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lunes, 27 de enero de 2014

LA REVANCHA DE FRIGERIO, por Roberto Caballero (para "Tiempo Argentino" del 26-01-14)


Clarín tuvo que retroceder con la grilla y el gobierno se anotó una nueva victoria. Por qué cedió Magnetto y cómo queda Cablevisión. El fantasma que sobrevuela al CEO.


Rogelio Frigerio fue el alter ego del ex presidente Arturo Frondizi, además de impulsor de la emblemática revista Qué, usina ideológica del pensamiento desarrollista nacional, donde llegaron a escribir Arturo Jauretche y Raúl Scalabrini Ortiz. Celestino de un acuerdo herético con el "tirano prófugo" Juan Domingo Perón en el exilio post Revolución Fusiladora, era capaz de citar a Lenin para defender las inversiones extranjeras en el área petrolera, pelearse con los beneficiarios del modelo agroexportador porque condenaba a nuestro país al subdesarrollo y, en simultáneo, promover la educación libre para sumar a la Iglesia al entramado y la densidad de su proyecto político. Controversial y paradójico en su apuesta al cambio, Frigerio terminó eyectado del gobierno por las presiones del partido militar, que aprovechó su adolescencia marxista para estigmatizarlo y una coyuntura inflacionaria sumada a una abrupta caída en la balanza comercial para instalar como gurú de la economía a un enemigo suyo, y de varias generaciones de argentinos más hasta la década del '90: el capitán ingeniero Álvaro Alsogaray. Tiempo después, aún aplicando los consejos liberales y monetaristas que profundizaron la grieta con el país peronista, Frondizi siguió los amargos pasos de su viejo amigo: abandonó la Casa Rosada para nunca más volver.
Pero ese revés indigerible no amilanó a Frigerio, que siempre soñó con regresar e influir con sus ideas en el escenario del poder real. Entre los '50 y '60, el desarrollismo se planteó algo bastante parecido a la actual "batalla cultural". Quiso sustituir valores decadentes en crisis por otros que aseguraran la integración de un bloque histórico que consagrara una nueva hegemonía. Para eso, era indispensable generar una élite de cuadros y crear las plataformas necesarias para que estos pudieran comunicar sus ideas. Después de la influyente Qué, cuando todavía ejercía el gobierno, el desarrollismo lanzó el diario El Nacional y más tarde el tabloide Democracia. 
Fue, sin embargo, Roberto Noble, el fundador de Clarín, el que le dio las mayores satisfacciones, integrándose al proyecto político desarrollista sin ambagues. Se sabe que los buenos negocios ayudan a la convicción. Clarín se había beneficiado con la Revolución Fusiladora, que le permitió un contrato muy ventajoso para imprimir en los talleres confiscados del diario Crítica. Con el aval de Frondizi, según consigna el periodista Martín Sivak en su libro Clarín, una historia, recibió además "apoyo crediticio del Banco Nación y de otros bancos estatales para comprar más máquinas y más papel para imprimir, dinero no declarado para la compra del nuevo edificio del diario y apoyo publicitario". 
El escritor Jorge Asís, apelando a nombres de fantasía, cuenta en detalle la pelea interna entre los cuadros magnettistas y los frigeristas por el control de la redacción.
Para justificar ese abordaje, Frigerio escribió: "Nuestros críticos dicen que ayudamos a Clarín a equiparse con las más modernas máquinas que durante años tuvo el periodismo argentino. Es verdad. Lo hicimos no por favoritismo o amistad, sino conscientes de que en la nueva etapa que inaugurábamos había que producir también una revolución en la cabeza de los argentinos." Cuando partió al exilio uruguayo, Noble ayudó económicamente a Frigerio. Los rumores sobre una participación accionaria en el diario eran moneda corriente. La línea editorial era claramente desarrollista, más específicamente hablando, frigerista. El control de la redacción, lo mismo, por casi dos décadas. Aquello que el MID (Movimiento de Integración y Desarrollo, sello partidario del frondicismo ya alejado de su linaje radical pretérito) no obtenía por la vía electoral, lo conseguía por la penetración e influencia de Clarín. 
A principios de los '70, un contador y joven militante desarrollista de La Plata se incorporó al staff del diario. Héctor Magnetto pronto se convirtió en hombre de confianza de Ernestina Herrera de Noble, la viuda del fundador. Su mayor conquista fue negociar con la dictadura la apropiación ilegal de Papel Prensa (PP) a cambio de silenciar el genocidio y apoyar los lineamientos generales de la última dictadura. Ya no habría problemas de papel, obsesión de todo diario, y del propio Magnetto, que no dudó en pasarle letra al general Bartolomé Gallino, interrogador de Lidia Papaleo de Graiver, heredera legítima de las acciones de PP, mientras enfrentaba el calvario en el Centro Clandestino de Detención de Puerto Vasco, dentro del tenebroso y sanguinario Circuito Camps. Y aunque Frigerio también respaldó el golpe –después de padecer en carne propia una nueva frustración con el Perón repatriado que eligió a José Gelbard y no a él como asesor financiero–, mantenía cierta distancia crítica con el programa económico adoptado por los militares. 
En Diario de la Argentina, el escritor Jorge Asís, apelando a nombres de fantasía, cuenta en detalle la pelea interna entre los cuadros magnettistas y los frigeristas por el control de la redacción. En 1982, ante la inminencia del retorno democrático, Magnetto convenció a la viuda de Noble de que había que terminar de extirpar a los desarrollistas residuales y encarar una etapa empresaria expansiva, despartidizada. Clarín ya no sería de los desarrollistas, que políticamente estaban en extinción. Clarín sería de Clarín, y lo manejaría Magnetto personalmente. En adelante, ya no sería un diario fiel a una estrategia político-partidaria, sino un instrumento de lobby para hacer crecer al grupo y enriquecer a sus accionistas. Dejaría de ser el diario, solamente, para pasar a ser el Grupo Clarín SA. Los tiempos eran otros y las decisiones, como se ve, cambiaron de mano.

