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domingo, 23 de junio de 2013

UN DESPERDICIO DE SINRAZÓN, por Gustavo Rosa (para "Apuntes Discontinuos" del 21-06-13)




Arriba: La Corte Suprema de Justicia es el órgano supremo en la interpretación constitucional, aunque históricamente ha cometido muchos errores. Las imágenes muestran uno de los más relevantes: la acordada de 1930 que convalidó el golpe de Uriburu y abrió la puerta a 53 años de golpes de estado...


Pisotear la Democracia para “defender la República”
Si esperaban lágrimas, súplicas, berrinches o alguna otra muestra de debilidad, quedaron defraudados. Si en algún momento pensaron que La Presidenta se iba a refugiar en su cucha con el rabo entre las piernassi sospecharon siquiera que arriaría las banderas de la construcción de un nuevo país, los hechos muestran que estaban equivocados. Si consideran un triunfo borrar con un codo arbitrario y corporativo lo que se escribe con la pluma de la democracia, deberán planear el destierro de la sardónica mueca que deforma sus rostros desde que se conoció el fallo de Los Supremos. Porque las cartas están echadas y en la pista se ven los pingos. Porque ahora está más claro que quienes dicen defender la constitucionalidad de las leyes, la pisotean sin miramientos. Porque una máscara más ha caído y deja al descubierto el peor de los rostros, el de la más cruda hipocresía. Justicia ilegítima, injusticia ilegítima o injusticia legítima. Con el nombre que se elija, seis de los miembros del Máximo Tribunal sentenciaron su fecha de vencimiento.
Dos de ellos ya deberían estar presentando su renuncia, porque su permanencia contradice lo dispuesto por la Constitución, en el artículo 99, inciso 4. Sólo una de las tantas acordadas de la Corte que pone entre paréntesis las disposiciones republicanas por las que tantos se rasgan las vestiduras. Con ironía y con mucha fortaleza, CFK presentó la realidad de los jueces como un aristocrático privilegio: "si sos juez no pagás impuesto a las ganancias, no declarás nada, viajás a donde querés sin informar nada”. Como un argumento por el absurdo, La Presidenta confesó que en 2015 quiere ser jueza "para tener una lapicera y un papel para firmar una cautelar y ¡qué me importa el voto de la gente, qué me importan los senadores, los diputados y el presidente!".
Pero antes de estas palabras, Cristina bailó en Córdoba. Una danza tribal como una ceremonia de guerra. No festejó lo ocurrido, porque los miembros de la Corte “perdieron la oportunidad de protagonizar un proceso de cambio dentro del Poder Judicial”. Con ese baile, La Presidenta no buscó consuelo, sino que absorbió la energía del colectivoque la aclamaba para tomar impulso y dar los próximos pasos. “La carga es pesada y difícil y sé que me la van a querer hacer todavía más difícil –explicó en su discurso por el nuevo aniversario del fallecimiento de Manuel Belgrano- porque cuando uno toca determinadas corporaciones y poderes, enseguida viene el vuelto". “Si mi rol en la historia es haber abierto el debate por una Justicia democrática y legítima, estoy dispuesta a bancar todo lo que se me venga encima –desafió, con el Monumento a la Bandera como fondo- No tengo ni miedo ni temores, mi compromiso es con la historia, el pueblo y la memoria de quienes dieron su vida por una Argentina mejor".
Antes del arribo de La Presidenta, los medios rosarinos ya estaban construyendo una escenografía adversa. Los noteros evidenciaban su indignación ante la presencia de los militantes de La Cámpora, el Movimiento Evita, Kolina que, supuestamente, impedían el ingreso de las familias que deseaban participar de un insípido y despolitizado homenaje a la bandera. Pero las cámaras mostraban algo diferente: una convivencia armónica entre unos y otros, un cálido amontonamiento en medio de tanto frío. Al contrario, los militantes se ubicaban con sus banderas lo más lejos posible del palco, para dejar paso a los que asistían sin identificación partidaria. Como ocurrió el 25 de mayo en la Plaza. Eso no lo ven porque no quieren verlo. Para ellos, las celebraciones patrias deben ser desideologizadas, porque quieren una Historia híbrida, descafeinada, sin conflictos.
