Arriba: Los ciudadanos deben procurar siempre que su voto no sea un "cheque en blanco"
El 27 de Octubre de este año los argentinos
elegiremos legisladores en todo el país. La función de un legislador es, como
su nombre lo indica, legislar, es decir redactar, debatir y votar leyes. Por lo
tanto se supone que en la campaña electoral los candidatos deberían explicarle
al electorado cuál es su pensamiento, cuáles son sus ideas, qué harían si
tuvieran poder.
En esto los oficialismos siempre cuentan con la
ventaja de poder prometer continuidad de políticas ya conocidas por la
población. Esas políticas pueden gustar o no, pero la gente las conoce. En este sentido, el slogan de campaña
kirchnerista, “seguir haciendo”, es bastante claro.
Mucho más oscuras resultan los slogans
opositores que, o son completamente negativos (“Hartos”, “Límites” dice De
Narváez, el hombre que en 2009 tenía un misterioso plan que jamás reveló a la
población), o son enunciados inespecíficos (“El buen peronismo” decían los
afiches de Piumato y Bárbaro… ¿Y ese cuál será?) o simples frases huecas sin
sentido claro, como el “Juntos Podemos” -¿podemos hacer qué?- del PRO, el
“venimos a unirlos” de Stolbizer y Alfonsin -¿es un objetivo democrático
pretender eliminar las diferencias para unir lo opuesto?- o el aún más vacío “vuelve todo vuelve” del
massismo -¿qué es lo vuelve, lo bueno o lo malo?-. La verdad es que estos
slogans dan pocos indicios de lo que esos candidatos piensan, del tipo de leyes
que impulsarían. Y menos aún de lo que harían si se les confiara el manejo del
ejecutivo.
Las declaraciones puntuales sobre medidas
concretas son muy incompletas. Hermes Binner prometió derogar todas las leyes que fueron
producto de lo que él llama “mayoría automática” (1). Elisa Carrió parece
transitar, con su desmesura habitual, por el mismo camino. Mauricio Macri
quiere eliminar “Fútbol para Todos” (2) y reprivatizar todo. Massa se pronunció
en favor de la reaparición de las AFJP (3), mientras que su candidata Mirta
Tundis destaca como un acierto su estatización (aunque en su momento se opuso
con vehemencia, y acusó al oficialismo de “robarle la plata a la gente”).
Todas declaraciones parciales y contradictorias.
Ninguno aclara su entera cosmovisión.
Hay muchas definiciones sobre cuestiones concretas que evitan.
¿Mantendrían o no las paritarias?. ¿Favorecen un sistema previsional solidario
o el sálvese quien pueda de las AFJP neoliberales?. ¿Impulsarán una política de
seguridad basada en el gatillo fácil, o tienen otra estrategia?. ¿Combatirán la
inflación secando de dinero a la
economía –y “secando” los bolsillos de
la gente- o con acuerdos y controles de precios?. ¿Liberarán o administrarán el
dólar?. ¿Abrirán la economía o controlarán las importaciones buscando una
sustitución de las manufacturas importadas por producción nacional?. ¿Cobrarán
retenciones a los que más ganan, a los que gozan de una renta diferencial
excepcional, o basarán su esquema impositivo en impuestos indirectos que recaen
en los más pobres?. ¿Seguirán aumentando las jubilaciones dos veces por año,
por encima de los índices de inflación, o las congelarán como estuvieron en los
‘90?.¿Reprimirán o no las protestas sociales?. ¿Favorecerán acuerdos de libre
comercio con Estados Unidos y Europa o impulsarán una reindustrialización en el
marco de un bloque regional latinoamericano?. ¿Pondrán su norte en unas nuevas
“relaciones carnales” con el Imperio o en un eje Buenos Aires-Brasilia-Caracas?.
¿Pagarán la deuda externa con ahorro interno o con nuevo endeudamiento?. ¿Pedirán
dinero al FMI aceptando a cambio sus exigencias –flexibilización laboral,
privatizaciones, ajuste- o buscarán, como dijo hace tantos años Aldo Ferrer,
“vivir con lo nuestro”?. ¿Impulsarán la ley de medios o permitirán a los
oligopolios mediáticos reinar a placer, fijando agenda y “construyendo” sentido
común?
Éstas y muchas otras preguntas de este tenor
deberían contestar los candidatos opositores. Resulta sorprendente que tanta
gente los vote sin que respondan a ninguna de ellas, ya que les entregan un
auténtico “cheque en blanco”… Nadie podrá reclamarle a éstos candidatos el
cumplimiento de sus promesas electorales ya que, en rigor, no prometieron nada…
Se limitaron a sonreír, a mostrar impactantes dentaduras y a repetir frases
vacías.
Sin embargo, podemos tener algunas pistas de lo
que harían viendo cómo se componen sus “equipos”, quiénes son los economistas
que los acompañan.
En UNEN/Frente Cívico y Social y fuerzas afines (radicales, socialistas, lilistas y pinistas) aparecen figuras
como Alfonso Prat Gay, Martín Lousteau y Javier González Fraga; en el PRO
Federico Sturzenegger; a Massa lo acompañan Martín Redrado, Ricardo Delgado y
Miguel Peirano; Adolfo Rodríguez Saa
presentó como candidato a diputado a Domingo Cavallo.
Todos estos economistas son de la escuela
ortodoxa, es decir, neoliberales, entonces podríamos preguntarnos qué haría un
economista neoliberal si se le encargara el manejo de la economía argentina. La
respuesta a esta pregunta es bastante simple.