Frigerio creía en un modelo de país, equivocado o no. Magnetto, en cambio, creía en un modelo de negocios. Al primero lo seducía la política del poder. Al segundo, el poder del dinero. Frigerio quería una tribuna doctrinaria para retornar a un gobierno de ideas fuertes. Magnetto buscó gobiernos débiles que le garantizaran fuertes dividendos. 

Hasta que llegó el kirchnerismo y desairó sus exigencias. Desde la 125 para acá, ya recuperado de la sorpresa que le produjo la rebeldía, y viendo que no había posibilidad de acuerdo ni pacto bajo la mesa que sedujera a su oponente, Magnetto se propuso erosionar de todas las formas posibles a su enemigo insumiso. La cantidad industrial de tapas en contra es para una antología de la obsesión. El intento de armados opositores desde las páginas del diario, donde llegó a reunirse con Duhalde, Macri y De la Sota en su casa para animarlos a un frente, una larga lista de equívocos. En seis años, el CEO del Grupo Clarín SA no pudo obligar al kirchnerismo a ceder en la pelea, ni con su influencia en la agenda mediática, ni con su manejo del humor social, ni con los jueces afines que le dieron tiempo y comprensión en exceso. Hubo un punto de inflexión: el fallo de la Corte Suprema que declaró la constitucionalidad de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual (LSCA), días después de las elecciones de octubre pasado.

A Magnetto no le alcanzó con la derrota del FPV en la provincia de Buenos Aires y las más previsibles de Santa Fe y Córdoba, porque aun con el invento de Sergio Massa y las distintas cooperativas de opositores creadas al sólo efecto de la elección, el gobierno mantuvo su supremacía parlamentaria y el "Operativo Garrochas" que vaticinaba y promovía desde las páginas de su diario, no se produjo en el volumen ni en la calidad de dirigentes que hubiera necesitado para hacerlo verosímil. En el lenguaje a veces indolente del poder, el fallo cortesano fue una respuesta a la impotencia del CEO. La justicia le dio cuatro años, fue mucho tiempo. Pero sin una catástrofe electoral de magnitud del oficialismo, la Corte dejó de sentirse en la obligación de extenderle los plazos. Su estrategia fracasó. Ningún exitoso es eterno. Cuando el socio de Magnetto y dueño de Fintech, el mexicano David Martínez, se presentó antes del ya célebre 7D para dejar asentado en la AFSCA (Autoridad Federal de Servicios de Comunicación Audiovisual) que él quería adecuarse a la LSCA, mostró una alternativa a la colisión destituyente de todo o nada que fogoneaba el CEO para llegar a las elecciones de 2013. Un año más tarde, con un escenario en contra de Clarín, esa presentación sobre la hora le permitió a Magnetto evitar la adecuación de oficio que Martín Sabbatella fue a notificarle a las puertas mismas del Grupo. Ni las campañas sobre el financiamiento de los militantes de Nuevo Encuentro, ni la difusión de la compra de zapatos por 640 pesos del titular de la autoridad de aplicación de la ley, ni la bufa por la notificación en persona lograron lo que Magnetto buscaba: que Sabbatella se asustara por eventuales escraches o que Cristina Kirchner retrocediera en el cumplimiento de la ley.

