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martes, 4 de febrero de 2014

"La UIA, ni industrial ni argentina", una máxima que sigue inalterada, por Federico Bernal (para "Tiempo Argentino" del 26-01-14.


Arriba: El Comandante Hugo Chávez Frías leyendo un libro de Jorge Abelardo "El Colorado" Ramos, historiador argentino perteneciente a la llamada "Izquierda nacional".




Burguesía, industria y cuestión nacional

Los dichos del actual presidente de la entidad reclamando menos controles estatales obedecen a la naturaleza oligárquica, antinacional y antipopular de la "burguesía" argentina." 



Transcurrió más de medio siglo desde que el General Perón lanzara la frase del título. La máxima sigue, por desgracia, inalterada. Las recientes declaraciones del titular de la UIA ya no sorprenden a nadie. Obedecen a la naturaleza oligárquica, antinacional y antipopular de la "burguesía" argentina. A propósito, vale la pena repasar los dichos de Héctor Méndez del pasado lunes: "Yo quisiera tener, por ejemplo, menos impuestos, menos controles estatales... ¡En los negocios no hay decretos...!" (Radio El Mundo). Negocios sin decretos, menos controles estatales, menos impuestos, etc., es equivalente a afirmar querer vivir en una republiqueta regida por el libre mercado, sin control de su propio destino. Un "industrial" que pretende semejante "país", más que industrial es operador afanoso de los negocios para y por una Argentina semicolonial. Recuperemos la memoria industrialista recuperando a nuestros primeros y más genuinos "industriales". 
 
EL ESTIGMA DE LA BURGUESÍA "NACIONAL" DESDE MAYO. 
 
El Plan de Operaciones de Moreno y Belgrano –verdadero y único programa de la Revolución– se proponía la fundación de un Estado-nación moderno, soberano y popular en el territorio del Virreinato. Así definía la clave de la disputa: "...las fortunas agigantadas en pocos individuos, a proporción de lo grande de un Estado, no sólo son perniciosas, sino que sirven de ruina a la sociedad civil, cuando no solamente con su poder absorben el jugo de todos los ramos de un Estado, sino cuando también en nada remedian las grandes necesidades de los infinitos miembros de una sociedad". Los  revolucionarios de Mayo tuvieron siempre en claro el origen de nuestros males, esto es, la dependencia, el atraso y la pobreza, y cómo se generaban. Y tuvieron en claro también que no podrían extirparlos sin un Estado protagónico a todo nivel, sin leyes ni decretos regulatorios, prohibitivos y sancionadores del saqueo y la descapitalización. Pero el partido morenista fue derrotado. La Revolución fue derrotada. Lo que vino después con la Junta Grande fue contrarrevolución pura. Se expresaba en ella la burguesía comercial porteña probritánica, a la que años después se le adosarán los ganaderos bonaerenses (el saavedrismo y su continuidad política con Rivadavia). La Junta Grande eliminó las políticas proteccionistas de la Revolución así como la estratégica medida de prohibir las exportaciones de oro y plata. El general San Martín al frente del Ejército advirtió la afrenta y resolvió terminar con la amenaza porteña y su programa para consolidar la dependencia colonial de las Provincias Unidas sustituyendo un amo por otro. Sin embargo, y salvo el breve interregno de la Asamblea del Año XIII, los grupos económicos ligados al sistema colonial terminaron imponiéndose. Eran infinitamente más poderosos que los casi inexistentes sectores vinculados a un modelo socioeconómico autónomo. Abelardo Ramos lo sintetiza como ninguno: "La ideología de Moreno carecía de base material inmediata; era el producto de todo un sistema de ideas transmitido desde el corazón de la revolución española en marcha. El jacobinismo no podía tener viabilidad sin la existencia del Tercer Estado, es decir, de la burguesía industrial. De ahí el fulgor asombroso del partido morenista y su rápido crepúsculo." A la luz de aquella puja de proyectos políticos en la génesis misma de la Patria, resulta más que oportuno conocer qué pasaba con los pocos sectores de la producción ligados al proyecto independentista. ¿Qué reclamaban? Bueno, sencillamente lo inverso que el colonizado Méndez: el binomio entre presencia institucional estatal y legislación gubernamental para frenar la avanzada extranjera, proteger sus productos y estimular el consumo interno de manufacturas.
 
