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jueves, 5 de diciembre de 2013

HUGO CHÁVEZ: “Jesús era un verdadero pensador socialista, un consecuente luchador socialista”, texto extractado de “HUGO CHÁVEZ. MI PRIMERA VIDA”, pags. 87 a 92



HUGO CHÁVEZ CONVERSA CON IGNACIO RAMONET ACERCA DE LA DISCRIMINACIÓN, EL MACHISMO, SU FAMILIA Y CRISTO.

“Ignacio Ramonet -¿Sigue habiendo racismo contra los indígenas?

Hugo Chávez- Mucho menos, porque lo estamos combatiendo muy duro.  Pero aún hay gente, personas humildes, campesinos, pueblo pobre, hasta buenos cristianos, que dicen: ‘Por ahí pasaron diez indios, y andaban con ellos dos racionalies’. Usan esa expresión. ¡Cómo si los indios no fueran racionales!. La exclusión de nuestros hermanos indígenas sigue existiendo en algunas zonas de la sociedad rural venezolana. Hay que seguir combatiéndola sin tregua.

I.R.- ¿Su abuela Rosa Inés era indígena?

H.C.- Mi abuela Rosa Inés, que me crio a mí, y a mi hermano Adán, contaba que su propia abuela era una auténtica india de la sabana… De sus ancestros, ella conservó una relación especial con la naturaleza y hasta con la meteorología. De pronto, me decía: ‘Huguito, recójame la ropa que va a llover’. Yo veía el sol brillante y me extrañaba: ‘Abuela, que no va a llover. Hace un sol magnífico’. Ella insistía: ‘Huele a viento de agua’. Y al rato, llovía. A veces era lo contrario, yo veía el cielo totalmente negro de nubarrones  y le anunciaba: ‘Abuela, voy a recoger la ropa que va a llover’. Y no llovía. Mi abuela decía que su propia abuela había venido de más allá del Apure, de cerca de Barranco Yopal y que era de etnia Yarura. Así que yo tengo la dignidad y el orgullo de ser indio de raíz. De raíz y conciencia.

I.R.- Pero su apellido, Chávez, que le viene de su abuela Rosa Inés, no es un apellido indígena.

H.C.- No, es español; porque aquí ha habido mucha mezcla; y también había la costumbre, en la época de la colonia, de darle a los esclavos negros el apellido de su amo, del dueño del hato [hacienda]; en cuanto a los indígenas era bautizados, en general, con el nombre y apellido del cura que los bautizaba, o del padrino, casi siempre el cacique español local. Al parecer, a los indígenas los bautizaban con un solo apellido y un solo nombre.

I.R.- ¿Ella recordaba que su abuela era indígena pura?

Si, lo recordaba bien; sus ancestros era indios auténticos. Yo no conocía a la mamá de ella, la hermosa negra Inés Chávez, ella misma hija de negro e indígena; murió joven. La esperanza de vida aquí, antes, era de unos cincuenta años; a esa edad una persona era ya muy anciana., le quedaba poco de vida, según las estadísticas. Mi padre es hijo de esa abuela mía, Rosa Inés, y de un negro, al que yo vine a descubrir después. No lo conocí; murió siendo mi padre un niño. Era un hombre que vivía a caballo, aficionado a los juegos de gallos, coplero y coleador de toros.

I.R.- ¿Coleador de toros?

H.C.- Si, un jinete.

I.R.- Un llanero puro

H.C.- Pero llanero de Guanarito. Pasando por la isla del Boconó, uno sigue esos caminos y llega a Guanarito. Mi abuela nos hablaba a menudo de Guanarito… Claro, después entendí por qué hablaba con tanto cariño de Guanarito. Me decía: ‘Cántame “Guanarito” ‘. Me gustaba cantar. Y a ella le encantaba esa canción [canta]: ‘Guanarito, tierra linda/ tierra de copla y de amor, / con sus playas de pescar, / cuando miro tus sabanas / tu aroma y tu palpitar / las muchachas que me llaman / mientras las garzas se bañan / a  orilla del manantial’.

Arriba: Una imagen de los Llanos venezolanos, en Barinas, la tierra del comandante... casi parece la llanura pampeana.
 
‘Siga, cante’, me decía mi abuela. Y yo cantaba: ‘Va el bonguero solitario’… ¿Sabe usted lo que es un bonguero?

I.R.- Un músico que toca el bongo, me imagino.

H.C.- ¡No! [se ríe] El bongo, en el Llano, es la canoa que va por el río. Doña Bárbara comienza así: ‘Un bongo remonta el arauca’. La copla dice: ‘Va el bonguero solitario / con la luna y el corrío / y en sus noches va pensando / y llora por el pueblo mío’. De Guanarito era mi abuelo negro el coleador, José Rafael Saavedra se llamaba. Yo vine a conocer esta historia investigando, porque de eso no se hablaba.

