El
extravío opositor llega a niveles tan absurdos que convierte en sencilla la carrera electoral
para el oficialismo. Como muchas veces se anticipó en estos apuntes, andar detrás
de la agenda planteada por los medios con hegemonía en franco retroceso impide la elaboración de plataformas
atractivas para los votantes. Las víctimas de ese proceder no son sólo los exponentes de
los diferentes partidos anti-K, sino también los dispersos individuos que no encuentran nombres que
representen su disconformidad. No es para menos: el contenido que difunden no es más que
una alocada paleta de
desinformación, prejuicios, improperios que no puede conducir a otra cosa más que a la disolución de
la sociedad. El editorial que la otrora Tribuna
de Doctrina publicó el lunes bajo el título “1933” es otra muestra de su
intención manipuladora, destinada
a profundizar el estreñido gesto de sus lectores. El texto está atravesado por una grosera
comparación embrutecedora, con el agregado de la negación comparativa que ellos
mismos plantean. El
recurso tan gastado de “salvando las
distancias” es la confirmación de que esas distancias no pueden ser
salvadas. A pesar de los esfuerzos del autor de ese panfleto, no hay manera de
encontrar similitudes entre el surgimiento del nazismo y el momento que vive
nuestro país. El todo vale para desgastar al Proyecto K
hace aguas desde la primera frase hasta la última.
Por
eso, no resulta llamativo que hasta los mismos trabajadores del diario La Nación hayan manifestado
sus críticas hacia la posición que se expresa en ese editorial. La Asamblea de Trabajadores
de Prensa del matutino mitrista exteriorizó su "más enérgico rechazo a este tipo de
comparaciones impropias que
no hacen más que exacerbar el odio".
La DAIA, entidad que representa
políticamente a la comunidad judía, también pronunció su malestar ante ese
texto, que advierte que “los argentinos
deberíamos reparar en los rasgos autoritarios que, cada vez con
mayor frecuencia, pone de manifiesto el Gobierno”. Para la DAIA,
la aclaración con que comienza y finaliza el libelo del diario –“salvando las enormes distancias”- no logra evitar la equiparación entre dos
hechos que son absolutamente distintos.
El
editorialista hace una reconstrucción del ascenso de Hitler y su nefasto
proyecto político para trazar caprichosos paralelismos temáticos con algunas
decisiones tomadas durante estos diez años de gobierno kirchnerista. Con despreciables intenciones, omite
procedimientos y metas, además de las millones de víctimas que todavía
horrorizan al mundo. No sólo es un producto textual que merece un rotundo
repudio por su finalidad destituyente sino también por su pobreza intelectual y analítica. En fin, un ejemplo más
del desconcierto en que se encuentran ciertas plumas que no saben cómo interrumpir este camino de
transformación que los desespera.
Las
víctimas de esta locura opinativa no están entre los lectores, solamente. La
mayoría de los exponentes de los partidos opositores también se trepan a este tren desaforado,
abandonando cualquier intención crítica. Y todavía no advierten que están a punto
de colisionar con el más estrepitoso fracaso electoral. Pero no sólo en estas
tierras se advierte semejante extravío. El Foro de San Pablo, que agrupa a
organizaciones políticas progresistas y de izquierda de América Latina, acaba de expulsar al Partido Socialista que
lidera Hermes Binner. No es para menos. Las declaraciones del ex anestesista
sobre el chavismo y su apoyo al candidato opositor de la derecha venezolana no hablan muy bien de su espíritu
progresista. Menos aún, cuando responsabilizó a “los
gobiernos populistas de la región” por los muertos que se produjeron
después de las últimas elecciones en la República Bolivariana.
Bien merecido lo tiene
por decir cualquier cosa para congraciarse con los dueños del Poder Fáctico. Por unos minutos de
cámara y una caricia en el lomo es capaz de vomitar consignas de notoria
inconsistencia ideológica.
Y
eso que los del Foro de San Pablo no escucharon las críticas que el gobernador
de Santa Fe, Antonio Bonfatti, realizó sobre la campaña “Mirar para cuidar”.
