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domingo, 24 de noviembre de 2013

La administración de la nueva YPF ¿magia o gestión pública?, por Alejandro Robba (para "INFOnews" del 16-11-13)



Todo pasa muy rápido en nuestro país. Si parece que las últimas elecciones legislativas y la constitucionalidad de la Ley de Medios fueron noticias de hace meses, qué nos queda si ponemos el foco sobre la ley de expropiación del 51% de las acciones de Repsol-YPF.


La norma tiene sólo un año y medio, y ya se han escrito ríos de tinta, criticando la decisión y el desempeño de la compañía.
El 3 de mayo de 2012, por iniciativa del Poder Ejecutivo, la Cámara de Diputados la aprobaba por 208 votos a favor y sólo 32 "no positivos".
La ley iba bastante mas allá de la estatización del paquete mayoritario de la compañía, ya que lo que se votó en realidad fue un nuevo modelo hidrocarburífero para el país, después del fracaso de la privatización de YPF, que se produjeron 20 años antes.
Esta nueva política se asienta en haber declarado de interés público nacional el autoabastecimiento de hidrocarburos y, con YPF como nave insignia, avanzar en la regulación de todo el sector petrolero a partir de la creación del Consejo Federal de Hidrocarburos donde están representados la Nación y todas las provincias, no sólo las petroleras.
En un país que se ha propuesto reindustrializarse, pasar de considerar al petróleo como un commodity exportable a un recurso estratégico, es fundamental para formalizar un modelo de inversión y producción nacional que nos devuelva en el corto plazo el autoabastecimiento energético y que, al mismo tiempo, convierta a YPF en exportadora neta de hidrocarburos elaborados y de servicios de alto valor agregado para la industria petrolera regional y mundial.
Aunque la ley había sido votada mayoritariamente, las crónicas de aquellos días –"Advierten que la expropiación de YPF podría ahuyentar a inversores", rezaba algún titular– y las opiniones que se vienen repitiendo hasta la actualidad, muestran el malestar de los españoles y de los gobiernos europeos, pero también de todo el arco de economistas, periodistas y lobbistas siempre atentos a la hora de proteger a un grupo concentrado y mucho mejor, si es extranjero.
En general, el foco de las críticas está puesto en la cantinela de la falta de reglas claras para la inversión, el nunca bien ponderado clima de negocios y la supuesta inseguridad jurídica.
Como la vara nunca es la misma, muchos de los adalides de la libre empresa no abrían la boca cuando los gobiernos dictatoriales se cargaban derechos laborales o cambiaban por un decretazo las reglas del juego, pero se rasgan las vestiduras si un congreso democrático mayoritariamente modifica un paradigma de regulación económica que sólo beneficiaba a una empresa extranjera en perjuicio del interés de la mayoría de los argentinos.
Ya en los primeros meses de la gestión del ingeniero Miguel Gallucio al frente de la empresa, comenzaron a revertirse algunos indicadores.
En efecto, el Centro de Estudios CIFRA, a finales de 2012 afirmaba: "mientras que entre 2004 y 2011, la producción de crudo había descendido a una tasa del 6,4%, entre enero y septiembre de 2012, la producción aumentaba 6,1%, revirtiendo la tendencia anterior".
A su vez, la producción de petróleo procesado se incrementaba un 3,9% en los primeros cuatro meses de la expropiación debido a la decisión de la empresa de incrementar la utilización de sus refinerías en un 12 por ciento.
También entre finales del año pasado y la actualidad, se pudieron aumentar las inversiones en exploración y en pozos perforados y se emitieron exitosamente para financiarlas, varias series de Bonos YPF en pesos.
¿Magia o gestión pública? ¿Se puede seguir afirmando que el Estado es un mal administrador y que la empresa privada es siempre exitosa?
