el problema principal es que el kirchnerismo no logró construir una fuerza acorde a sus propios postulados. Hoy no se puede salir a buscar el empate (metáfora futbolera) y pensar que Scioli no es lo mismo que Massa. Lamentablemente esto es una muestra de una debilidad estructural del pueblo argentino para construir una verdadera alternativa de liberación. Cuando escribo esto no dejo mis convicciones en ninguna puerta, ya que pienso que lamentablemente hoy, esta pelea se perdió, y con optimismo diría que se pospuso para otro momento. Un abrazo.
ResponderEliminarEn primer lugar Osvaldo, un honor que comentes en mi humilde blog... Respecto a lo otro, si analizás el título solamente, coincidimos más de lo que parece. Estoy confiando más en la esperanza que en la convicción...
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