Martínez, como alguna vez Magnetto hizo con Rogelio Frigerio, planteó una posibilidad desde la contabilidad más elemental, dando por superada la estrategia política no exitosa de su socio. El día del fallo de la Corte, las acciones del Grupo Clarín SA cayeron un 30 por ciento. Podían haber caído más si no presentaba voluntariamente el plan propio de adecuación, apropiándose del que Martínez había llevado ante la AFSCA un año antes. En este caso, en una historia cara a la interna del propio grupo, el poder del dinero volvió a vencer a la egomanía política inconducente.
Martínez, que tiene una oferta hecha por Telecom Argentina, es a Magnetto lo que Magnetto fue a Frigerio en su momento. Al día de hoy, el mexicano no entiende cómo el CEO  se negó a poner el canal Paka-Paka en la grilla: es gratis, es de calidad y lo puede cobrar a sus clientes. Nada más atractivo a los ojos de un inversor extranjero promedio, a los que él representa desde el fondo de inversión estadounidense Fintech. Cuando por la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual, si es que finalmente adquiere Telecom, Martínez deba desprenderse del 40% de acciones de Cablevisión en su poder, pretende venderlas al mayor precio posible. Su lógica es ganar plata, no voltear gobiernos. Necesita que Clarín se adecúe a la ley. Se suponía que Magnetto sabía lo que hacía en el marco de un "mercado regulado" como el de Argentina. Pero no le dio resultado y Martínez le arrojó un salvavidas. Dicen que el CEO terminó asumiendo algo parecido a una derrota ante sus propios accionistas, aunque es verdad que mantiene las riendas emocionales del holding, con la ayuda de sus socios más fraternales, Héctor Aranda y Lucio Plagliaro, que juraron acompañarlo adonde sea, incluso a la bancarrota. 

El plan de adecuación voluntaria que el Grupo Clarín SA presentó ante la AFSCA, que divide al oligopolio en seis unidades productivas, en teoría, sin relación entre sí, es lo más parecido a una increíble capitulación ante el gobierno kirchnerista y su política pública de pluralización de voces en la comunicación: de los 3,25 millones de abonados de Cablevisión SA, Magnetto y Cía sólo se quedarían con 422 mil. Es decir que resignan casi el 90% de la facturación de la compañía financiera madre del holding, que ronda los $ 4800 millones. Si la autoridad de aplicación acepta el plan, cuya idea original es del ubicuo y movedizo Martínez, Clarín se quedaría con los canales abiertos de Artear (Canal 13, Canal 12 de Córdoba y Canal 6 de Bariloche, más una señal de cable: TN, que no desapareció); Radio Mitre y FM 100 de AMBA, Am 810 y FM 102,9 de Córdoba y FM 100.3 de Mendoza; y con una Cablevisión escindida (la 1) que reúne 24 licencias por vínculo físico y dos por vínculo radioeléctrico, es decir, con sólo el 5,2% de los actuales abonados, y con una facturación en el negocio de apenas $ 622 millones. Del resto de las unidades productivas, Fintech y Fontinalis –otro fondo de capitales mexicanos y estadounidenses– se quedan con la continuadora de Cablevisión (la 2), que es la que más se parece a la actual por volumen, facturación e incidencia en el mercado. Y para que haya una idea más clara, la Cablevisión residual restante (la 3), que quedaría en manos del estadounidense Federico Fernández y del chileno Gerardo Casadevall, va a administrar sólo 42 mil abonados, con una facturación anual de $ 64 millones.
Claro que, para que este plan pueda concretarse, debe estar aprobado por la AFSCA. Cumpliendo instrucciones de la presidenta, Sabbatella puso el listón muy alto. O, lo que es lo mismo tratándose de Magnetto, dentro de la legalidad más elemental después de cuatro años de lidia: primero, Clarín tiene que reordenar la grilla en función de la resolución 296/10, que incluye en la oferta tanto analógica como digital a las señales Paka Paka, Telesur, e Incaa TV, CN 23 y 360 TV. Así se lo expresó el propio Sabbatella a Hernán Verdaguer, gerente de Asuntos Regulatorios de Clarín SA, en la primera cita tras del fallo cortesano. Verdaguer admitió que no tenía mandato para hablar de la grilla, y la reunión terminó antes del café. Hubo una posterior, esta vez con un ex Cablevisión que ahora es gerente de Asuntos Financieros del grupo, con rol sumado de apuro de relacionista externo. Su nombre: Alejandro Alberto Urricelqui. Vino a remplazar en los hechos a Jorge Rendo, añejo operador judicial, de modales impolíticos. Urricelqui, en cambio, es una persona que goza de la confianza de Magnetto, pero está en sintonía con las formas conducentes que alienta el empresario Martínez. Por caso, después de que Sabbatella la insistiera con la obligación de cumplir con la grilla, el 17 de enero último, el Grupo Clarín SA dejó expresamente asentado un compromiso en sede administrativa por el cual el 31 de este mes incluirán todos las nuevas señales en el sistema digital, con Canal 7 entre el 13 y el 11, remplazando a TN; y Paka Paka, Incaa TV y Telesur encabezando los bloques de señales infantiles; y CN23 y 360 TV, la primera en el canal 23 y la segunda en el canal 25, cinematográficas e internacionales. Y, a partir del 15 de febrero próximo, estos mismos cambios en el sistema analógico, en AMBA y principales ciudades del interior, para las señales estatales y una discusión pendiente por CN23 y 360 TV a resolver en el período de estudio del plan de adecuación de 180 días, una vez aprobado. El compromiso lleva la firma de la joven abogada María de los Milagros Páez, pero la letra es de Urricelqui –cuyo antecedente más rutilante es haber vendido en 2001 a precio vil el 18% del Grupo Prima de Clarín al Banco Provincia en la época de Carlos Ruckauf como gobernador bonaerense– y el espíritu acuerdista lo insufló el mexicano Martínez, promotor de la nueva estrategia que vino a suplantar, al menos por ahora y en lo que respecta exclusivamente a los negocios, los aires belicosos del herido Magnetto.

