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lunes, 3 de marzo de 2014

Cristina vs el "Recontra Relato", por Hernán Brienza (para "INFOnews" del 02-03-14)


El discurso de la presidenta y la construcción mediática que busca analizar al todo por las partes.


En la primera entrevista que le realicé a la presidenta de la Nación, en la Quinta de Olivos, unas semanas antes de que ella sufriera su problema de salud, se produjo un diálogo muy significativo que fue poco atendido por los periodistas que buscaban preguntarle sobre cuestiones de "histeria coyuntural". 
Incluso ese intercambio de pareceres fue mal interpretado por alguno que otro periodista de la oposición cegado por su odio ideológico a los Kirchner o por el retiro de la pauta oficial a sus programas de televisión. 
En un momento determinado de la charla con Cristina Fernández de Kirchner, le digo que para mí, su "gran arma política" es la "argumentación". Ella me miró extrañada y rápida para corregirme, y expresó, palabras más o menos, que no estaba de acuerdo para nada con eso. Que no compartía esa idea de que el kirchnerismo es un relato y nada más, sino que su gran arma política eran los hechos y las cosas que el proyecto político había realizado durante estos años. 
Sorprendido por su cruce, la interrumpí e intenté explicarle cuál era realmente mi idea: que una cosa es un relato inventado y otra cosa es una argumentación basada en los hechos y los datos que le dan sustento. Me clavó la mirada y concluyó con tono picante: "Ah, bueno, está bien, si es así, está bien, comparto. Uno a uno, Brienza", y sonrío orgulloso.
Es posible que para muchos pasara inadvertido ese breve cruce de palabras. Pero fue una gran toma de posición sobre política por parte de la presidenta de la Nación en aquella oportunidad. Porque desde hace unos años a esta parte, incluso por parte de muchos kirchneristas, se ha hablado del "relato" como lo trascendente en los últimos años. 
Se trata de una interpretación determinada que da sentido, direccionalidad, comprensibilidad a un proceso político y cuyas principal virtud es construir unicidad, coherencia y exclusividad. 
En la primera entrevista que le realicé a la presidenta de la Nación, en la Quinta de Olivos, unas semanas antes de que ella sufriera su problema de salud, se produjo un diálogo muy significativo que fue poco atendido.