Los neoliberales reniegan de la participación
del Estado en la economía. Las leyes deben garantizar el libre ejercicio de las
actividades económicas, reguladas sólo por leyes que ven como “naturales” como
la de la oferta y la demanda. Piensan además que cada persona debe encargarse
por sí sola de resolver sus propios problemas, por lo cual ven como “gasto”
toda inversión en temas sociales (planes como la AUH). Ante cualquier medida, hay que preocuparse
por la reacción que tengan “los mercados” (los grandes actores económicos), no
los ciudadanos comunes y corrientes que los votaron.
Imaginemos que en 2015 llegara al poder
cualquiera de éstos candidatos opositores, y pusiera al frente del ministerio
de economía a un neoliberal. ¿Qué políticas adoptaría este futuro ministro,
siguiendo al pie de la letra el “manual” del neoliberalismo?.
Lo primero sería liberar el dólar -devaluar-, que quedaría
en un valor intermedio entre el oficial y el blue -probablemente más cercano al
segundo que al primero-. A la vez, dejarían de regular el valor de los
servicios básicos (agua, luz, gas), combustibles y transportes, que subirían
considerablemente, generando un
concomitante y consistente descenso de los salarios reales. Los controles a las
importaciones se eliminarían generando dos efectos: en primer lugar, un déficit
comercial y en segundo el cierre de muchas empresas que se verían sometidas a
la competencia de las mercaderías importadas. Los impuestos “distorsivos” –como
dicen los neoliberales- serían eliminados o reducidos, tanto las retenciones
–al agro y a los combustibles- como el impuesto a las ganancias, generando
entonces un importante déficit fiscal, con lo que se lograrían déficit gemelos
(fiscal y comercial).
En este contexto, sería inevitable hacer un
ajuste, reduciendo los gastos del estado: congelamiento o descenso de los
salarios de los empleados públicos y jubilados (lo que se trasladaría
automáticamente a los privados; las paritarias, si se hicieran, serían para
negociar el monto de la reducción salarial), disminución del “gasto” público en
infraestructura. Estas medidas producirían un descenso de la inflación, y
quizás incluso deflación, pero al costo de generar desocupación y recesión. Las cosas costarían menos, pero no habría dinero para comprarlas.
La medida ineludible sería pedir divisas al FMI
para pagar los vencimientos de la deuda (se pagaría deuda con más deuda, y así
hasta el infinito), y aceptar sus condicionamientos: más ajuste,
flexibilización laboral, privatizaciones…
Este camino ya lo conocemos, y sabemos cómo
termina: cuando el país agota su capacidad de endeudamiento y ya no tiene más
nada para privatizar, la economía estalla –como pasó en 2001-, se ingresa en un
caos político e incluso corre riesgo la existencia del país como tal. (1)
La única duda es cuánto se tardaría en adoptar
estas políticas, si se haría “cirugía mayor sin anestesia” –como dijo en su
momento el ex presidente Menem- o si se aplicarían estas políticas de a poco,
cuidadosamente, lubricadas, para que la responsabilidad del nuevo gobierno no
fuera tan evidente. Contando con protección mediática, siempre se le puede
echar la culpa a la “situación heredada” (2). Si algo hemos tenido los
argentinos en estos años, son sobradas muestras de cómo se realizan operaciones
de hostigamiento (a unos) y blindaje (a otros) por parte de medios y periodistas
“independientes”. “La crisis se cobró dos nuevas víctimas” tituló un muy
popular diario argentino hace ya más de una década -mucho antes de que se inventara el kirchnerismo- cuando un acuerdo con el
gobierno de turno lo impulsaba a protegerlo.
¿Haría todo esto un Ministro de Economía de un
Presidente opositor?... Habría que preguntarles, en lo posible, antes de
votarlos.
En una democracia todos tenemos derecho a elegir
con entera libertad a los candidatos que más nos atraigan. Pero, en rigor,
votar por enojo a candidatos que ocultan sus proyectos y pensamientos, es una
actitud irresponsable, poco inteligente o al menos poco reflexiva. Por eso,
sería interesante que, aquellos que opten por fuerzas opositoras, les exijan a
sus candidatos que se pronuncien con claridad sobre todas estas cuestiones, ya
que así, al menos, estarán en condiciones de exigirles luego que cumplan con
sus promesas.
Nadie en su sano juicio entrega irreflexivamente
un cheque en blanco. No pongamos ese cheque en una urna.
NOTAS:
(1)
Ver http://www.diarioregistrado.com/sociedad/70705-macri-quiere-volver-a-privatizar-el-futbol.html
(4)
Para tener presente hasta dónde
habíamos llegado, es útil recordar una nota de Jorge Gaggero del 2002,
reeditada por Página 12 en 2012 http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/cash/17-5909-2012-04-02.html
(5)
Ricardo Delgado, economista muy
cercano a Sergio Massa, declaró el 29 de junio del 2013 a Télam “este Gobierno dejará
la economía en 2015 mucho más ordenada que cualquier otro desde el retorno de
la democracia “ . Sería interesante recordarlo por si en el
futuro dice otra cosa. http://www.telam.com.ar/notas/201306/23078-delgado-no-hay-grandes-problemas-estructurales-en-la-economia-no-estamos-ni-en-el-cielo-un-el-infierno.html
Adrián Corbella, 21 de agosto de 2013.
para mi hay que profundizar en el tipo de persona que genera este sistema de vida que está siempre llena de miedo, con un vacío que solo lo llena el consumismo y por eso insegura y llena de bronca y en lugar de descargar su bronca sobre la explotació oculta de las empresas concentradas la descarga sobre el Estado que es la cara visible del sistema. Para está muy bueno recordar lo que son los neoliberales pero hay que agregarle un analisis filosófico de construcción de sujetos capitalistas
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