El jueves 23, Sabbatella comunicó a la presidenta que Clarín comenzaba con los cambios en la grilla. La integralidad del cumplimiento de la Ley 26.522 era el requisito gubernamental para ponerse a tratar el plan de adecuación del grupo. El 17 de febrero, el directorio va a reunirse a estudiar la división voluntaria en seis unidades. Pero Sabbatella ya dijo que habrá un control remoto sobre la mesa y que si, al encender los televisores del organismo, los directores no visualizan los cambios comprometidos por escrito en la grilla, la adecuación quedará estancada. La no inclusión de CN23 y 360 TV en los canales previstos originariamente por la resolución 296/10 no invalida que pronto estarán compitiendo dentro de los preferenciales y esto constituye un avance enorme en relación a la censura empresaria aplicada por Cablevision en todos estos años. Sin embargo, desde AFSCA se dejó trascender que pasados los 180 días, es decir, en octubre a más tardar, estos tendrán que pasar al segmento de señales de noticias junto a TN, C5N, A24 y 26, y que si eso no llega a ocurrir –advierten– "no habrá aprobación final de la adecuación". Los nuevos dueños de la continuadora de Cablevisión lo saben y ya avisaron que se moverán dentro de la máxima peronista que dice que dentro de la ley todo es posible y fuera de ella, la nada misma. 

 ¿Por qué Magnetto resignaría Cablevisión, pulmotor financiero de todo el Grupo Clarín SA y se quedaría con los bienes de mayor valor simbólico como Canal 13, Radio Mitre o TN? Hay dos teorías: 1) Porque confía en su capacidad de creación de realidades desde esos medios para acorralar al gobierno hasta que este se vaya y poder reabrir así una discusión sobre la LSCA, que le permita volver a anexar mediante otra ley o la modificación de la actual a su cableoperadora histórica. 2) Porque, al fin y al cabo formado juvenilmente en la política, tuvo una pelea en su vida –en este caso, contra un gobierno democrático insumiso– y jamás la resignaría, aun a costa de perder plata, mucha plata.  Tal vez, lo más realista sea decir que una cosa y la otra pueden ir juntas en la cabeza de una persona, aunque esta debe cumplir el requisito de no ser cualquier persona. De Magnetto, el último empresario florentino que queda en la Argentina, fundador de un grupo que funcionó hasta el kirchnerismo como un Estado paralelo dentro del Estado, negociante con la dictadura genocida más atroz de la historia nacional para hacerse de un monopolio, proveedor de letra a los interrogadores de la ilegalmente cautiva Lidia Graiver para apropiarse de Papel Prensa, puede esperarse todo, menos que cambie. Salvo que se enfrente a un poder mucho mayor. Hay que reconocerlo: Cristina Kirchner fue la militante más consecuente de todo su gobierno en la política de democratización de medios. La primera en dar el ejemplo y no dejarse atropellar por Magnetto y sus operaciones de demolición. No le tuvo miedo ni comprensión. Jugó limpio todo el tiempo, al límite de soportar las dilaciones judiciales y el mal trago del 7D. Pero resultó implacable. 
Los resultados están a la vista. De ahora en más, al alcance del control remoto. 

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