Por qué la campaña electoral es tan aburrida? Sencillo: el kirchnerismo
se ha convertido en hegemónico hacia el interior de la sociedad. Hoy el
contrato social planteado por el kirchnerismo en el 2003 es aceptado
por casi todos los argentinos: un Estado fuerte, mayor presupuesto en
educación y salud, Asignación Universal para los más necesitados, obra
pública, nacionalismo económico, política de Derechos Humanos, defensa
del valor agregado, etcétera. Entonces a la oposición no le queda otra
que sonreír, dar besitos a los nenes, apelar al ceño fruncido de la
presidenta, a supuestas divisiones estilísticas ("Ella o Vos", de
Francisco de Narváez o la extrambótica "Argen o Tina", de Ricardo
Alfonsín y Margarita Stolbitzer).
La falta de ideas se debe a que no hay posibilidades de discutir
políticas serias. De Narváez no puede decir lo que realmente quiere
hacer porque perdería consenso dentro incluso de su propia familia.
Sergio Massa tiene que hacer malabarismos musicales para hacer
"kirchnerismo blanco", de la misma manera que Fernando de la Rúa hacía
"menemismo blanco". (Mal favor le hacen al fariseo discurso de la no
confrontación política del escudero Darío Giustozzi los hechos de
violencia protagonizados el viernes por allegados del intendente de
Almirante Brown contra militantes del Frente para la Victoria el viernes
pasado en su propio distrito). Los partidos de izquierda, en vez de
plantear una agenda positiva, se quejan del Impuesto a las Ganancias, en
un minimalismo propio de Hugo Moyano, más que de revolucionarios
antisistema y quedan con muy poco margen de acción propia. En UNEN
capital, por ejemplo, todavía no pueden explicar por qué el autor de la
Resolución 125 –las retenciones móviles– Martín Lousteau le levanta la
mano a Rodolfo Terragno, opositor acérrimo a la ley creada por su
compañero de fórmula. ¿Qué los une más que "las pilas" de lugares
comunes?
Por su parte, el kirchnerismo decidió replegarse a una táctica
defensiva de recordar todo lo que se hizo en estos años –"Kirchner lo
hizo", podría ser el resumen malicioso– en vez de seguir prometiendo. De
esa manera queda anclado en el pasado y no tiene la potencia de quien
todavía tiene mucho por proyectar al futuro. Se trata de defender la
alegría, pero mucho más de impedir que se convierta en melancolía. Por
lo tanto hay que seguir alegrando, hay que continuar con la fábrica de
construir sueños. En ese sentido, los resultados de la Mesa Nacional del
Salarios son una realidad efectiva que astilla cualquier spot
publicitario. Gobierno, empresarios y sindicalistas han logrado que el
SMVM trepara a 3600 pesos, convirtiendo a los trabajadores argentinos en
quienes reciben el mejor sueldo mínimo en dólares de la región,
superando incluso, a una economía poderosa como la brasileña. El
kirchnerismo es un gobierno de transformación permanente. En cuanto se
serene, comenzará a desnaturalizarse y a perder potencia. Y todavía
quedan materias pendientes: la cuestión impositiva, la reforma del
sistema financiero con gravámenes a la renta, un saneamiento del sistema
de salud, una mayor transparencia en las elecciones de las
organizaciones del trabajo, continuar con el combate contra la pobreza
estructural, etcétera. El mejor kirchnerismo, el que hace temer a la
oposición, no es el que mira y se justifica en el pasado. Es el que se
proyecta en el futuro. El que promete transformar la vieja Argentina de
las corporaciones en el país de la democratización permanente. Porque ya
se sabe que agua que no corre se estanca, y elementos que no se
utilizan, se fatigan.
De corceles y de aceros. En una situación política tan
delicada como es una campaña de medio término como las de octubre,
alguien que realmente comprenda lo que se está jugando debería tener
como principal objetivo no exponer a la conducción a situaciones
críticas que la dejen en situación de peligro. En ajedrez nunca se deja
al rey delante de las filas enemigas. Lo que ocurrió el lunes pasado por
la mañana en la Comisión de Acuerdo con el nombramiento de César Milani
como jefe del Estado Mayor Conjunto del Ejército fue exactamente eso:
retener la pelota más de lo debido para que la presidenta de la Nación
quede fuera de juego. Cuando la pelota llegó a sus pies, ya en off side,
no tuvo más remedio que patear la pelota para adelante. ¿Qué interna
política justificaba esta desacertada maniobra por parte del Centro de
Estudios Legales y Técnicos, de aconsejar el retiro de ascenso el lunes a
la mañana? El mensaje también está en la forma del mensaje.
¿Qué cruce de "bandas de inteligencias" era tan importante como para
permitir ese traspié? ¿Cometió delito de lesa humanidad Milani en los
años setenta? ¿Está probado? ¿O, como dijo la presidenta el martes a la
noche, no hay un solo dato nuevo? Y si no hay informaciones nuevas ¿por
qué hacer la jugada el lunes por la mañana? ¿Cuántos "Milani" hay en las
Fuerzas Armadas capaces de articular un discurso y una pragmática
acorde al proyecto nacional y popular que encabeza Cristina Fernández de
Kirchner? Si hay diez, el kirchnerismo no pierde mucho con su remoción;
pero ¿si hay menos? ¿Cuán "rara avis" es Milani dentro de Ejército?
¿Qué errores de inteligencia se cometieron en los últimos tiempos para
que Milani fuera necesario?
En los últimos meses, la presidenta ha sugerido que es necesario
comenzar a cambiar el paradigma de relación entre civiles y militares,
entre kirchnerismo (como corriente de militancia) y Fuerzas Armadas. El
límite, claro, es la comisión de delitos de lesa humanidad, porque eso
sí pondría en contradicción flagrante al kirchnerismo y a su militantes
con su propia política de Derechos Humanos, pero lo que sugiere la
presidenta es que hay que comenzar a abandonar la mirada hacia el pasado
y recomponer la relación con las FFAA cuya mayoría de cuadros –más allá
de su corpus ideológico liberal conservador– no tuvo relación directa
con la dictadura militar. ¿Es posible que, como en Estados Unidos por
ejemplo, las Fuerzas Armadas estén en un futuro cercano para proteger
los intereses de las mayorías, para defender el trabajo de los
argentinos y no la acumulación de capitales de las minorías?
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