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domingo, 1 de diciembre de 2013

Inmaduros denuncian fallidos, por Gustavo Rosa (para "Apuntes Discontinuos" del 29-11-13)


Una demonización tiene la mentira y la exageración como ingredientes principales y es una estrategia propia de los medios hegemónicos. También necesita periodistas manipuladores o, cuanto mucho, obedientes a lo que susurran los productores por los auriculares. Y por último, un público que consuma los editados, no para acceder a la información, sino para alimentar sus prejuicios. Con recordar algunos ejemplos, alcanza y sobra para demostrar esto. El 6 de septiembre del año pasado, en uno de sus discursos, CFK se quejaba por la paralización de algunas obras públicas por medidas cautelares o por detección de sobreprecios. Y explicó que un juez cobraba multas a los funcionarios por controlar demasiado. Entonces advirtió a sus subalternos que no debían aterrorizarse pues “solamente hay que tenerle temor a Dios, y a mí en todo caso también un poquito”. No quedan dudas de que el temor debían tenerlo los funcionarios tentados por la corrupción o por las presiones judiciales, no todos los argentinos. Pero la tergiversación estaba cantada: a Cristina hay que tenerle miedo. 
Algo parecido a lo que están haciendo ahora con las declaraciones de Axel Kicillof respecto a la expropiación del 51 por ciento de las acciones de Repsol en YPF. Y lo que a nivel internacional difunden sobre Nicolás Maduro, el presidente de Venezuela. Como con el discurso de Cristina, al del Mandatario Bolivariano lo recortaron, lo descontextualizaron y lo re-significaron. El resultado: un acto fallido que lo convierte, no sólo en un corrupto confeso, sino en un torpe con honores. Por complicidad o por inoperancia, muchos periodistas llegaron a burlarse del venezolano que dicen que dijo: "los capitalistas que especulan y roban como nosotros”. Sólo un tonto puede creer que Maduro expresó algo así, al estilo del “tenemos que dejar de robar al menos dos años” del sindicalista a perpetuidad Luis Barrionuevo, a comienzos de los noventa.
Quizá le falló la entonación que confundió el sentido, pero la perversa intencionalidad del recorte se contagió en gran parte del mundo y todos opinaron a partir de una mentira. Y buena parte del público lo ha creído, porque no utiliza ningún filtro para las informaciones mediáticas, a pesar de las infinitas desmentidas, de las que seguramente no se enteran. O no les importe, porque lo único que buscan son excusas para seguir odiando, despreciando, deslegitimando. Alguna sanción deberían tener estos atentados contra la vida democrática, porque nos cuesta mucho levantarnos después de las caídas que los carroñeros provocan. Lo hemos experimentado muchas veces y no es saludable insistir con las pesadillas. Sobre todo ahora, que estamos comenzando a concretar nuestros mejores sueños.

 Publicado en:

http://www.apuntesdiscontinuos.blogspot.com.ar/2013/11/que-ven-cuando-la-ven.html#comment-form


 

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