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lunes, 10 de junio de 2013

EL IMPERIO (SIEMPRE CONTRA) ATACA, por Raúl Isman (editorial de Redacción Popular de mayo de 2013)





Las elecciones presidenciales del 14 de abril en Venezuela en las que se produjo un triunfo inobjetable- aunque mucho más ajustado que en octubre y diciembre de 2012-configuraron la señal de largada para un proceso de desestabilización que lejos se halla de limitarse a la patria que supo honrar el gran conductor fallecido en marzo: Hugo Chávez Frías.
La contraofensiva imperial lejos está de haberse limitado a la nación gestora del A.L.B.A. o a nuestra América. Se observa en la península coreana sometida al chantaje atómico, en la sufrida nación siria acosada por la acción terrorista de bandas invasores armadas por U.S.A., las petromonarquías, Turquía, Israel y la O.T.A.N. que bombardean, torturan y masacran población civil. Además en Bolivia, país en el cual fracciones que por pedir lo máximo terminan apostando a que no se logre lo posible. En la Argentina el titiritero imperialista mueve desde las la cotización del dólar, hasta los coros de economistas neoliberales que pontifican que resulta más imperativo que preciso aplicar en nuestro país las recetas que han hundido al mundo en la desolación económica y la desesperanza e indignación popular. También resultan marionetas funcionales al enemigo imperial políticos que desde la derecha y la "izquierda" persiguen como objetivo excluyente la desestabilización del gobierno nacional; sin importar quién pudiere capitalizar tal situación. Como dijo un petulante escritor en el 2009: "quiero que pierda Néstor porqué se apropió de una causa que no le pertenece", refiriéndose a los derechos humanos. La realización de los deseos del escriba permitió una ofensiva de la derecha que no fue más eficaz debido a la brutal inutilidad de sus ejecutores. Otro ejemplo es la brutal sinceridad (brutalidad que se aplica tanto a los dichos como a su emisor) del senador radical Ernesto Sanz, quien confesó que prefiere que la Argentina se derrumbe económicamente a efectos de poder contar con (remotas) chances electorales.
La compleja situación mundial y en nuestro continente exige la máxima unidad popular posible. No se puede ni debe exigir seguidismo acrítico a fuerzas de izquierda que no estuvieren de acuerdo; pero el patético llamado de sectas troskosaúricas (¿Cuando no?) a debilitar a Evo Morales resulta una vez más la amplificación desde ciertas izquierdas de los objetivos de los enemigos del pueblo. ¿Qué más desea el imperio que ver al M.A.S. boliviano despeñándose en la debilidad y fácil presa de las derechas?
Los imperativos de la hora son harto precisos: es necesario articular la más amplia unidad popular posible para defender lo logrado y seguir avanzando por más independencia, más bienestar popular, mayor desarrollo con equidad para todas nuestras naciones en el camino de la construcción de la patria grande.

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