I.R.- Su abuela Rosas Inés no le hablaba de su abuelo negro.

H.C.- ¡Nada!. Absolutamente nada.

I.R.- ¿Porque era negro, piensa usted?

H.C.- No. Seguramente fue una relación corta. No duró mucho.  Él se fue e hizo familia allá en Guanarito.

I.R.- ¡Ah! Abandonó a su abuela

H.C.- Ella era una madre soltera  pues, que ejerció de padre y de madre. Más nunca volvió aquel señor Saavedra que murió a los pocos años. Está enterrado en Guanarito. Todo eso lo averigüé mucho más tarde. Mi padre nunca lo conoció…

I.R.- O sea, su padre lleva, de primer apellido, el de su madre.

H.C.- Si, el de mi abuela, Chávez; ella se llamaba Rosa Inés Chávez.

I.R.- ¿Ese era el ‘secreto de la familia’? Se dice que en todas las familias hay un secreto, algo que no se cuenta.

H.C.- Si, nunca se hablaba de ello, ni uno se atrevía a preguntar. Yo casi no conocía abuelos varones, me crié entre madre y abuela. Entre las fuerzas de la pasión de la mujer a la que yo, desde niño, aprendí a respetar y a querer. Cómo la mujer carga su cruz. En vez de Cristo, debería de haber sido Crista más bien.

I.R.- Hubiese sido otro mundo

H.C.- Crista, porque el machismo es terrible en este mundo.

I.R.- Hasta a Dios se lo representa como hombre.

H.C.- Eso nos dicen: Dios es varón, Cristo es varón.

I.R.- Cristo es como asexuado ¿no?

H.C.- Bueno, algunas de las corrientes del cristianismo no lo ven así. Yo creo que Cristo fue, ante todo, un hombre.

I.R.-¡Un ser humano de carne y hueso quiere usted decir?

H.C.- Si, un ser humano pero hombre; con los sentimientos y pasiones de un hombre. María Magdalena pudo haber sido su esposa.

I.R.- Usted afirma también que Cristo fue el ’primer revolucionario’.

H.C.- Es un hombre pero efectivamente rebelde. Un luchador por los pobres, enfrentó al poder político establecido: el Imperio. Fue un contestatario y por eso murió crucificado. Nació en Belén, y se fue por los senderos de Galilea a pregonar la justicia social, la igualdad, y a encarar al Imperio Romano que avasallaba aquella tierra y a su pueblo hebreo, lo que le v alió morir vejado y humillado, crucificado.

I.R.- Algunos le reprochan no haber sido más político

H.C.- Jesús era un verdadero pensador socialista, un consecuente luchador socialista. En un artículo reciente, recordé lo que leí en una vieja Enciclopedia que me acompaña desde mis días de teniente. Decía lo siguiente [Lee]: ‘En tiempo de gran tirantez interna y externa, a la vista de la creciente miseria de los pobres y la máxima concentración de la riqueza en pocas manos, aparecieron los grandes profetas y exhortaron a la reversión de aquellas condiciones.  En el añ 765 antes de Cristo, apareció el más antiguo y acaso el más grande de aquellos profetas, Amós, y lanzó, en nombre de Jehová, su maldición contra los ricos: “Quiero enviar un fuego que aniquilará los palacios de Jerusalén… porque vendieron al justo por dinero y al pobre por  un par de zapatos”‘.

En esa misma Enciclopedia, más adelante se puede leer: ‘Idénticos tonos hallamos en Oseas y, sobre todo, en Isaías: “Ay de aquellos que añaden una casa a otra y un campo a otro, hasta que deja de haber espacio y ellos solos poseen la región”.

Luego llegó Jesús y condenó a los ricos en su Sermón de la Montaña [Lee]: “Sed bienaventurados vosotros, los pobres, porque vuestro es el reino de Dios. Sed bienaventurados vosotros, los hambrientos, porque seréis hartos. Sed bienaventurados vosotros, los que lloráis, porque reiréis…” Pero, por contra, “¡Ay de vosotros!, los ricos, porque tenéis lejos vuestro consuelo. ¡Ay de vosotros! Los que estáis hartos, porque pasaréis hambre. ¡Ay de vosotros! Los que reís, porque lloraréis y aullaréis”.

Es un rebelde, Cristo. Un revolucionario, en fin.  A eso vino al mundo, a luchar con los pobres y por los pobres. Contra los que atropellaron a los pueblos a lo largo de los siglos. Vino a dar su sangre por los pobres de Judea y por los pobres de toda la Tierra. Yo aprendí a conocer a Cristo desde niño. Porque a uno lo va configurando  el tiempo.”

Texto tomado de:

HUGO CHÁVEZ.. MI PRIMERA VIDA. Conversaciones con Ignacio Ramonet, Editorial Debate, Buenos Aires, 2013, pags.87 a 92 (Selección realizada por “Mirando hacia adentro”)

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