El ex gobernador Hermes Binner es un adecuado exponente de esta concepción. Por eso dice lo que dice. El líder del explosivo FAP acusó al Gobierno Nacional de hacer una “utilización política del acto oficial por el Día de la Bandera”. Y, como el pensador sesudo que no es, advirtió que“convirtieron un acto con sentido profundo de Patria en un acto playito”.Como nunca entiende nada, acostumbra regalar insostenibles consignas. Para confirmar esto, agregó que “el blanco o negro superó al celeste y blanco”. Después, vía twiter, iluminó a sus seguidores:“suspendieron el desfile, cambiaron el himno y usaron a Manuel Belgrano para hacer política partidaria. Pobre Argentina”. Pobre Argentina si alguien como él accede a la presidencia, pues con su tibieza congelaría al más ardiente. Y dejaría las puertas abiertas para los depredadores de siempre.
Pero no es el único adicto a las incoherencias. El diputado socialista Roy Cortina consideró que CFK “pretende sembrar un manto de sospechas y degradar a la Corte”. Como si no bastara el accionar de algunos de sus miembros para lograr algo así. El diputado del GEN, Gerardo Milman, advirtió que La Presidenta “quiere ser re reelecta violando las leyes y la Constitución”. Pero el diputado fue más allá. “El mejor mecanismo de participación ciudadana –afirmó- es el juicio por jurados”. Incongruente: si –de acuerdo al fallo- el ciudadano no está capacitado para elegir consejeros, menos lo estará para dictar sentencias.
En cambio, la vicejefa de Gobierno porteño, María Eugenia Vidal, en su afán de defender el fallo, realizó casi una confesión. “La Constitución protege a las minorías y garantiza la independencia de los jueces –declaró- para que ellos, que tienen que juzgar casos de corrupción de funcionarios, no sean puestos por esos mismos funcionarios”. En su concepción de la Justicia, la delfina de Macri considera que la independencia de los jueces sólo es posible si amoldan la Constitución para proteger a las minorías, que es lo que están haciendo, precisamente. Si han sido las minorías las que han impulsado los golpes de Estado y han hundido la economía doméstica para su propio beneficio. La Constitución debe proteger a la mayoría de la angurria de la minoría.
El senador Marcelo Fuentes, integrante del Consejo de la Magistratura, destacó que en el fallo de la Corte subyace un triple desprecio: a la soberanía popular expresada por el voto universal, al Congreso de la Nación en sus facultades y a los partidos políticos en general, a los que descalifica colocándolos como condicionantes de la independencia judicial”. Pero hay otro desprecio que el senador omite: en la sentencia del Supremo Tribunal lo que se vulnera es la letra de la Constitución, pues la conformación del CM depende de una ley dictada por el Congreso.
La familia judicial ganó esta partida. Los Supremos, por ahora, están a salvo. Pero tienen en sus manos dos casos que los sitúan en una encrucijada: la LSCA y la cautelar de La Nación. Con cualquier resolución que tomen cosecharán nuevos enemigos. Y ya no pueden seguir estirando el asunto.  Porque, como afirmó Cristina en Córdoba, “la historia es indetenible. Aquellos que creen que pueden a través de alguna resolución impedir el crecimiento y el avance de la democracia, sepan que sólo lo podrán hacer por un tiempo”. Alineamientos obscenos como los presenciados en esta semana dejarán cada vez más solos a los saboteadores de este luminoso camino. Las elecciones legislativas están a la vuelta de la esquina. Las urnas esperan la Palabra del Pueblo. Por ahora, vociferan los que toman como una victoria el fallo de la Corte.Después, llorarán por los rincones la derrota. Tarde, bastante tarde,advertirán lo amarga que es la soledad que supieron construir. Los demás, celebraremos una victoria en serio. Tal vez, la definitiva.


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