No obstante, los buenos resultados mostrados por la gestión de YPF desde el arranque, la oposición mediática y política viene ninguneándola, aun cuando realiza acuerdos con otras empresas (privadas o estatales) o planifica inversiones sobre el proyecto de investigación y desarrollado aplicado a la industria más importante que hoy lleva adelante nuestro país, como lo es el yacimiento no convencional de Vaca Muerta.
Esta semana se anunció el descubrimiento del tercer pozo de petróleo convencional en la provincia de Mendoza durante 2013.
Según la empresa, el hallazgo fue posible gracias a la implementación de "técnicas modernas de sísmica integradas al modelo prospectivo", que permitió identificar áreas aun no evaluadas mediante trabajos de perforación de pozos.
Traduciendo, se encontró petróleo porque se reinvierten las ganancias de la empresa en nuevas tecnologías, al contrario del plan de Repsol que simplemente exportaba sus beneficios para ampliar las propiedades del Grupo en el exterior.
Pero no sólo YPF amplía la oferta de hidrocarburos, Chevron puso en producción un nuevo pozo de petróleo de alta calidad que se transformó en el tercero en relevancia en la provincia de Río Negro. En este caso, una empresa privada, socia de YPF para algunos emprendimientos y regulada por el Consejo Federal de Hidrocarburos a fin de cumplir planificadamente con el autoabastecimiento energético. Es decir, se está cumpliendo con la letra y el espíritu de la Ley 26.741.
En el otro extremo, una megafirma brasileña –OGX– constituyó en estos días la mayor quiebra de una multinacional latinoamericana al no poder renegociar con sus acreedores una deuda mayor a los U$S 5100 millones.
Sin mucha repercusión en los grandes medios argentinos –siempre denostando al país y buscando ejemplos exitosos en otras partes del mundo–, la crisis de OGX se debe a que no se fueron cumpliendo las expectativas sobre producción de combustibles en las costas de Brasil, donde la firma ganó varias concesiones Off Shore licitadas por Petrobras.
Pero volviendo a YPF, si todas las noticias habían sido alentadoras desde hace meses, ¿por qué recién se la comienza a tomar en serio? Parece broma, pero el origen de la "buena onda" se asienta en que las calificadoras de riesgo internacionales, los bancos de inversión y algunos medios extranjeros dejaron de lado sus anteojeras ideológicas y analizaron los informes de la empresa y descubrieron lo que hacía meses se conoce.
De acuerdo con sus números, la empresa alcanzó en el tercer trimestre del año 2013, una utilidad operativa de $ 3444 millones –un 104% más que en el mismo período del año anterior–. Obtuvo un beneficio bruto de $ 7690 millones y ganancias por $ 1414 millones, equivalentes a subas del 73% y del 87% con respecto a 2012.
Pero lo que causa resquemor entre los "hombres de negocios" es que, además, por la abultada generación de efectivo de unos $ 9356 millones –1600 millones de dólares– estaría en condiciones de comprar otras petroleras, una intención que ya reveló en el pasado reciente.
Epa, amigo, o se agrandó Chacarita o no fue tan mala la gestión estatal, parece. Entre los que se avivaron –tarde, pero se avivaron– está la calificadora Moody's, que elevó la calificación a "B3" desde "Caa1" para la escala global, mientras que subió la nota local desde Ba1.ar a A2.ar.
Clarísimo, así como bajan la nota cuando un banco ya se cayó, la suben después de meses de que YPF ya había repuntado. ¡Qué suerte tener una empresa que gana plata con sólo leer el diario del lunes!
No viene mal entonces recordar que el pasado 13 de noviembre se conmemoró el Día del Pensamiento Nacional por el nacimiento de Arturo Jauretche.
Sin enojarnos y reconociendo que todavía se debe seguir dando la batalla contra el colonialismo cultural, este ejemplo de empezar a hablar bien de nosotros mismos recién cuando lo dicen los medios e intereses dominantes del exterior, es una de las rémoras de un pasado colonial que todavía debemos enterrar. ¡Regio, gordo!
Publicado en:
http://www.infonews.com/2013/11/16/politica-109375-la-administracion-de-la-nueva-ypf-magia-o-gestion-publica.php

MÁS INFORMACIÓN EN:

ASEGURAN QUE YPF NEGOCIA LA COMPRA DE LA PETROLERA APACHE

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