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martes, 5 de marzo de 2013

SIEMPRE CON NOSOTROS, por Adrián Corbella (para "Mirando hacia adentro")





Febrero de 1992. Un desconocido oficial venezolano comienza lo que parecía un intento de golpe de estado. Uno de los tantos que hemos vivido los latinoamericanos. Fracasa y es encarcelado.
Tres años antes había caído el Muro de Berlín. El largo conflicto conocido como Guerra Fría había concluido con la capitulación de la Unión Soviética, que se desintegró en las diecisiete repúblicas que la integraban.
El neoliberalismo, con su profeta más desatado, el niponorteamericano Francis Fukuyama, salió a proclamar a los cuatro vientos el “Fin de las Ideologías”, el “Fin del Trabajo” y el “Fin de la Historia”… Eran los años del Consenso de Washington, de la genuflexión al Imperio que el Canciller argentino Guido Di Tella resumió con su célebre frase: “relaciones carnales”… Como dicen ellos, “No comments”.
Desde 1994 ese desconocido oficial es liberado y comienza una campaña política tendiente a alcanzar el poder democráticamente en Venezuela . Se reúne con Fidel Castro, establece alianzas con partidos de izquierda venezolanos, y proclama la necesidad de fundar la Quinta República en su país.
Hugo Chávez Frías, al frente del MVR (Movimiento Quinta República) gana las elecciones de 1998 y asume la presidencia a comienzos de 1999. Allí comienza una larga historia que incluirá la reforma de la Constitución, la reactivación de la OPEP, la victoria sobre los golpistas de 2002 y todos los logros internos y externos que permitieron transformar la sociedad venezolana utilizando la renta petrolera con un sentido nacional .
Para mucha gente, en estos primeros años, Chávez parecía como un loco, un desconocido que desde un país pequeño se alzaba contra el poder norteamericano, que proclamaba el regreso a los ideales latinoamericanistas de Bolívar y planteaba la necesidad de reformular el ideario del socialismo, adaptándolo al siglo XXI. En estos años de cuestionamiento hegemónico a las ideologías, de cipayismo generalizado en América Latina, esto parecía la obra de un loco.
Pero el loco no era tal. Fue el primero, el abanderado, la avanzada de un ejército integrado por millones de latinoamericanos. Cuando ese solitario soldadito apareció en la cima de una colina agitando una banderita, muchos no entendieron de qué se trataba. Pero poco después a esa avanzada la seguirían otros locos, agitando las mismas o similares banderas: Néstor, Lula, Cristina, Evo, Rafael, Dilma y otros se subieron a la misma colina y empezaron a hacer lo que parecía imposible : intentar completar el proceso de independencia latinoamericano frustrado en el siglo XIX por el orden neocolonial que ligó a los latinoamericanos o a Inglaterra, o a Estados Unidos.
La cumbre de Mar del Plata del 2005 fue seguramente el hecho más significativo de este proceso. Porque allí, frente al proyecto imperial de un área de libre comercio que le permitiera a la Casa Blanca dispersar las crisis, cuando se produjeran, en un vasto hinterland latinoamericano, se alzaron tres locos que convencieron a los demás presidentes de la necesidad de decir no, de bloquear la formación de una zona neocolonial sometida los Estados Unidos.
La historia le dará a esa Cumbre marplatense el rol que merece como divisoria de aguas, como acontecimiento que simboliza el final de una época. Pero, cuando le intenten encontrar una cara a ese proceso, cuando busquen un símbolo de estos tres lustros de rebelión latinoamericana contra el Imperio, la imagen será la de él, Hugo Chávez Frías.
Hoy el Comandante nos dejó. Luchó durante dos años contra una de esas misteriosas enfermedades que aparecen siempre en los momentos en que los poderes reales no encuentran otra solución. Luchó como un león, como aquellos guerreros griegos que en las Termópilas prefirieron  dejar la vida frente a las tropas imperiales antes que bajar los brazos.
Pero en realidad no se fue. Hay hombres que nunca mueren. Que se incorporan a su pueblo y son recordados e imitados por generaciones. Dejan una estela luminosa que nadie puede apagar. Alzan banderas cuyos mástiles son sostenidos por pueblos enteros, por toda la Patria Grande.
Hoy partió Hugo Chávez Frías.
Pero las banderas que el alzó, siguen flameando en todo un continente.

Adrián Corbella, 5 de marzo de 2013.






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