DE MORENO A RIVADAVIA. 
 
La producción artesanal y territorial del país profundo, alejada de las costas y puertos, había adquirido cierto desarrollo durante la época colonial. Se había alcanzado también un equilibrio y una interconexión (frágiles, no obstante) entre las economías regionales. Es que la incapacidad comercial, política y productiva de España para proveer la totalidad de los artículos que sus colonias precisaban, así como la prohibición del comercio con terceros países, impulsaron indirectamente el surgimiento de una industria doméstica. En el Plata, Cisneros llegó incluso a otorgar un permiso para comerciar con los ingleses en 1809, aunque excluyendo expresamente la importación de aceites, vinos y aguardientes extranjeros, descriptos por él como "artefactos y efectos groseros que perjudiquen a la industria del país". ¡La Junta de Mayo no eliminó la disposición! Quien sí lo hizo fue Rivadavia y su Triunvirato, sustituyéndolo por la libertad absoluta de comercio y la autorización a todos los extranjeros para negociar directamente sus productos, sin necesidad de hacer intervenir a los consignatarios del país. En otras palabras, el deseo de Méndez, de la Sociedad Rural y el mitrismo del siglo XXI. La entrega de la burguesía comercial porteña levantó en todas las provincias (incluso Buenos Aires, aunque en mucho menor medida) voces y acciones tendientes a recomponer las bases del proteccionismo económico de Mayo. Conforme se verificaba que la política unitaria no aspiraba a otra cosa que remplazar a España por Inglaterra, y la autoridad de la Corona por la de Buenos Aires, el federalismo de masas incluyó en su plataforma la organización nacional (unificación en igualdad de condiciones políticas, comerciales y económicas entre todas las provincias), la nacionalización de la ciudad capital y la participación equitativa de las rentas aduaneras. 
 
LOS RECLAMOS DE LA INCIPIENTE BURGUESÍA NACIONAL. 
 
Los focos de nacionalismo económico en el período entre Mayo y Caseros tuvieron sede en el litoral, específicamente en Corrientes (el Brigadier Ferré, padre de la ley de aduanas de 1835). Desde allí brotaban las exigencias más audaces en cuanto a la protección de la propia industria. Se enviaban notas a las autoridades porteñas reclamando la regulación de los aranceles aduaneros, la liberalización de determinados impuestos para el fomento de la producción, la contratación oficial de técnicos (de América y Europa) capaces de modernizar los métodos de producción, la prohibición de exportar materias primas necesarias para la industria local, el acceso a crédito gubernamental, la redistribución de la renta aduanera, etc. Aquí las demandas de la incipiente burguesía nacional y que, según la naturaleza de los gobernantes de turno, por otro lado tremendamente cambiante y contradictoria entre 1810 y 1824, generó un cúmulo igualmente contradictorio de respuestas oficiales. Sin embargo, la regla general será la inacción, es decir, la acción a favor de los intereses semicoloniales. El punto de inflexión vendrá recién con la Ley de Aduanas de 1835, que se mantendrá inalterada por espacio de una década hasta la invasión anglo-francesa, para luego ser desmantelada a partir de Caseros. 
 
MÉNDEZ Y LA GRAN DERROTA BICENTENARIA.

En tiempos de fundación de la Patria, los reclamos y exigencias de lo que por entonces era el cimiento de una burguesía verdaderamente nacional y popular, con asiento en el país profundo, fue borrada del mapa a fuerza de sangre, fuego y decretos (pro-libremercado claro, como los que en realidad anhela Méndez). Pero esa "burguesía", que pedía Estado y nacionalismo económico, existió. La permanencia casi excluyente durante estos 203 años de un proyecto político forjador de intereses y empresarios divorciados del mercado interno (argentino y suramericano) y de una economía moderna y soberana, la sustituyeron por sujetos de los que Méndez es apenas vocero. Hasta aquí una introducción histórica a la cuestión de la UIA y su titular. El próximo domingo empezaremos a describir los requerimientos y proyectos de línea morenista (revolucionaria) más allá de 1810 y hasta Pavón.

Publicado en:
 http://tiempo.infonews.com/2014/01/26/eco-117458-la-uia-ni-industrial-ni-argentina-una-maxima-que-sigue-inalterada.php


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