Pero la palabra "relato" tiene un gran riesgo: puede ser socavado desde afuera bajo la acusación de no corresponder con la realidad. Así, en estos últimos años, hemos asistido a una constante campaña en contra del "relato kirchnerista". La táctica más utilizada para esmerilar la legitimidad del gobierno nacional, justamente, es atacar el "relato", acusarlo de falso, de imaginario, de no ser verdadero.
Esta táctica llevada adelante, incluso bajo un barniz pseudo progresista, generó un "Recontra Relato" muy fuerte que está instalado en los sectores de la oposición mediática y social y que muchas veces puede escucharse en la calle, los comercios, los bares. En las últimas semanas, el "Recontra Relato" alcanzó las páginas del diario La Nación. La operación discursiva consiste en lo siguiente: "el kirchnerismo es una mentira porque, finalmente, debió transigir y llevar adelante medidas económicas ortodoxas". Se trata, claro, de una linda falacia discursiva.
En términos ontológicos, el "ser" no se define por una etapa determinada de su existencia. El amor de una persona por otra no se define por un divorcio y una separación de bienes. Ni tampoco por una noche de amor inolvidable. 
En la definición del "ser" una parte no define el todo. No es muy difícil de entender, pero sí muy fácil para manipular. Uno podría decir: "Finalmente, la dictadura militar fue democrática porque llamó a elecciones, permitió a los partidos políticos y permitió el destape del año 1983." El enunciado es falso, de falsedad absoluta. 
Lo mismo les ocurre a los muchachos de La Nación. Como supuestamente el kirchnerismo devaluó, subió las tasas de interés, tiene algunos funcionarios corruptos, reprivatizó los trenes y va a tomar deuda de los organismos internacionales, ergo, es igual al menemismo o al gobierno de la Alianza.
Sinceramente, no siento ninguna simpatía por las medidas enunciadas por los agentes del "Recontra Relato". Ni la devaluación –forzada por los sectores económicos que el diario La Nación siempre defiende, los agroexportadores de la Sociedad Rural, por ejemplo– ni la devolución de los trenes a las empresas privadas –sobre todo después de la millonaria inversión que hizo el Estado para que ahora un par de empresas vendan pasajes y cobren subsidios– ni por la toma de deuda. 
Sin embargo, debo decir que seré dogmático pero no soy ingenuo. Ahora resulta que los mismos que pedían devaluación, reprivatización y volver a los mercados financieros se quejan de que el gobierno haga lo que hace. Palos porque bogas, palos porque no bogas.
No se puede definir al "kirchnerismo" por un momento determinado. Y mucho menos por un momento de debilidad. A nadie se le escapa que el resultado de las elecciones de octubre pasado, sumado a la ausencia de la presidenta por cuestiones de salud y al horizonte de 2015 como relevo presidencial obligatorio, deja al kirchnerismo en una situación diferente a la que tenía en 2011. 
Por lo tanto, una táctica procedimental y momentánea no puede confundirse con una estrategia política. Un recurso pragmático –el peronismo es especialista en no ejercer ni un pensamiento ni un accionar dogmático– no puede ser confundido con la pretensión hegemónica de un movimiento político. 
Los periodistas opositores podrán escribir con ironía y destreza pero, una vez más, la pata del perro no es el perro. El discurso que la presidenta pronunció ayer en la apertura de sesiones ordinarias del Congreso de la Nación estuvo dirigido justamente a desmantelar el "Contra Relato" armado por los sectores de la oposición mediática. 
Vestida de blanco, serena, con voz parsimoniosa y acompasada, Cristina dejó en claro cuál es la "esencia" del kirchnerismo: más allá de las medidas tomadas recientemente, el modelo o el proyecto iniciado en 2003 generó el proceso de crecimiento y de inclusión más virtuoso de los 200 años de historia argentina, el trabajo –creación de seis millones de nuevos empleos– como principal herramienta para reducir la pobreza, lo que redundó en 37 meses consecutivos de descenso de la desocupación, la defensa contra los monopolios y oligopolios, políticas activas de desprimarización de la economía, crecimiento sostenido de la industrialización, la unidad latinoamericana, vocación por una política exterior autónoma, etcétera, etcétera…
La presidenta hizo una de las cosas que mejor hace: "argumentó" frente al "Contra Relato". Demostró con datos, con hechos, con políticas públicas lo que el kirchnerismo significa y significó en la vida de este país: un gobierno que intenta todo el tiempo cuidar los ingresos de la mayoría de los argentinos frente a las corporaciones, los monopolios y los grupos de poder. A veces gana, a veces pierde. Pero su esencia es esa. 
Por el contrario, los escribas y voceros del "Recontra Relato" acusan al kirchnerismo de "ortodoxo y neoliberal", pero son ellos mismos los que andan prometiendo a diestra y siniestra rebajas salariales del diez por ciento para los trabajadores, se sacan fotos con la Sociedad Rural, les mandan mensajes de "relaciones carnales" al Departamento de Estado estadounidense –cosa que nunca voy a poder entender en términos morales– y se pavonean con economistas neoliberales que atrasan quince años por lo menos. 
Es posible que el "relato" kirchnerista, sobre todo el que surge de los deseos de cierto progresismo que lleva en su vientre, ha sufrido algunas contradicciones en las últimas semanas. Como tan cierto que la "argumentación kirchnerista" mantiene una gran solidez. 
Pero lo que es innegable es que el "Recontra Relato" de la oposición mediática, surgido de los deseos imaginarios de cierta derecha vergonzosa, hace aguas por todos lados. Es que es sabido: una golondrina no hace un verano. Ni una táctica momentánea, un proyecto político.
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