Después de manifestar su desconfianza sobre los resultados del control de los
militantes al acuerdo de precios, afirmó que el mercado tiene sus propias leyes. Una afirmación que
proviene del lugar común
que durante los años del neoliberalismo se grabó a fuego en la mente de los
colonizados. Si con las leyes del mercado nos fue como nos fue, es evidente que
esas leyes no sirven. Esta consigna tan fácil de repetir debe ser erradicada
del discurso dominante para
que las transformaciones se conviertan en realidad. Precisamente, es el
Estado, el poder político, quien debe señalar los pasos a todos los integrantes
de la sociedad. De
lo contrario, la angurria mercantil destruye cualquier fin colectivo.
Pero
hay más desorientados en la escena política vernácula. La Mesa de Enlace, en su afán
opositor, aportó
argumentos al oficialismo nacional. Por supuesto, sin quererlo. En un mero afán
protestón y para garantizar un lugar en la tapa de los medios, montaron un mini mercado vegetal en el centro porteño
para denunciar “la distorsión de precios
entre lo que reciben los productores y lo que se paga en góndolas”. Los transeúntes observaban sorprendidos el
precio de frutas y hortalizas que ni en sus más placidos sueños habían visto. Tomates a 1,5 pesos el
kilo, peras, manzanas y bananas a 80 centavos y papas a 1,10. La presencia del
Jefe de Gobierno porteño le puso el moño a semejante acto opositor. Aunque
argumentó –sin argumentos, claro está- que el incremento de los precios se debe
a un Estado poco austero, la movida estanciera confirma la postura del
kirchnerismo: que es en la
cadena de comercialización donde se producen los abusivos precios que deben
pagar los consumidores.
En
esa pintoresca y colorida protesta vegetariana, el presidente de Federación
Agraria, Eduardo Buzzi, se fue para el lado de los tomates con sus
contradictorias declaraciones. “Estamos
intentando hacer una puesta en escena de la dificultad de miles de productores
del interior por la suba de los costos y pérdida de competitividad por
el tipo de cambio retrasado”, explicó Buzzi para dar contenido a lo que no lo tenía. Quizá un poco
avergonzado ante la posibilidad de quedar adherido a los especuladores
financieros, aseguró que “nunca nos van a
encontrar militando en las filas devaluacionistas”. Un mentís para la
historia: protesta
contra el tipo de cambio retrasado pero afirma no ser devaluacionista. Tal vez, codo a codo
con Macri y los estancieros, cuestione el acuerdo de precios, el control de los
militantes y todo lo que proponga el Gobierno Nacional, de manera tal que los desorientados pobladores están a merced
de desorientados dirigentes, que a su vez, son víctimas de las desorientadoras
consignas mediáticas.
Más
allá de todos estos intentos carroñeros, todavía pervive en el corazón de los
ciudadanos el entusiasmo manifestado durante la fiesta del 25. La Plaza de Mayo se vio
desbordada por más de 700 mil voluntades que celebraron todo lo conquistado en
estos diez años de proyecto K. El Jefe de Gabinete, Juan Manuel Abal Medina,
afirmó que “los profetas del desánimo
están molestos porque lo que ocurrió, ocurrió, y lo vieron todos los
argentinos, sin insultos, sin agravios, para festejar todo lo que se había
logrado”. Toda la monserga de los medios, periodistas y políticos
opositores referida
al rechazo al kirchnerismo por parte de todos
los argentinos quedó desdibujada por la contundencia de los números. El fin de ciclo que
tanto anuncian no
es más que el augurio de su propio fracaso. La masiva fiesta del sábado no sólo
expresa la pasión que despierta La Presidenta y la felicidad por los logros. También confirma el compromiso para
continuar por este camino ascendente hacia el país equitativo con el que muchos
hemos soñado tantas veces.
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Muy buen post, lamentable que muchos se sigan haciendo eco de la manipulación de estás empresas que solo buscan generar odio para tapar sus delitos y favorecer su negocio
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