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lunes, 11 de febrero de 2013

La Cumbre Celac-UE y la gestación del Segundo Pacto del ABC, por Federico Bernal (para “INFOnews” del 10-02-13)





La Unasur libre y unida en la gran encrucijada histórica. "Con esta nueva generación bolivariana y sanmartiniana, la Patria Grande camina, como nunca desde las gestas emancipadoras, hacia su destino final de grandeza, dignidad y felicidad."


El 29 de mayo de 1967, Perón escribe una carta a Abelardo Ramos desde Madrid. En ella, este fragmento de notable actualidad: "Cuando se firmó el tratado de Santiago de Chile, parecía que todos nuestros países lo firmarían y así lo hicieron en su mayoría, hasta que intervinieron fuerzas extra-continentales y 'metieron el palo en la rueda' [...] Los norteamericanos formaron luego, por manos cipayas, la Asociación Latinoamericana de Libre Comercio, con la finalidad de enterrar nuestro intento de integración, lo mismo que hizo Inglaterra cuando se formó la Comunidad Económica Europea. Ahora son los yanquis los que en Punta del Este propugnan la integración, pero esta vez se trata de una 'integración sometida', es decir, un estatuto colonial, bajo la presión y al servicio de nuestros 'hermanos del Norte' [...] En 1953, pese al cipayismo dominante, estuvimos a un paso de realizarlo. Desde entonces hasta ahora, se ha perdido terreno. Espero que la juventud sudamericana tome nuestro 'testimonio' y lo lleve a su destino. Si no es así, pasarán muy malos ratos." Entre fines de la década del cuarenta y primera mitad de la del cincuenta nacieron Lula, Rousseff, Chávez, Néstor y Cristina. Otro poroto al visionario General, pues fue esa juventud, esa generación de líderes populares contemporáneos al malogrado relanzamiento del ABC de 1953, la que tomó su "testimonio" y hoy lo conduce a "su destino". Qué coincidencia que la unidad suramericana, la protección conjunta de las industrias nativas, la soberanía económica y la defensa del interés popular pasara de la derrota del Tratado de Chile de 1953 a la victoria de 2013, también en Chile. La pasada Cumbre Celac-UE ha ingresado a la historia de la Nación Latinoamericana como la segunda gran batalla cultural, política y económica, librada y ganada por los pueblos suramericanos contra la sempiterna doctrina librecambista de las naciones industrializadas en lo que va del flamante siglo. 

ULTRA-CONSERVADURISMO CONTRA LA CELAC. 

El Congreso de Panamá convocado por Bolívar estaba destinado al fracaso. La debilidad de las fuerzas nacionales era ya irremontable. Las oligarquías portuarias ligadas al mercado externo y la importación de manufacturas, balcanizadoras por excelencia, en su apogeo. Así como se había abandonado el Alto Perú y la Banda Oriental, el unitarismo porteño empantanó todo lo que pudo la iniciativa bolivariana. El golpe de gracia vino dado por la presencia de EE UU e Inglaterra en el Congreso, hecho que recién entonces motivó el tardío interés rivadaviano por comparecer al llamado de Bolívar. De ahí en más, todas las iniciativas unionistas o integracionistas, incluida la de 1953, fueron saboteadas por la presencia de las potencias occidentales. Una a una fueron vencidas las distintas cumbres tendientes a concluir la inconclusa Nación Latinoamericana, pues el imperialismo supo siempre que sin unidad de las ex colonias hispánicas (más Brasil) no había posibilidad alguna de desarrollo, modernización económica y justicia social al sur del Río Bravo, o para ser más precisos, en la monumentalmente rica masa de tierra que lleva los Andes de columna vertebral. El ultra-conservadurismo contemporáneo local y extranjero apunta pues contra el principal órgano representativo de esa unidad, la Celac, denunciada como futuro remplazante de la OEA al haber nacido excluyendo a EE UU y Canadá. Despotrica la prensa neoliberal acusando recibo de la nueva derrota en la Cumbre de Santiago de Chile. Las declaraciones de los mandatarios "rebeldes" contra el Estado de Derecho imperialista (ese Poder Judicial reaccionario que tanto venimos padeciendo en la Argentina) y la coincidencia de políticas proteccionistas entre nuestro país, Brasil y Venezuela atiborran los medios de la matriz metrópolis-semicolonia. El diario La Nación a la cabeza de la preocupación de los intereses librecambistas, antipopulares y antidemocráticos en la región. Unos días atrás y en yunta con Clarín, el gran circo de la desesperación en su cenit cuando pretendieron minimizar el éxito de la Celac y de la unidad suramericana en acción al publicar videos de marinos chilenos y cadetes argentinos maldiciendo los unos a los otros. ¡Payasesco!

EL ESTADO DE DERECHO Y LA SEGURIDAD JURÍDICA... EN DÓLARES. 

A sesenta años del principio de acuerdo entre Ibáñez, Perón y Vargas, y con la paradoja de tratarse del mismo país anfitrión, la punta de lanza unionista regional rechazó los reclamos de apertura indiscriminada de sus economías con la Unión Europea (UE). A la cabeza de la defensa de los intereses populares suramericanos, cuando no, un argentino. Ahora, veamos cómo la Agencia Associated Press reflejó la puja de intereses entre la UE y la Celac: "La Cumbre en Chile vio a los líderes europeos suplicar por 'certidumbre legal' y menores barreras comerciales entre las economías, economías que juntas representan mil millones de personas y unos 280.000 millones de dólares en intercambio bilateral." Acá el famoso "Estado de Derecho" que tanto preocupa a Washington, Londres, Berlín y sus socios domésticos. Sigue la nota: "Europa es el principal inversor en América Latina y el Caribe. Pero el flujo de dinero a través del Atlántico ha disminuido como consecuencia de la recesión europea marcada por desempleo récord, medidas de austeridad y endeudamiento creciente. Mientras que las economías latinoamericanas ricas en commodities han  campeado la crisis global, creciendo al 3,1% el año pasado, Europa se contrajo un 0,5%. Este año se proyecta una mínima mejora para el Viejo Mundo." ¿Quién supondría que un cable de la AP sintetizaría tan magistralmente la disputa y disyuntiva fundamental entre los países opresores y los oprimidos? La vanguardia de las economías latinoamericanas ricas en commodities pretenden justamente diversificar su economía e industrializarse, cosa que oportunamente hizo Europa entre los siglos XVIII y XX y que hoy niegan a América del Sur. 

LA GENERACIÓN DEL SEGUNDO PACTO DEL ABC. 

La AP explicó la dura postura de la presidenta argentina citando textualmente el twit que Fernández de Kirchner envió poco después y que transcribimos acá: "Hay países con un desarrollo industrial emergente frente al consolidado desarrollo de la UE y se necesita que sean previstas estas asimetrías, para que no se perjudique a nuestra industria y, sobre todo, a nuestros pueblos." Esta argumentación presidencial fue interpretada por La Nación (editorial del 2 de febrero) con igual sinceridad y barbarie con la que sus cabecillas extirparon a sangre y fuego el proteccionismo del país genuino y profundo durante el siglo XIX (desde el federalismo de masas al Paraguay de Solano López): "Nuestra presidenta predicó la necesidad imperiosa del proteccionismo y logró descarrilarlo todo, a lo que sumó el apoyo a una declaración que, a instancias de Cuba y Venezuela, eliminó de la declaración conjunta la necesidad de conferir seguridad jurídica a quienes decidan invertir en nuestra región". Tiene razón, Don Bartolomé, se descarrilaron la seguridad jurídica y el Estado de Derecho, pero imperialistas. Dejemos que su colega de la AP (en vez de nosotros, chauvinistas y demagogos proteccionistas) le explique el por qué: "Europa ha buscado desesperadamente nuevas utilidades en una región que colonizó (sic) con caballos y pólvora 500 años atrás. Obtuvo una nueva dominación en la década del '90, cuando las dictaduras dieron paso a democracias debilitadas. Pero la última información muestra cuánto han cambiado los tiempos." Salvo por "conquista" en lugar de "colonización", impecable y magistral confesión. No obstante aclaramos, a los tiempos efectivamente tan cambiados los latinoamericanos le llamamos "cambio de época". Y a los gobiernos que nos representan, soberanías populares que buscan fortalecer la democracia e independizar la economía, remontando la nefasta herencia que dictaduras y su continuidad civil –impuestas y apoyadas por los conquistadores europeos y estadounidenses– nos dejaron después de los noventa. La generación bolivariana y sanmartiniana del Segundo Pacto del ABC ha hecho suyo el testimonio de los grandes libertadores. Como nunca desde las gestas emancipadoras, la Patria Grande camina firmemente hacia su destino final de grandeza, dignidad y felicidad. 


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